Eduardo Casanova nos devuelve la confianza en la idea de los cortocircuitos, esos movimientos transformadores que se producen en los márgenes del sistema y que en este caso han llegado a un mercado cinematográfico grande y bien organizado como el de la Berlinale, donde estrenará Pieles.
Quizás poca gente se ha percatado de su futura trascendencia. La polémica por el cartel y el maniqueísmo patológico pueden aportar visibilidad, pero eclipsan la calidad del trabajo. ¿Quién lo hubiera pensado? Pieles programada y esperemos que premiada en uno de estos grandes festivales por los que nuestros atribulados cronistas realizan turismo cinematográfico. Debemos agradecer que, una vez más, el programa de un festival como la Berlinale abra sus puertas al universo creado por Eduardo Casanova.
En este punto, se hace oportuno reseñar el momento bisagra en que se encuentra el cine español, de un lado en permanente luto ante una época que se muere, literalmente, y de otro descubriendo brotes de hermosa belleza y creatividad que intentan resistir el vapuleo ignorante.
Con honrosas excepciones asistiremos, no cabe ninguna duda, al triste espectáculo de unas opiniones que, simplemente, no de hayan dignado a conocer la tesis del trabajo y se centrarán en lo polémico y superficial. También fuera de la película.
La entrada de Pieles en un certamen de perfil alto como la Berlinale eleva el valor del nuevo cine español en su conjunto y representa una oportunidad para introducir en el ambiente a otros directores y películas de características similares a la que Eduardo Casanova presenta.
Objetivo reconocido o no, Pieles nos lleva a la catarsis que también definiera Aristóteles, logrando que el espectador padezca con los personajes, comparta, comprenda y sienta cómo sufren, que se emocione.
Eduardo Casanova ha creado un lenguaje propio en un universo singular que sin embargo nos resulta reconocible y entendible. Vive el tiempo en su dimensión más angustiada, subrayando la espera, la ausencia y el dolor como si de golpes del pasado se tratara. Pieles es la actitud con que se asumen las heridas, el valor de la víctimas, la pasividad en la aceptación del sufrimiento y la necesidad de intervenir, no siempre, a favor de una felicidad relativa.
Como habitualmente sucede, un buen trabajo es resultado de una conjunción de dirección de actores y acertada elección de los mismos (Carmen Machi, Jon Kortajarena, Candela Peña, Macarena Gómez, Secun de la Rosa, Joaquín Climent, Carolina Bang, Itziar Castro…), imprescindible que sea la adecuada para la interpretación. Además ante el reto estético que representa Pieles también cuenta la iluminación, los movimientos de cámara, la composición, los ángulos de toma, los encuadres y tamaño de cada plano… Y en este caso en particular y muy especialmente la función de determinados objetos, el decorado, la elipsis o los encadenados… Todos esos recursos cinematográficos que Eduardo Casanova ha hecho confluir de una determinada manera, midiendo al milímetro para que los sentimientos estén a flor de piel.