La enfermedad de Parkinson afecta en España aproximadamente a unas 150.000 personas. En esta enfermedad se dan dos síntomas aparentemente antagónicos y que fueron magistralmente descritos por Parkinson, al definirla como “Parálisis Agitante”: Temblor y rigidez.
El tratamiento de la enfermedad es eminentemente médico, pero hay un porcentaje de pacientes que, pasados unos años, dejan de responder al tratamiento o tienen que tomar unas dosis muy altas de medicación.
Afortunadamente, hoy día se están haciendo progresos muy importantes en las Neurociencias. Por ejemplo, se pueden llegar a ver en una Resonancia Magnética, con extraordinaria precisión, los núcleos neuronales implicados en esta enfermedad. La Neurocirugía ha evolucionado también de forma muy importante en sus conocimientos, tecnología y técnica quirúrgica.
Estos avances han repercutido de manera muy especial en la enfermedad de Parkinson, porque, en los casos que dejan de responder al tratamiento médico o hay que dar dosis muy altas de medicación, se aconseja recurrir a la cirugía.
Los pacientes que van a ser intervenidos son elegidos por un equipo multidisciplinar compuesto por neurólogos, neurocirujanos, neuroradiólogos y especialistas en neurofisiología, tras estudiar su caso y realizar todo tipo de pruebas diagnósticas. Dicho equipo multidisciplinar hace el estudio y selección del paciente idóneo para ofertarle el tratamiento quirúrgico, diseña y lleva a cabo la intervención quirúrgica y, por último, coordina la conjunción de tratamiento médico y estimulación cerebral tras la implantación del sistema de estimulación cerebral profunda.
La intervención quirúrgica que se realiza consiste en la implantación de electrodos en núcleos neuronales implicados en la enfermedad, para llevar a cabo una Estimulación Cerebral Profunda. Estos electrodos se conectan a un estimulador (similar al marcapasos cardíaco), de manera que dicho núcleo cerebral es estimulado de forma más o menos continua, de acuerdo con las necesidades del paciente. Esta estimulación “modula” el comportamiento de las neuronas de este núcleo, consiguiéndose disminuir o suprimir la rigidez y el temblor.
El resultado final, en un porcentaje de casos superior al 80%, es que el paciente queda sin temblor y con una disminución muy marcada de la rigidez en brazos y piernas. La intervención quirúrgica es de muy bajo riesgo quirúrgico, con muy baja morbilidad y prácticamente nula mortalidad. El hecho de que no haya secuelas postquirúrgicas incrementa de forma importante la calidad de vida.
Se pueden llegar a estos resultados porque los avances tecnológicos permiten técnicas que consiguen acceder a estos núcleos con gran precisión: gracias a la Resonancia Magnética de alto campo, a neuronavegadores con programas de software complejos y muy precisos, así como al control neurofisiológico intraoperatorio de la actividad espontánea y tras estimulación de las neuronas de dichos núcleos.
Aparte de mejorar el temblor y la rigidez, la intervención quirúrgica permite disminuir la cantidad de medicación necesaria para controlar la enfermedad. Y estudios muy recientes están demostrando que la implantación de este tipo de dispositivos y su funcionamiento mantenido en el tiempo mejora la evolución de la enfermedad de Parkinson, retrasando claramente la tendencia al empeoramiento progresivo.
El Profesor Rafael García de Sola es Catedrático de Neurocirugía y Jefe de Neurología del Instituto de Neurociencias Avanzadas de Madrid del Hospital Nuestra Señora del Rosario.