La calle Toledo, en sus inicios, era considerado la unión entre la Capital con la provincia. Desde el Puente de Toledo continuando por la Glorieta de Pirámides, era considerado el acceso de toda la mercancía y víveres procedentes de la provincia de Castilla y La Mancha para abastecer a la Villa y Corte de Madrid.
El Puente de Toledo era la puerta por el que campesinos que venían de Toledo accedían hasta la calle Toledo llevando sus mercancías a los mercados del Interior como lo eran el Mercado de la Cebada y el de San Miguel.
Es por ello, que la mayoría de mesones, hoteles y posadas de la ciudad de Madrid se encontraban en ese recorrido para dar aposento a los campesinos de Toledo.
Además, la calle Toledo ha sido una vía literaria. Dio nombre a un artículo de costumbres del cronista Mesonero Romanos llamado La Calle de Toledo donde se documentaba su origen y función.
En 1815, también aparece en la Guía del forastero en la corte o también llamado Paseo por Madrid.
El novelista Benito Pérez Galdós, también hace una mención del ambiente prenavideño que se respira en la calle Toledo en su obra Fortunata y Jacinta.
En su recorrido se han construido edificios notables como el palacio de los condes de Humanes, la Colegiata de san Isidro, los Reales Estudios de San Isidro o las dependencias del Colegio Imperial construido durante la época de los Austrias