Un año después de la fotografía que está destinada a representar la historia, el éxito y la grandeza del baloncesto español, sus dos protagonistas viven momentos muy distintos a los de aquel entonces.
Era la fría noche de un domingo de febrero en la meca del baloncesto mundial: el Madison Square Garden de Nueva York. Pau y Marc estaban a punto de grabar en piedra el legado que tanto les había costado forjar y que tanto merecían. Años de esfuerzo, de trabajo, de altibajos, de fracasos y de éxitos deportivos resumidos en una instantánea que los uniría con más fuerza que la sangre que comparten. Sus metas individuales, alcanzadas hacía tiempo, se fusionaban en el salto inicial del partido de las estrellas; un partido que, desde hace décadas, lleva reuniendo a los mayores talentos baloncestísticos de la historia y en el que, por un instante, todos los focos iban a apuntar a dos hermanos que comparten -además de sangre- pasión y oficio.
Un año después de aquel All-Star Game cuya foto -la del salto inicial- dio la vuelta al mundo, las cosas son bien distintas. Ninguno de los dos, ni Pau ni Marc, habían sido designados para acudir a la cita de las estrellas, esta vez celebrada en Toronto. Pau, por un puñado de votos, no lograba repetir la hazaña de estar en el quinteto inicial. Los entrenadores de las 30 franquicias NBA, encargados de elegir al resto de jugadores, no tuvieron a bien seleccionar ni a Pau, en la Conferencia Este, ni a Marc, en la Oeste.
Sin embargo, la mala fortuna de uno de los compañeros en Chicago de Pau, Jimmy Butler, hizo que el mayor de los hermanos de Sant Boi fuese reclamado por el comisionado de la NBA, Adam Silver, para cubrir esa baja en el banquillo del Este. Butler venía haciendo dos temporadas de auténtico escándalo y su protagonismo en pista había logrado sobrepasar al del MVP en activo de Chicago, Derrick Rose; por lo que tenía más que merecido el honor de participar en el All-Star Game. Gasol, nada más recibir la noticia, anunciaba su felicidad por representar en el partido de las estrellas a los Bulls y, “en especial”, a su compañero de equipo: Jimmy Butler, quien no podría acudir por lesión.
Pau, que iba a disputar su sexto All-Star superando a jugadores de la talla de Reggie Miller, Chris Mullin, Pete Maravich, Bob McAdoo, Chauncey Billups o Chris Webber, era la cara de la moneda en la familia Gasol. Marc, pocas horas después de conocerse esta buena nueva, iba a ser la cruz.
El pívot de los Grizzlies tuvo que retirarse en el primer cuarto del partido que estaban disputando, esa misma noche, ante los Blazers. Sonaban las alarmas en Memphis. La mala noticia se confirmaba poco después: el pie derecho estaba roto. Baja indefinida y la temporada de los de Tennessee recibía un revés importante: Marc es una pieza fundamental e insustituible en el equipo. Incluso, los Juegos Olímpicos de Río podrían peligrar para el jugador español, un duro golpe tanto para él como para la selección.
Un año después, de nuevo en febrero y por unas horas, todos los focos del planeta basket enfocaban en la misma dirección. El apellido Gasol volvía a estar presente en los titulares. Pero esta vez, uno tendría que saltar por los dos.