Para muchos el amor es una medicina que cura todos los males, para otros, el amor es una enfermedad en sí incurable. Pero ¿puede afectar nuestra salud para bien o para mal? Según varios investigadores de epigenética sí.
Para la epigenética, ciencia que estudia la relación de las emociones, relacionadas con el amor especialmente, y los genes, no es el sentimiento de amor el que influye de manera negativa o positiva, es el ideal romántico que se ha venido construyendo en la sociedad lo que influye, y desgraciadamente de una manera negativa.
Gracias a las representaciones mentales que crea el ser humano en su cerebro sobre el amor ideal la salud se ve afectada. Lo cierto es que todos sufrimos por amor, no porque este conlleve en sí el sufrimiento, sino porque este se deriva de las expectativas no alcanzadas, expectativas diseñadas y estereotipadas por la sociedad más no por la realidad natural del ser humano.
Estas expectativas no alcanzadas pueden ocasionar estrés, desesperación, dolor, depresión, trastornos obsesivos compulsivos, insomnio, e ira, así como también daños conductuales, peleas, consumo excesivo de pornografía, divorcio y drogodependencia, trastornos alimenticios como bulimia o anorexia, e inclusive agotamiento físico.
Además de todos estos efectos secundarios del amor, los avances en epigenética han podido demostrar que todos ellos se transforman en información genética. Esta información genética realiza modificaciones en el material genético cambiando la manera en que se activan y desactivan los genes. Lo que muchos científicos traducen en una relación entre experiencias sociales, expresión de los genes, cambios neurobiológicos, y variación de la conducta. Es decir, en un lenguaje más coloquial, el entorno social penetra en nuestra mente por mecanismos epigenéticos condicionando nuestra descendencia, pudiéndose transmitir las experiencias sociales genéticamente.
Todavía no se sabe a ciencia cierta los efectos del amor en el cuerpo humano y más concretamente en la genética, apenas son unos estudios que van bastante avanzados, pero nada verificado científicamente. Lo que sí está comprobado neurológicamente es que el fracaso a la hora de alcanzar una expectativa, la del amor romántico, por ejemplo, produce estrés. El ser humano es incapaz de controlar este estrés y esto conlleva un impacto en el sistema inmunitario, el corazón, y en la salud mental.
Las recomendaciones apuntan a que el ser humano debe entender que el amor no es perfecto y que no va a suceder tal cual se espera, por el contrario, es inesperado e imperfecto, en la medida en que esto se entienda y no se tienda a idealizar, alcanzar la felicidad y mejorar la salud no será tan complicado.