jueves, marzo 28, 2024
11.7 C
Madrid

Jack Reacher: Nunca Mires Atrás

Jack Reacher: Nunca Mires Atrás. La agresividad y los crudos asesinatos se encaminan a la ñoñería familiar, más anecdótica que eficiente.

COMPARTE:

- Publicidad -

A pesar del título de la segunda entrega de Jack Reacher, protagonizada por Tom Cruise, el actor parece atrapado en un bucle temporal (un guiño al final apasionante de Dr. Strange), donde las chanzas a la edad han desaparecido como motor de sus andanzas como marginado héroe de antaño. Algo que funcionó en la primera adaptación One Shot de un novelista británico con admiración por el thriller nortemericano y con el accidentado pseudónimo de Lee Child. La realidad es que ha pasado ya un tiempo, desde su aparición en la cinta Taps, más allá del honor y se cumplen 30 del papel como hombre de acción en Top Gun… por tanto, como decimos por aquí, cierra los ojos y no mires atrás, o la cabra siempre tira p´al monte. 

Ha variado algo la estrategia, en esta entrega Never Go Back, donde Reacher multiplica las secuencias que funcionaban en la anterior película, sólo que esta vez, la dirección y el guion pasa de las manos de un, siempre, interesante Christopher McQuarrie, al director de Chicago que compartió su trabajo en  El Último Samurái, Edward Zwick. Entonces, ambos vuelven a compadecer ante los críticos para ofrecer otra versión de una anidación temporal, que parecerá prolongarse en el futuro con Top Gun 2 y Misión Imposible 6; todo ello en un abrir y cerrar de ojos…

Si en el pasado cinematográfico de Jack, el ex-agente de la policía militar se distinguía por el sarcasmo más rancio (su apellido Conseguidor es un paralelismo hacia la altura del propio novelista), aquí se vuelve algo menos anónimo o secreto. Aunque, siga desvinculado del  ejército y sus categóricas representaciones de poder, tanto en la acción como en oficinas, vuelve a verse involucrado en una trama mafiosa y peligrosa con un trasfondo de venganza personal, como es habitual en las novelas. Catalogado por su efectividad en las artes marciales y cierto olfato para la investigación privada, se ve involucrado en un caso de corrupción, que de ser verídico sería una ofensa, y convertido en una especie de Rambo frente a los enemigos más impertinentes y duros.

- Publicidad -

El dominio de estas habilidades contra la mafia, el espionaje extranjero u otras actividades criminales con representantes estatales, se aúna con la sensiblería para la gran pantalla, en esta primitiva ocasión, más pendiente de un áspero combate entre Rocky y un Ivan Drago interpretado por Patrick Heusinger (Cisne Negro, Quamtum Break). Así, se trata de una dudosa vuelta de tuerca, a sus atribuladas dotes como héroe de acción, de puro estilo a inicio de los noventa con farragosas tramas temporales… algo que no sienta muy bien a una posible libertad conceptual o sus movimientos, más o menos, o concierto de golpes.

Ahora, enfrentado al pasado de su propia vida sentimental, de la que un reiterativo Zwick se siente referente (no le recuerdo nada llamativo desde aquella Tiempos de Gloria de 1989), y yo añadiría, demasiado perdido o estereotipado. A través de unas secuencias  confusas y un argumento poco atractivo en el asunto judicial, Jack Reacher 2 no se distingue por los diálogos, sino por las frías relaciones de amistad u otras apariciones misteriosas en su vida personal. He aquí, unos hechos tan evidentes como escasamente emotivos.

Porque, una simple fotografía es un espejismo del ayer, que abre todo un mundo de incógnitas caprichosas o imágenes repetitivas, tal que un plagio de sí misma, con un banda sonora de chirridos, crujidos y alto volumen en su banda sonora. El suspense sólo atizado dos concepciones de la misma naturaleza violenta, el valor y la maldad, ataviados con trajes de caqui y sangre, cuerpos amontonados sobre un argumento aturullado y poco pulido. Tanto que, al final, la venganza está en manos de su compañera de reparto Cobie Smulders, curiosamente la Maria Hill de los Vengadores. 

- Publicidad -

Un mundo en conflicto, sobre el tráfico de armas y otras conexiones que empañan a antiguos compañeros (algo más escondido y rebuscado), hasta dar con su némesis, sea de cuerpos especiales o el espionaje internacional. Justo en ese momento crítico, en que ambas personalidades se encuentran, la acción se caracteriza por los épicos movimientos de los violines y la percusión, un silencio dramático y mantenido de nudillos magullados, y la ruptura vertebral cuando tocan los trombones y otros vientos. Esto, ha lo he visto y escuchado en otras épocas. Dos ramificaciones de profesión que se encuentran alrededor de vidas privadas y protección de objetivos, para competir por la excelencia o los atributos especiales de una peligrosa labor.
De la ejemplaridad cívica del principio, a la sucesión de penalidades judiciales que convergen en un ring salvaje, criminal y caótico, los  extremos o contrarios vitales, se van separando del caso principal y se enlazan, poco a poco, en rivalidad egocéntrica, para combatirse a sí mismos y su propio fracaso personal. La añoranza o repulsa de unos posibles, padres abandonados.

A pesar de los instrumentos de cuerda en tensión, no se acerca a su antecesora, ni a la personalidad arrolladora de aquel malvado interpretado por Werner Herzog, aunque indague en conflictos eternos como la avaricia o los contuvernios bélicos, con tramas judiciales envenenadas por los despachos y algunas complejas ´vacaciones` en familia. Tom Cruise, de piel curtida para el anti-héroe, se atiborra con una deslavazada historia pretérita de relaciones sexuales y frías miradas, algo cansadas o fingidas, como un golpe desde las alturas en una peli de serie Z. Aunque el tiempo todo lo cura, dicen. La tercera pata del inconsistente e incrédulo trío inconsistente, es la joven Danika Yarosh, que se empeña en abarcar sus nuevas posibilidades, si las hostias ajenas sobre un cuadrilátero de fogones o entre las pintorescas casas de New Orleans, se lo permiten. Por cierto, no he visto forma peor de retratar su musical y divertido carnaval.
El final estaba sentenciado a priori… los violines arrecian, hacia la escena de despedida. Calcado de situaciones cinematográficas del héroe de acción a contracorriente o el arrepentimiento emocional, mientras los malvados recuerdos recaen sobre algunos integrantes individuales de las fuerzas armadas norteamericanas. 

Los hechos son tronpicones de la personalidad corrupta o zancadillas del poder, en una investigación sospechosa visual y narrativamente, con el único suspense de conocer la resolución veloz, e intentar no volver al pasado… como los recuerdos de otros Asesinos enfrentados, luchas Face to Face, en un día aciago entre la jungla de cristal de Bruce Willis y Jeremy Irons, o al traje de diseño más cercano a John Rambo, conceptualmente, que a pajaritas y chaqués estilizados de los dobles agentes de la reina, encabezados por un gentleman de la acción y el suspense, como James Bond. Este Jack Reacher como Bourne o áquel, ha perdido algo de glamour y de fuerza, también.

Una evidencia, la agresividad y los crudos asesinatos se encaminan a la ñoñería familiar, más anecdótica que eficiente, de vicisitudes ocultas para la memoria de los personajes y otra mirada atrás. El foráneo o viajero anónimo, o la vuelta a la responsabilidad del anti-héroe, más golpes y violines, escabulléndose de emociones forzadas o, conexiones con otras partes del Cuerpo… extraviadas extremidades, un poco desdibujadas… sangrantes. Hasta la vista, baby!

- Publicidad -

COMENTARIOS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

ÚLTIMAS NOTICIAS

- Publicidad -

ENTREVISTAS

- Publicidad -

REPORTAJES