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En Matrioska las actrices se hacen transparentes

En Matrioska las actrices se hacen transparentes. No hay glamour sino un acto noble de contar una historia contemporánea a través del teatro.

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La imagen que tenemos de la esclavitud sexual se nutre más de imágenes cinematográficas y de titulares en prensa e informativos que del conocimiento de las historias humanas que el relato colectivo esconde.

Es por ello que la puesta en escena ideada por Óscar Pastor para Matrioska (texto de Gabriel Fuentes ganador del II Certamen de nuevos dramaturgos LANAU escénica) contiene en si misma el valor de la intensidad con que las víctimas son reencarnadas.

Nadja vive junto a su madre en una casa alejada de todo. Un día llega un extraño acompañado de su Katja, desaparecida años atrás. Nadja queda fascinada con el hombre, con lo que relata, sin percatarse del estado físico de Katja. Poco a poco, el intruso se gana la confianza de la joven hasta que ésta descubre los oscuros propósitos que tiene para ella. Tres generaciones de mujeres atrapadas por la destrucción de la esclavitud sexual.

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En Matrioska las actrices se hacen transparentes para dejar ver a las mujeres que son durante la representación. La obra incita a los espectadores a reflexionar sobre el castigo que sufre el ser humano por el ser humano, desbordando los parámetros de lo convencional para encontrar lo universal en la fábula escrita por Gabriel Fuentes. Sentimos el sufrimiento de mujeres a las que no conocemos, mujeres que padecen a miles de kilómetros y a la vuelta de la esquina.

Óscar Pastor dirige una obra que no hará que comprendamos lo que pasa, pero sí nos hará ver que una parte de todos nosotros también muere con el sufrimiento de esas muertes. El teatro de Óscar Pastor es coetáneo y verdadero, lleno de humanidad. Su representación es más que un teatro de la explotación sexual, es un teatro contra la explotación sexual. Nos recuerda que es necesario un teatro que ataque la base cultural que tolera la explotación sexual, capaz de incitar al espectador a mirar a su alrededor y dentro de sí, preguntándose por lo que hay en sí mismo de cómplice silencioso.

Sobre las tablas, una infinita soledad y un dolor incomunicable. Una puesta en escena emocionante pero sin caer en el sentimentalismo; unas lineas poéticas que no caen en rendir culto a la estética del dolor. Matrioska puede ser vista como un grito de socorro ante lo que a diario ocurre ante nuestros ojos y dejamos pasar de largo sin mirar atrás.

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Estamos ante una obra del mejor teatro alternativo actual, valiente e interdisciplinar. Una nueva forma de leer y poner en escena que se va abriendo camino. Y es que no es fácil representar el sufrimiento sin caer en la manipulación sentimental o la exhibición obscena de la violencia. En Matrioska no hay glamour sino un acto noble de contar una historia contemporánea a través del teatro, libre de límites estéticos y morales. La estructura dramática trasciende el propio texto y se sumerge en la fábula. Elementos originales como el coro, el lenguaje corporal y la música sumergen al espectador en una la tragedia que viven sus protagonistas de modo absolutamente delicado y emotivo, dibujando literalmente imágenes que quedan grabadas en la mente del espectador.

Dirección: Óscar Pastor
Dramaturgia: Gabriel Fuentes
Coreografía: Chus de la Cruz
Música original: Pablo Cediel
Reparto: Elena Rey, Manuela Morales, José Juan Sevilla, Charo Gabella, Dolores Cardona, Violeta Guindal, Macarena García.

En MINIMA espacio escénico hasta el 28 de abril.

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