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La Casa de Campo: imágenes del gran espacio natural e histórico de Madrid

La Casa de Campo constituye un mar verde al alcance de la mano, desde el que dejarnos mecer en la tranquilidad y descubrir algunas facetas de la historia de Madrid.

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La Casa de Campo es uno de los espacios más singulares de Madrid, un territorio natural de gran valor para la capital que acoge desde centros de recuperación de fauna hasta un legado histórico, fruto de su condición como antiguo Real sitio.

Este inmenso parque público cubre una superficie aproximada de 1.800 hectáreas. Para hacernos una idea aproximada, podíamos compararlo con otros grandes parques de conocidas ciudades. La Casa de Campo sería como cinco veces Central Park de Nueva York, o como seis veces aproximadamente Hyde Park de Londres.

Al Igual que ocurre con el Monte del Pardo, ha sido la trayectoria histórica la que ha permitido la conservación de este espacio natural tan cercano a la ciudad. Los grandes cambios en la planificación urbanística llegan cuando la corte de Felipe II se instala en Madrid en 1561. En esta época, el Alcázar continúa las obras de reconstrucción y rehabilitación y se proyecta que el palacio cuente con un gran espacio verde donde el rey y la nobleza disfruten del esparcimiento y de actividades como la caza.

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Así, la Casa de Campo se convierte en una pieza clave dentro del plan que concibe Felipe II para establecerse en Madrid. Un espacio natural, en el que se diferenciaban parajes agrestes y el coto de caza, con huertas y jardines, constituyendo los primeros ideales renacentistas de medio natural planificado.

La condición de la Casa de Campo como Real Sitio ha conservado estos terrenos hasta nuestros días, ya que durante siglos perteneció a la corona. Sin embargo tras la proclamación de la Segunda República, fue cedida por el Estado al pueblo de Madrid (1 de mayo de 1931), estando desde entonces abierta al público.

Durante años, la autovía de circunvalación M-30 y el río Manzanares establecían una barrera entre el Madrid al este del Río y la Casa de Campo. Las obras de soterramiento de la autovía y rehabilitación del río, han eliminado dicha barrera haciendo el parque más accesible a los ciudadanos. De este modo Madrid está recuperando poco a poco su gran pulmón verde.

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Entrando a la Casa de Campo desde Madrid Río, por la llamada Puerta del Rey, se encuentran las primeras huellas del antiguo Real Sitio. Se trata del Palacio de los Vargas, un pabellón de caza y recreo que perteneció a una de las familias más adineradas del Madrid del siglo XVI, hasta que fue comprado por Felipe II a un heredero de Francisco de Vargas. 

Junto al Palacio, el cual se encuentra ahora en obras de rehabilitación, se proyectó uno de los primeros jardines renacentistas de España, con amplias avenidas arboladas que podían servir de paseo de calesas. Hoy este jardín se encuentra asilvestrado, aunque se puede admirar el trazado planificado. Su perímetro está cerrado por un muro conservado de la época y se le denomina Recinto Grande. Ahora es un oasis de tranquilidad donde poder pasear, practicar deporte o sentarse a leer en alguna de las mesas de madera dispuestas. 

La Dirección General de Patrimonio Cultural está realizando actuaciones para recuperar las características de este recinto histórico, en lo que se refiere al jardín renacentista y Las Grutas, un pabellón anexo a los jardines, las cuales recreaban con bóvedas rebajadas sostenidas por pilares, refugios naturales.

El palacete estaba casi pegado al arroyo Meaques, cuyo cauce fue posteriormente desviado para evitar humedades e inundaciones. Junto al arroyo se encontraba la llamada Huerta de la Partida, la cual abastecía de frutas y hortalizas de la hacienda de la familia de los Vargas

El lugar mantuvo su carácter de huerta hasta el primer tercio del siglo XX, aunque ya no con fines alimenticios, sino terapéuticos, tras ser cedido en 1928 al Comité de Plantas Medicinales, dependiente del Ministerio de Agricultura, por parte de Alfonso XIII. La guerra civil acabó con gran parte de esta huerta y su función. Sin embargo en 2007 y junto a las actuaciones llevadas a cabo en Madrid Río, se ha recuperado este espacio en forma de parque. Se han vuelto a plantar olivos y algunos frutales y se ha trazado a modo de homenaje el antiguo curso del arroyo Meaques de forma simbólica. El mirador instalado sobre la huerta de la partida nos ofrece una de las muchas vistas que ofrece la Casa de Campo sobre el Palacio Real y la catedral de la Almudena.

De camino hacia el lago por el Paseo del Embarcadero, se pueden observar otros vestigios históricos. Son muchas las fuentes de la época en la que la república abrió el espacio de la Casa de Campo al público. Un ejemplo es la fuente del Canal de la Partida, la cual está al lado de los restos del acueducto de la huerta de la partida, que recogía el agua del arroyo Meaques. Gemela a esta fuente es la llamada Fuente de la República, cuya inscripción nos confirma su construcción en 1933. Es una de las tantas que se encuentran a lo largo de la antigua Carretera de Castilla, hoy Paseo del Marqués de Monistrol.

Sin duda uno de los lugares más emblemáticos de la Casa de Campo es el lago. El proyecto inicial de Felipe II, constaba de 5 lagos, interconectados y construidos en el año 1563 por el holandés Pierre Jasen y surtidos por el arroyo Meaques. En la época de Alfonso XII, anexo al lago existía una pequeña laguna de muy poca profundidad, que se transformaba en invierno en una gran pista de hielo, donde el mismo Rey acudía a practicar patinaje. Hoy en día, el gran lago constituye sigue siendo un área de recreo para los madrileños, donde es habitual la práctica de deportes como el piragüismo, sobre todo desde que las obras del 2007 permiten el tratamiento y mantenimiento de las aguas.

Desde el lago merece la pena un paseo hasta la estación del teleférico. En este pequeño paseo es posible hacerse una idea sobre las dos formaciones vegetales más características de la Casa de Campo: el encinar, que forma parte del bosque original y el pinar, la mayor parte de repoblación tras la guerra civil. Por el camino atravesaremos la zona del Pinar de las siete hermanas, con pinos de más de 25 metros. Esta zona de la Casa de Campo comienza a ser más agreste y es común cruzarse con la fauna del lugar, como es el caso de las liebres. 

Si ascendemos por la llamada carretera del teleférico nos encontraremos con un hito histórico muy curioso. Una era de labranza., vestigio del uso agrícola y ganadero que toma importancia en la Casa de Campo, sobre todo en el siglo XIX y a principios del siglo XX. Se formaron nuevos prados con variedad de semillas para pastos del ganado. En 1841 y bajo el reinado de Isabel II, la Casa de Campo tenía más de 45 fanegas dedicadas al cultivo de trigo, 1.821 a la cebada y 211 al centeno. En 1843 se construye la necesaria era y casa de labranza, de las cuales se conservan fotografías de 1933 en la hemeroteca municipal de Madrid.

Ascendiendo unos metros por la misma carretera, también nos encontramos con unas ruinas que pertenecen al llamado antiguo cementerio de empleados. Se sabe que pudo albergar hasta 160 tumbas y que la portada fue proyectada por Sabatini. Hoy solo se puede ver su planta en ruinas ya que fue destruido en la guerra civil. No hay que olvidar que la Casa de Campo fue frente de batalla.

Sin embargo, uno de los mayores encantos del cerro de la estación el teleférico son las maravillosas vistas sobre Madrid. El teleférico llegó a Madrid como una innovadora atracción. La inauguración tuvo lugar en el mes de junio de 1969 por el alcalde de Madrid Carlos Arias Navarro. Desde el Paseo de Rosales a la estación de la Casa de Campo, recorre 2,5 kilómetros y se eleva hasta 40 metros de altura, sobrevolando Príncipe Pío, la ermita de San Antonio de la Florida y el río Manzanares.

La estación del teleférico está en una los puntos más altos de la Casa de Campo, lo que permite tener las mejores vistas del Skyline madrileño. Una vista única del Madrid monumental, o de otros hitos como el parque de atracciones.

La Casa de Campo constituye un mar verde al alcance de la mano, desde el que dejarnos mecer en la tranquilidad y descubrir algunas facetas de la historia de Madrid.

* Queremos agradecer la colaboración para este reportaje a David Leandro Masa, nuestro guía en la Casa de Campo y que nos ha ayudado a rescatar la visión más histórica de este magnífico espacio.

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