22 de Julio del 2017, Rafael Martínez, alcalde del PSOE de San Martín de la Vega, entra en Facebook a las 11:30 de la mañana para decir que hoy está desayunando con su familia y que se acuerda de los churros y de las porras que compraba cuando era niño. A las 3 y media de la tarde tiene 154 me gusta y/o me encanta, la intervención ha sido varias veces compartida y ha tenido 14 comentarios del tipo; “qué tiempos aquellos tan bonitos”. Rafa, el alcalde, después de escribir lo de los churros, le dio a “me gusta”, y como siempre, fue el pistoletazo de salida. No es que sea un egocéntrico que cataloga con autolikes todo lo que él mismo dice, no, es que así sus folowers, unos 200, más o menos, es un pueblo como San Martín de la Vega, con 20.000 habitantes, saben que tienen que dárselo todo al alcalde a través de Facebook. Y se lo dan. Es el Mundo Feliz de Rafael Martínez, un fenómeno de política local y de Redes Sociales, tan distópico como postverdadero, y que probablemente fue lo que más contribuyó a dar la mayoría absoluta a este contable de 32 años en el 2015.
Pero donde lo peta Rafa (así le llaman sus seguidores), es cuando cambia su foto de perfil, la última vez el 17 de julio, hace menos de quince días. Entonces, tras el obligado autolike, se desata la euforia, cientos de “me gusta” o “me encanta” y al no haber tema de actualidad política o noticia municipal que comentar, los folower se expresan en su auténtica esencia; qué guapo (es lo más frecuente) y de ahí, en trending adulativo infinito, una cascada de comentarios de más o menos 10 palabras como media máxima de extensión. Es el Happy Facebook de Rafael Martínez, trabajado con ahínco con sus incansables dígitos, día tras día, durante estos últimos tres años. Su mundo feliz. Una ecuación perfecta de aparente popularidad con la que silencia lo que ha hecho mal y lo que no ha hecho ni probablemente hará aunque figurase con letras grandes en lo que fue su programa electoral.
El mayor y más escandaloso incumplimiento ha sido negarse a municipalizar los servicios del ayuntamiento que habían sido privatizados y que fue una de sus principales promesas electorales. Hace pocos meses el alcalde Rafael Martínez declaró que ahora pensaba que no podía hacerse y renovó por dos años más los contratos a las poderosas empresas privadas que cobran cientos de miles de euros de las arcas municipales por realizar esos servicios. El incumplimiento de “Rafa” escandalizó incluso a algunos miembros ilustres de sus propio partido, como a Juan Carlos Vállega, que fue alcalde de San Martín de la Vega durante 15 años. A puerta cerrada y durante la asamblea del PSOE de la localidad celebrada el 28 de Mayo, el ex alcalde Vállega, expuso con impecable solvencia argumental, que no era cierto lo que decía Rafael Martínez, que no existía ningún impedimento técnico ni contable para llevar a cabo la municipalización de esos servicios y que además, si se hiciera, traería consigo a medio plazo un considerable ahorro a las cuentas municipales. Nadie fue capaz de argumentar algo en contra, pero los que apoyaron al ex alcalde Vállega en aquella intervención, sufrieron descalificaciones personales e incluso insultos. Después de aquella vergonzosa asamblea un ex concejal socialista se dio de baja en el partido.
Pero a “Rafa” no le preocupa que se vayan del PSOE, de hecho, es un fenómeno constante y que probablemente contempla con cierto alivio. La agrupación socialista de San Martín de la Vega, que llegó a tener casi 130 militantes, ahora, después de casi cuatro años con Rafael Martínez como secretario general, tiene sesenta y pocos. La razón es sencilla; la casa del pueblo no se abre nunca, por consiguiente, actividad social o política cero, y se convocan las asambleas absolutamente imprescindibles estatutariamente para mantener vigente la franquicia electoral que para “Rafa” significan las siglas del PSOE ¿Debate político? ¿Exposición de ideas? ¿Iniciativas de afiliados y simpatizantes? ¿Qué es eso? ¿Para qué? Ahora a esas escasas asambleas, en las que Rafael Martínez dice lo bien que lo hace como alcalde, asisten padre, madre, hermanos y primas de “Rafa”, que junto con el grupito de incondicionales que se han hecho con los mandos, vuelven a reproducir en cada reunión “socialista” la andanada de “qué guapo eres” en el que vive inmerso su líder. Porque lo ha conseguido. Su particular y eficiente Happy Facebook ha fagotizado definitivamente al PSOE de San Martín de la Vega. Esa organización política es ahora exactamente lo que Rafael Martínez quiere tener.
La fórmula parece funcionar bien entre el gran público siempre que se mantenga todo en un ámbito muy superficial, lo malo, para quien tiene que tratar con “Rafa”, son las distancias cortas. Porque el alcalde es un personaje sin profundidad y sin proyectos en mente, por consiguiente ni discute, ni argumenta ni expone líneas generales de actuación. Su Happy Facebook es su verdadera realidad. Nada más. Por esa razón los más altos funcionarios se han ido uno detrás de otro desde que “Rafa” es alcalde; un arquitecto municipal, un jefe de policía, un interventor, dos jurídicos y un secretario municipal, por el momento. Todos los que por su alta cualificación profesional podían optar a un cambio de destino, han huido, y en el barco, además, han quedado un par de docenas de funcionarios que no pueden irse sin perder su puesto de trabajo, de los cuales sólo unos pocos denuncian la prepotencia constante con la que son tratados. Porque al no tener nada sobre lo que convencer, “Rafa” ni siquiera lo intenta, e impone la prepotencia más descarnada y dura ante los que tiene al lado y osan llevarle la contraria en algo. Pero esto sólo lo saben unos pocos y el Happy Facebook sigue intacto… y funcionando.
Mientras se termina este artículo, al día siguiente, vemos que el notición municipal de los churritos en familia de “Rafa” rebasa ya los 200 likes, entre ellos, todos los concejales de gobierno en tromba, con casi una veintena de comentarios. Happy Facebook. La política vehiculizada por y para las redes sociales ha llegado a San Martín de la Vega, de la mano de un PSOE completamente despistado y que seguramente no es ni remotamente consciente del engendro mediático que ha creado. Sí, esa subclase denigratoria de política ha llegado a San Martín… y se está cebando.