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Muchas felicidades, reina

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Mami, mama, mamuchi, mamá, madrecita, mamita, madre, amá, mare, nai, mamma, mummy, maman, 媽媽”mi vieja”, jefa…todas estas palabras llaman a un mismo ser, un ser extraordinario a la par que incomprensible; una madre. ¡Ay! las madres…esas mujeres con un don innato de sacarnos de quicio, de desafiar a los grandes chefs de España con sus croquetas, de meter los bajos de los pantalones con una técnica impecable, de hacer que la frase “tú verás” te deje en parada cardiorrespiratoria, de obligarte a que te abrigues en el tórrido mes de julio, de vaticinarte en pleno auge de los pantalones campana que los pitillo serán tendencia, de deshacerse clandestinamente de tus prendas más sagradas, de pillarte a la primera hasta el piercing del esófago y de hacerte sentir que Elsa Pataky a tu lado es “del montón”.
 
Y es que hay tantos tipos de madres que un mami- LinkedIn no tendría suficiente espacio para incluir los perfiles de todas estas mujeres tan variopintas. Sin embargo, seamos realistas, madre no hay más que una, efectivamente, una universal. En efecto, tenemos que reconocer que no hay nada que dé más “subidón” que darte cuenta que tu progenitora y sus inconcebibles manías son clavadas a las del resto del mundo. Exclamar “¡mi madre igual!” es tan reconfortante que enseguida la adrenalina se adueña de tu cuerpo y tu incomprensión descansa por unos instantes sabiendo con certeza que toda madre procede de un mismo planeta.

Qué más da, sean todas igualitas, parecidas o completamente opuestas, las madres son las abejas reinas de las colmenas; esas colmenas como son los hogares, aquellos lugares donde se desgañitan nuestras alegrías, se desahogan nuestros ojos, gritan nuestros desamores inexplicables, y vociferan las preocupaciones. Pero únicamente estas reinas perciben los gritos de nuestro corazón con apenas alzar la mirada. Y es que lo que realmente engrandece a una madre no es el hecho de estar siempre, es precisamente saber no estar siempre. Ellas saben alejarse cuando el duelo quiere estar a solas con nosotros mismos, saben comprender nuestra soledad y no descuidan protegernos desde muy cerca pero en la distancia.

Dicho esto propongo que a partir del próximo año, el primer domingo del mes de mayo pase a llamarse el Día de la Reinas. Pero tranquilidad, las madres son unas reinas campechanas que no exigen oros ni regalos inasequibles, sólo reclaman lo más valioso; tiempo, amor y verdad. Por eso la materialidad no está reñida con el día de la maternidad pero sin duda triunfan los regalos colmados de sentimiento, y los detalles repletos de sensibilidad.

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Las fotografías- ya sean enmarcadas, en collage o colgadas en una cuerda deshilachada con pinzas en el jardín -, siguen siendo el “regalazo” ideal para enternecer el alma de toda mami. Las flores siempre decoran esta fecha, y este año no iba a ser menos, eso sí, los centros de flores de tela han sido un éxito rotundo. Cosmética, ropa, manualidades, joyas, todo es bienvenido, pero sin duda lo realmente conmovedor y emocionante es regalar experiencias, aquellas que crearán recuerdos que invadirán de por vida las memorias de toda madre.

Muchas felicidades, reina.

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