A 68 kilómetros de la capital se encuentra el municipio Patones de Arriba. La mejor manera de llegar a este rincón rural desde el centro de la ciudad es cogiendo la carretera de Burgos y desviándonos en la salida dirección Torrelaguna. Hay más caminos pero éste es el preferido por los conductores gracias a su comodidad.
El apodo ‘de arriba’ es porque también existe un Patones de Abajo. En la década de los 60 comenzó una migración casi completa de todos los vecinos del pueblo de la zona de arriba a la de abajo y Patones de Arriba quedó prácticamente deshabitado. En la actualidad, Patones de Arriba se ha convertido casi en un museo, un bello lugar con casas de pizarra y calles empedradas y mucho encanto.
Este pueblo es un conjunto arquitectónico donde se han mantenido las construcciones tal y como eran hace años. Su fama principal es por la abundancia de casas rurales y la cantidad de bares y restaurantes, se trata de un pueblo turístico más que residencial. Tan solo viven en el lugar algunos artesanos.
Es muy típico ir a pasar el día a esta localidad y disfrutar de su magnífica gastronomía. Además, es aconsejable no llegar muy tarde ya que el parking de la entrada del pueblo tiene muy poca capacidad para la gran cantidad de personas que acuden el fin de semana a desconectar.
Podemos disfrutar paseando por sus callejuelas que mantienen su estructura original. También hay alguna tienda de artesanía con productos muy interesantes de la zona y del propio pueblo.
También es normal que nos topemos con muchos aficionados al senderismo ya que por este municipio pasa uno de los caminos más interesantes: La senda de Genaro, GR 300. No obstante, hay otros caminos o senderos de menos importancia por los que podemos evadirnos y disfrutar de la naturaleza.
Otro punto interesante a visitar después de comer es el Pontón de la Oliva, la primera presa que se construyó para llevar agua a Madrid en 1857. Se encuentra a 6 kilómetros de Patones de arriba aunque hoy en día está en desuso.
Este pueblo te ofrece buena comida, vistas y paisajes naturales. Un hueco alejado de las grandes ciudades donde podremos retroceder en el tiempo.