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El histórico y bohemio Callejón del Gato que inspiró a Valle-Inclán

La calle Álvarez Gato, callejón que albergó cafés decimonónicos y multitud de locales variopintos. La calle Álvarez Gato, callejón que albergó cafés decimonónicos y...

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En el pintoresco y bonito barrio popularmente conocido de Las Letras, se encuentra una calle con historia y leyenda. La calle Álvarez Gato, estrecho callejón que albergó importantes cafés decimonónicos, multitud de locales variopintos y dónde el propio Valle-Inclán descubrió y creó un género literario: el esperpento.

El nombre de este bohemio callejón figura en el plano de Espinosa de 1769 y su origen estaría en el madrileño poeta Juan Álvarez Gato,  cristiano converso que llegó a ser el mayordomo de la reina Isabel la Católica, y que pudo adoptar el apellido Gato de una hazaña militar.  Pero el callejero de Madrid cuenta con versiones muy variadas para muchas de sus calles de las que se desconoce plenamente el origen.

La primera leyenda cuenta que el Cardenal Cisneros encargó cazar un gato y confeccionar unas botas con su piel, imitando el diseño de las de Carlomagno, para regalárselas a Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.

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Lo que jamás imaginaron era que las botas desprenderían un olor, imperceptible para los humanos, pero no para los felinos que se sentían atraídos y cada vez que el Gran Capitán las portaba, los gatos del vecindario lo seguían y se orinaban, de modo que alteraron el habitual olor de esta calle que pasaría a llamarse el callejón del Gato.

Lo que sin duda si existió en este pasaje y que describe Ramón Gómez de la Serna “En el callejón del Gato hubo hasta hace poco, calzados en la pared y del tamaño del transeúnte de estatura regular, dos espejos, uno cóncavo y otro convexo que deformaban en don Quijote y Sancho a todo el que se miraba en ellos”.

Fue en estos espejos ubicados en la puerta de un establecimiento, donde el dramaturgo y novelista Valle-Inclán encontró la inspiración para Max Estrella en Luces de Bohemia, cuya escena principal transcurre en el mencionado callejón.

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No tuvo más que fijarse cómo los transeúntes que pasaban se reían y se burlaban unos de otros, deformados sus cuerpos en los espejos. Eran escenas alegres y grotescas a la vez que a los ojos de Valle-Inclán se transformaron en esperpénticas.

En la obra, Max Estrella le dice a Don Latino: «Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato. Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. España es una deformación grotesca de la civilización europea. Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas. Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España».

A día de hoy sigue habiendo dos espejos que en forma de guiño al pasado, simulan y recuerdan a los originales. La calle también cuenta con una placa recordando su pasado literario en homenaje a Valle-Inclán.

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