Las horas extra cuestan a las empresas madrileñas más de 418 millones de euros, según se desprende de un análisis que ha elaborado Randstad sobre el coste de las horas extraordinarias remuneradas en España, donde ha tenido en cuenta la Encuesta Trimestral de Costes Laborales y la Encuesta de Población Activa, ambas publicadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE), desde 2008 a 2016.
El trabajo de Randstad revela que las horas extraordinarias del último año han costado a las empresas madrileñas 418 millones de euros. Esta cifra ha descendido un 2,1 por ciento respecto a 2015, cuando se invirtieron 427 millones.
Respecto a la cifra registrada en 2008, comienzo de la serie histórica estudiada, cuando se superaron los 625 millones anuales, ha decrecido un 33,2 por ciento. A nivel nacional, este tipo de horas han supuesto a las empresas españolas un coste de 2.845 millones de euros, un 6,2 por ciento más respecto a 2015 y un 22,9 por ciento menos que en 2008.
Para este cálculo, Randstad ha tenido en cuenta el coste medio de cada hora extra en Madrid, que para 2016 se situó en un promedio de 18,10 euros, y el volumen de horas remuneradas realizadas, que en 2016 se situó en 23 millones, realizando 8,16 horas cada trabajador ocupado.
Si se desciende aún más el análisis, el estudio revela que este volumen de inversión es el equivalente a la contratación de 11.416 empleados durante un año en Madrid. Siguiendo el reparto habitual registrado en el mercado laboral madrileño (86,9% de empleados a tiempo completo y 13,1% a tiempo parcial), esta cifra supone la incorporación de 9.920 profesionales al mercado laboral durante un año a tiempo completo, y 1.495 a tiempo parcial, también con un contrato de doce meses de duración.
El director de Relaciones Institucionales de Randstad, Luis Pérez, explica que el aumento de la producción puntual puede cubrirse con un medio como las horas extraordinarias, «que permitan alcanzar el volumen de producción necesario para satisfacer las demandas del mercado laboral un día concreto».
«Sin embargo, la ampliación continua de la jornada laboral de los trabajadores mediante este mecanismo conlleva un descenso en su productividad», indica, al tiempo que señala que el uso de contratos temporales o de duración determinada para adaptarse a los incrementos de producción estacionales o puntuales «es una herramienta mucho más eficiente para las compañías, que amplían sus plantillas y mejoran sus resultados a través de la productividad».