viernes, marzo 29, 2024
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Guía rápida para sonar mazo madrileño

Quiere ser madrileño y no sabe por dónde empezar En un pliqui Madrid es Noticia le ensañará a simular que es gato. Y no, no tiene que aprender a bailar el chotis.

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No, ser de Madrid no significa tener una foto con el ‘Oso y el Madroño’ o haber alquilado una habitación en Embajadores. Ser de Madrid es un estilo de vida, una cultura y, sobre todo, una actitud. “Los de Madrid sois muy chulos” dicen siempre los provincianos (así llamamos en Madrid a todo aquel que no es de Madrid). Y no les falta razón: En Madrid tenemos cierto deje a lo Sara Montiel, una madrileña de adopcion y de corazón. Es decir, una madrileña. En Madrid no se mira el DNI. Nos gusta ir a bares exentos de turistas, no solemos pasear por Preciados o la Gran Vía -¡Qué agobio!- y también nos gusta más la Mahou que la Estrella Damn. Pero, si hay algo que nos caracteriza, más allá de nuestra continua cara de no estar mirando a nada ni a nadie, es el habla. Se nos nota mazo que somos de Madrí.

Volvamos a Sara Montiel. El madrileño típico siempre, siempre, siempre recalcará la última palabra de la oración. Y no, si eres madrileño auténtico -o sea, gato, que implica que tus padres y tus abuelos sean de Madrid- no parecerás un pringao. “Pichi, es el chulo que cas-ti-ga” podría ser la oración paradigmática del deje madrileño. Insisto en el concepto de deje madrileño. Si los parisinos han conseguido exportar el Je ne sais qua Parisienne, yo me he propuesto exportar el deje madrileño.

Además, somos gente directa. Digo, que nos mola más el complemente directo que el indirecto. O como lo describiría la Real Academia de la Lengua Española, somos laístas. En Madrid a la chati no “le compramos flores”, sino que “la compramos flores”. Se rumorea por los campos de España que marcamos mucho las eses. Nosotros decimos que, simplemente pronunciamos el castellano como se escribe. Ni másssss, ni menosssss. Por último, un rasgo esencial de un gato es no pronunciar la ‘d’ de los participios de la primera conjugación. “He hablao con Paquito”.

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Sin embargo, lo que más nos caracteriza, son las palabras que empleamos. Los académicos o intelectuales -personas a las que el genio de Paul Auster define como “las personas más aburridas del mundo”- dicen que en Madrid no hay dialecto. Y ale, nos agrupan con los de Castilla La Mancha o Castilla y León. Y Madrid es Madrid. Palabras como ‘chéli’, ‘mazo’, ‘tronco’ o ‘keli’ están siempre en boca del buen castizo. Les presentados las diez esenciales para que vayan entrenando:

-Tronco/a: Aunque algún macoi (una palabra extinta entre la jauría de jóvenes de la capital) utilizaba “mi tronco/a” para referirse a su novio/a, el significado más común de tronco/a es “mi amigo, mi colega”.

-Fetén: Se utiliza cuando es perfecto. Por ejemplo: “esos pantacas te quedan fetén”.

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-Garito: Entiéndase como el bar de copas que abre hasta las tres y permite que te emborraches lo justito para no gastar mucho en la discoteca.

-Movida: La fauna madrileña lo utiliza para definir un problema, enredo o embolado.

-Pillar: Verbo que ha alcanzado casi la categoría de similar. Actualmente, carece de un significado concreto. Del latín ‘pigliare’, pillar originariamente era un sinónimo de coger. Ahora se emplea especialmente cuando alguien se besa con otro alguien en otra discoteca. Por ejemplo: “María se pilló a un pavo anoche”.

-Pasota: Se emplea con especial frecuencia cuando un chico no hace caso a una chica. Simplemente no podemos aceptar que no le gustemos, así que decidimos que es un “pasota”. Ejemplo: «Tía, no te rayes, es un pasota».

-Pellas: Cuando los adolescentes madrileños nos saltábamos una clase no éramos tan pringados de decir “he hecho novillos”. Decíamos: “me marcado unas pellas”. Y así nos fue.

-Currar: Se refiere al acto de trabajar o de haberse esforzado mucho en algo. Ejemplo para el último giro semántico: «Me lo he currao mazo»

-Pirarse: Un madrileño no se va, se pira. Los padres de los millenials suelen emplear a menudo la frase hecha “me piro vampiro” para quedar de “enrollado” con tus amigos cuando estás en la franja de los 14-18.

-Canteo: Se emplea indistintamente para referirse a que algo es sabido por todos (“Que están liados es un canteo”) o para designar sorpresa (“¡Qué canteo! ¡Quién lo hubiera dicho”).

Se han omitido palabras del léxico castizo oficial como chéli, mazo, bule o keli porque sería como escribir que el cielo es azul o que entrar a Primark de Gran Vía el viernes por la tarde puede provocar desmayos. Si era por evitar que los filólogos digan que los periodistas sólo hacemos textos redundantes. 

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