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Siempre con las víctimas del terrorismo

ETA ha matado a cientos de personas, y todavía a día de hoy, muchos etarras ni han pedido perdón, ni se han arrepentido por tanto dolor que han producido.  Existen muchos...

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Existen muchos días en nuestra memoria cuando nos hablan de terrorismo, pero yo reconozco que hubo uno que a mí me marcó de manera muy especial, el 10 de julio de 1997. Seguramente muchas personas no sabrán por la fecha a qué me refiero, pero si digo que fue ese día cuando ETA secuestro a Miguel Ángel Blanco, estoy segura de que se acuerdan perfectamente de cómo vivieron esas agónicas 48 horas. 

No creo que me equivoque mucho si digo que ese día marcó un antes y un después en la unión de todos los españoles contra la banda de asesinos ETA. Por desgracia, todos conocíamos el historial de esta banda, acostumbrada a matar a inocentes. Tiros en la nuca y bombas, en una guerra sin sentido, de odio y muerte que sólo ellos se habían inventado. Pero anunciar una muerte, tener en sus manos la vida de una persona y pregonarlo, hizo estremecerse por dentro a todo un país. 

Todavía recuerdo cómo si fuera hoy como los secuestradores daban 48 horas al Gobierno de Aznar y le chantajeaba con la vida de un joven concejal del PP, para que trasladasen a las cárceles del País Vasco a más de 600 presos que estaban en distintos centros penitenciarios de toda España. 

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Ese día, que yo definiría como agónico, toda España salimos a la calle. Con sensación de impotencia, pero con manos unidas de esperanza, pensábamos que si los terroristas nos veían unidos, llenando las calles, en contra de la barbarie, de sus imposibles pretensiones, no serían capaces de asesinar a ese joven concejal. Más de seis millones de españoles pidiendo compasión a una banda de asesinos. Esa compasión nunca existió, ETA asesino a Miguel Ángel Blanco.

Esa misma compasión que no tuvieron nunca durante tantos años, matando a tantísimos inocentes. Muchísimas familias destrozadas de por vida por su culpa. ETA ha matado a cientos de personas, y todavía a día de hoy, muchos etarras ni han pedido perdón, ni se han arrepentido por tanto dolor que han producido. Ese mismo dolor que continúa produciendo el terrorismo en muchos países, esa barbarie inexplicable, sin sentido, que continúa asesinando personas de una manera monstruosa. 

Es por ello, por lo que me sorprende y me duele, que se reciba a un terrorista en las Instituciones como un “hombre de paz”. Un hombre de paz jamás hubiera matado a nadie. Un hombre de paz jamás llamaría a «reventar» las calles de Bilbao. Pero lo más sorprendente es que existan representantes políticos de Podemos que muestren su apoyo a los terroristas. No es la primera vez, por eso no debería sorprenderme. Pero me llama la atención que hablen de derechos, ¿defender todos “los derechos” de quién, de los asesinos? Ellos los perdieron desde el momento en el que apretaron el gatillo o encendieron una mecha arrebatando la vida a personas inocentes. ¿Qué pueden exigir los asesinos? Nada.

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Al contrario que las victimas del terrorismo, ellas sí pueden exigir. Dignidad, memoria y justicia. Y, sobre todo, el apoyo de todas las Instituciones, en todo momento. 

Por ello, me siento orgullosa de la Comunidad a la que representó como diputada, donde los compromisos se cumplen, también con las víctimas. Dando un paso más hacia delante, llevando a cabo el compromiso de elaborar una nueva Ley de Víctimas del Terrorismo que establezca líneas de actuación y ayudas como muestra de nuestro reconocimiento, compromiso y solidaridad. Dejando de manifiesto claramente de qué lado estamos, siempre junto a las víctimas del terrorismo. 

Nadia Álvarez es diputada del Partido Popular en la Asamblea de Madrid.

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