Han pasado menos de dos semanas desde que Sánchez Mato, el edil de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid, destapara el mismo en la reunión del Consejo de Calle 30 que había grabado a sus integrantes en las anteriores reuniones sin su consentimiento. Como bien han revelado los miembros de la reunión, el momento en el que el concejal de Hacienda dijo sin tapujos que tenía grabado al representante de uno de los grupos municipales abrió un revuelo inmediato. La causa de esta revelación vino a raíz de intentar cerrar, por parte de Sánchez Mato, una discusión sobre las declaraciones del representante en la anterior acta. Parece que, una vez llegados a este punto, pocas cosas pueden sorprendernos, pero con este equipo de gobierno gobernando la capital esta idea está muy lejos de cumplirse.
Los hechos son indignantes y como mínimo suponen una enorme falta de respeto y confianza, pero lo que roza ya el colmo de la indecencia son las explicaciones que está dando el nuevo agente secreto de Ahora Madrid. Para empezar ha destacado que son tonterías y sandeces pensar que ha ido con un micrófono oculto a las reuniones. Eso nos lleva a la siguiente pregunta: si como bien han dicho los miembros del consejo no había aparatos de grabación visibles, ¿cómo se han hecho las grabaciones? Obviamente había algún aparato de grabación oculto en la sala. Lo más curioso es que si de verdad se ha grabado, la maniobra del edil mintiendo como un bellaco es de una torpeza política impresionante ya que o mintió en la reunión o miente en la excusa.
Otro aspecto importante de todo esto es que después de ser los abanderados de la transparencia, el equipo de Ahora Madrid se dedica a grabar de forma secreta las reuniones del consistorio para intereses personales. Como no podía ser de otra manera han echado mano de este concepto, pero no es difícil descubrir la diferencia entre defender que se pueda grabar el contenido de una reunión para hacerlo público a la ciudadanía o grabar el contenido de la reunión para guardárselo en un bolsillo y hacer Dios sabe qué con ello.
Carmena lejos de denunciar los hechos y abrir una investigación, ha apoyado a su edil diciendo que es conveniente hacer grabaciones de este tipo de actos. Lo sorprendente es que usa, de nuevo, la estrategia de abuela aturdida para salir del paso. Según la alcaldesa, Sánchez Mato avisó antes de grabar, pero que si no lo hizo, debería haberlo hecho. Encima añade que su compañero no tiene ninguna responsabilidad. Si al final se demuestra que no avisó, como bien revelarán las grabaciones, espero la dimisión inmediata del concejal.