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Pesadillas: la infancia y los cuentos de terror

Pesadillas tiene esa base en las novelas de nuestra infancia o se acerca a las películas de otras décadas pasadas.

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Algunos aficionados al cine (entre los que me encuentro) recuerdan con cierta nostalgia las películas juveniles de otras épocas, en las que aventura, misterio e incluso el terror, te ponían el vello incipiente erizado o carne de gallina, con sus avatares a los más pequeños. Siempre con un espíritu aventurero dentro del universo de la imaginación.

Hoy varias innovaciones técnicas y la frecuencia de la acción televisiva, han cambiado la percepción de aquellas pequeñas joyas familiares que veíamos en familia. Aunque, en este caldo de cultivo imaginativo, eventualmente han existido directores como Rob Letterman que intentan recordarnos los pasatiempos y juegos en pandilla de antaño, regresando a los orígenes de la literatura infantil para crear mundos cinematográficos que devuelvan la fantasía a sus principales precursores, esto es, los jóvenes y niños.

En cartelera, tenemos su última película, como director emergido de las entrañas animadas de Dreamworkd o Sony Animaitions de Columbia, con películas de suerte dispar entre críticas y taquilla, como El Espanta-tiburones o Monstruos contra Alienígenas, u otras comedias que no completaban el recorrido esperado ni las historias se adentran en la mente infantil con paso firme. Ahora un nuevo filme basado en los inicios de unos personajes creados en los libros de R.L. Stine con el título de Goosebumps o Pesadillas, con una familia peculiar conformada por un padre misterioso, su hija y un chico curioso con interés a un acercamiento progresivo a la aventura y a la joven protegida.

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Pesadillas entronca con aquellas historias compuestas por diversos episodios (o capítulos de una serie como Los Cinco), incluso en las correrías ribereñas de Tom Sawyer, que tenían diferentes protagonistas en la ficción o villanos distinguidos en cada tramo de los capítulos o libros. Aquí las Pesadillas van pasando gradualmente por el scifi y los cuentos de terror clásicos, cuando los monstruos archiconocidos por la literatura y el cine juvenil,  se entregan a la persecución de siniestros planes para desbaratar el mundo, o también recuerdan ligeramente a elementos de cómics como Historias de la Cripta, Horror Cómics o Creepy, y más adultos como Heavy Metal o 1984; porque su autor es sucesor de aquellos con su trabajo en La Hora del Terror. Una curiosidad, además estos libros Pesadillas, fueron ilustrados por el reconocido Alfonso Azpiri, protagonista en la inolvidable revista Cimoc o el diseño artístico del filme El Caballero del Dragón.

Por tanto, Pesadillas tiene esa base en las novelas de nuestra infancia o se acerca a las películas de otras décadas pasadas con personajes que nos caen bien desde el comienzo, si bien el argumento empiece a hacer aguas en cuanto aparecen los primeros síntomas de un uso indiscriminado y chabacano de los efectos especiales. Al menos, las Goosebumps se mantienen por la construcción de los personajes y la forma de contar atribuladas aventuras, siempre  con la diversión por bandera y algunos sustos dirigidos con efectividad a los más jóvenes de la casa. En el guion, nos podemos encontrar con personalidades entre la timidez y el misterio, amenazas ocultas en cada correría por la ciudad de….. o secretos mantenidos en mansiones y estanterías plagadas de juegos al estilo Jumanji, con vecinos sombríos de mirada amenazadora como aquel vampiro interpretado por Chris Sarandon en Noche de Miedo, o el enfrentamiento de unos jóvenes contra una banda de vampiros en The Lost Boys.

Existe cierta sintonía con los estantes de bibliotecas de estilo barroco y las mansiones con jardín a la entrada, e igualmente con aquellos actores que fueron desconocidos o desaparecieron, buscando el legado de estrellas infantiles de otras épocas de Hollywood.

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Evidentemente aquellos rodajes eran pura diversión, contaban con el nombre de algún actor o actriz de caracter extrovertido o romántico y viejas estrellas consagradas para rivalizar el pasado y futuro, en el caso de Pesadillas la extravagancia de Jack Black y su halo divertido interpretando al escritos de cuentos, personaje encerrado en su mundo y habituado a sintonizar con otros pequeños artistas en camino.

Jack debiera explotar más esta vena (que trabajó anteriormente junto a Letterman en Los Viajes de Gúlliver), como aspirante a intérprete de las mil caras mezclando realidades con extravagancias cómicas, pero dispuesto a combatir con simpatía, la inmovilidad de cromas verdes y efectos digitales (el mal principal del filme); es decir, la misión del director se encamina a dirigir su encierro con ejercicio físico al exterior para quemar calorías acumuladas, como las  familias desintoxicando su pasado culinario, debido al estreno tras últimas fechas navideñas. Y cuestionar a ciertos individuos radicales o malvados que pasean por aventuras dedicadas a los pequeños y se convierten en caricaturas frente a la impericia protagonista de sus héroes de acción. Deberían aprender a tomar aire  ante tanta carrera endemoniada o ser dirigidos por otro director menos efectista. Ellos son Dylan Minnette (Démame entrar, Prisioneros) fue habitual en series de éxito y próximamente dirigido por James Franco, Ryan Lee (Super 8) o la guapa Odeya Rush que rueda su primer corto como directora y estará en la próxima película de Jonathan Mostow con Sam Worthington o en The Bachelors junto a Julie Delpie y el oscarizado J.K. Simmons. En esta ocasión, acompañados por actrices más experimentadas como Jillian Bell (The Master, Inherent Vice) o Amy Ryan (Birdman, El Puente de los Espías).

Claro, todo intento de consumo desbocado en la ciencia ficción, tiene sus contraindicaciones. A ese otro lado del misterioso espejo literario, se halla el consabido efectismo en busca un éxito comercial de la manera más fácil, por lo que la escritura de cierta calidad se ve afectada por otra estructura visual, y la sintáctica está dedicada a romper la ensoñación inicial. Aquello que debía haber sido, se transforma en una especie de monstruo que devora las buenas letras y la empatía del comienzo, por una acción con frases manidas y gestos artificiales, hasta convertir el misterio en una mancha difusa a gran velocidad. La aventura juvenil es una percha donde los «bichos» cuelgan sus trajes de miedo y diversos artefactos mecánicos o binarios se apoderan de la imaginación. Vamos que esas Pesadillas toman el camino fangoso de la evidencia técnica, o un batiburrillo de efectos sonoros grandilocuentes con las consabidas amenazas que producen el caos y la convulsión social en la ciudad… y los espectadores más asentados.

El final son unos fuegos de artificio de magnitudes supuestamente colosales (aunque se manifiesta el despropósito), ante la necesidad comercial o la consecuencia económica de una producción avalada por Sony y Columbia Pictures.

La apuesta inicial merecía la pena, mediante un guion del dúo Scott Alexander y Larry Karaszewski (Ed Wood, Man on the Moon) y Darren Lemke (Schrek Felices para Siempre, Jack El Caza-Gigantes), aunque el romanticismo y su amor por la literatura juvenil se evapore como un sueño efímero del pasado. Va metiendo el cuezo o la semilla distorsionada en distintos tiestos, que van desde gremlins navideños a insectos apocalípticos, de fantasmas de otras Navidades a muñecos diabólicos con ínfulas de grandeza, como los nuevos y siniestros dominadores del mundo. Todos son personajes habituales en fábulas o leyendas de Cazafantasmas que actúan contra las fuerzas del mal, pero derrapan con hombre lobo sin garras en sus patas traseras.

Aún con todo, quitando varios rollos del final que se deshacen en la atmósfera como Marshmallow gigante bajo un lanzallamas, se pasa un buen rato recreando tardes con nuestros libros favoritos o tebeos… hasta que llegaron los ordenadores y sus arrolladores juegos digitales. ¡Viva la lectura!

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