La nostalgia es una de las tendencias del momento, lo cual no deja de ser por lo menos curioso. Desde la Antigua Grecia se ha venerado el pasado, pero hoy en día vivimos un auténtico revival nostálgico que, gracias a las nuevas tecnologías, se ha convertido en un negocio.
Resulta paradójico que la nostalgia se haya instaurado en nuestras vidas justo en un momento de grandes innovaciones y cambios tanto a nivel tecnológico como social, sin embargo, es perfectamente normal. La Historia demuestra que en períodos de inestabilidad o transformación social, siempre surge un corriente de reivindicación de “un pasado mejor” que, por supuesto, tiene sus pros y sus contras.
¿POR QUÉ CUALQUIER TIEMPO PASADO NOS PARECE MEJOR?
Los psicólogos y neurobiólogos hablan del “bache de la reminiscencia”, un período de tiempo de nuestra vida que recordamos vívidamente y normalmente con cariño. En general se trata de la época que vivimos entre los 15 y los 25 años.
En esa etapa de nuestras vidas es cuando se está formando nuestra personalidad, pero según algunos investigadores, también tiene que ver con la manera en que nuestro cerebro madura. Por lo general, solemos recordar mejor las cosas positivas y también las primeras veces. Durante esos 10 años todo es nuevo y nuestras preocupaciones poco tienen que ver con facturas e hipotecas o con problemas en el trabajo; nuestros recuerdos no son tanto cosas como experiencias.
Es fácil que no recordemos una película que vimos la semana pasada y, sin embargo, sepamos perfectamente a qué cine fuimos, qué ponían y hasta qué ropa llevábamos puesta en nuestra primera cita. Recordaremos sobre todo las sensaciones.
Cuando vemos o vivimos las cosas por primera vez, no tenemos un referente con el que comparar, por lo que nos impactan más. Si vemos ahora una película que nos diera mucho miedo cuando éramos pequeños, seguramente ya no nos lo va a dar igual.
Recordamos qué canciones o películas nos gustan “desde siempre” pero no el motivo por el que decidimos que nos gustaban tanto. Siendo sinceros, si hoy en día, ya como adultos, viéramos por primera vez muchas de nuestras películas favoritas, es muy probable que no las considerásemos como tal.
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Esto explicaría por qué vemos las mismas películas una y otra vez. Superados los 25 años, cada vez tendemos más a volver a la misma música, cine u otros referentes culturales. No es tanto por el contenido en sí, sino por la experiencia de estar viendo algo que nos resulta familiar y cómodo. Sabemos lo que va a ocurrir, que nos va a gustar y, al mismo tiempo, vamos a seguir descubriendo cosas nuevas porque vemos las mismas cosas pero con una información y experiencia personal distintas a las que teníamos antes.
La nostalgia, que se consideró una enfermedad durante mucho tiempo, es un término que se acuñó en el siglo XVIII, hace relativamente poco. Viene de las palabras griegas “nóstos” (volver a casa) y “álgos” (dolor), y se utilizó para describir el estado de los mercenarios suizos que luchaban lejos de su hogar. Con el tiempo se ha ido transformando su significado y no tiene las connotaciones negativas de antaño. Al contrario, para muchos psicólogos, recurrir a los recuerdos positivos del pasado puede ser un buena manera de darnos fuerza cuando la necesitamos.
Muchas veces queremos tener el control, y para ello es útil saber qué va a pasar. La nostalgia es una herramienta que nos da estabilidad, que se contrapone a esa amenaza o miedo que supone el cambio y que se refleja tantas veces en el refranero popular: más vale malo conocido, que bueno por conocer. Algo a lo que podemos contraatacar con aquellas sabias palabras de Karina: “volver la vista atrás es bueno a veces, mirar hacia adelante es vivir sin temor”.
Fuente: Youtube
EL AMOR-ODIO DE LA NOSTALGIA Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
Decir que las nuevas tecnologías son malas sería un error, ya que sin duda han traído un montón de cambios a nuestras vidas que son positivos. Sin embargo, cada vez parece más claro que un mal uso de las mismas puede generar o acentuar distintos tipos de trastorno.
En contraste con las primeras veces y las sensaciones que recordamos de nuestra juventud, la Red supone una invasión de información constante y con muchísimos detalles que seguramente olvidaremos en un par de minutos.
Hay más información y también más fuentes de información, lo que hace más difícil que haya una historia común. El consumo cultural ha cambiado mucho. El número de estrenos cinematográficos de 2018 es muchísimo mayor que el que hubo en 1988, por no hablar de las plataformas de contenidos bajo demanda, YouTube, etc. No hay una canción del año, hay muchas.
Al mismo tiempo, las nuevas tecnologías nos ayudan muchísimo a poder ser nostálgicos, y además están dominadas por seres nostálgicos.
El acceso a gran cantidad de información nos permite poder recuperar el pasado. Nos podemos convertir en auténticos especialistas con un par de clics. Es fácil recordar nuestros videojuegos favoritos, pero gracias a Internet y un par de búsquedas podemos incluso rescatar a los personajes secundarios en lugar de dejar que se pierdan en el olvido. Hasta podemos saber perfectamente cómo era un tiempo pasado sin ni siquiera haberlo vivido.
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La nostalgia histórica no es un fenómeno nuevo. Al contrario que la nostalgia personal, la histórica se refiere a una época que no hemos vivido. Tenemos a nuestro alrededor un gran número de ejemplos de nostalgia histórica que las nuevas tecnologías han ayudado a difundir, desde la recuperación del vinilo hasta el baile del lindy hop.
Hoy en día, gran parte de los responsables de generar contenido pertenecen a la llamada Generación X, los nacidos entre 1960 y 1979. Ellos son precisamente quienes más directamente han vivido los cambios provocados por la innovación tecnológica de los últimos tiempos.
Al contrario que sus padres o abuelos, ellos vienen de un entorno donde el ocio ya era un bien de consumo. Nacieron con la televisión, crecieron con los videojuegos y han tenido que adaptarse al mundo digital; pasaron de marcar el teléfono con un dedo a los smartphones.
Muchos de los componentes de esa generación son quienes deciden qué vamos a ver en el cine o cuál va a ser la próxima moda. Contraatacan ese cambio de formato con lo que conocen: la nostalgia. Y además es algo que quieren compartir con sus hijos. Por eso hay tantas películas de héroes de Marvel o de Star Wars. Del cómic, a los personajes generados por ordenador.
EL NEGOCIO DE LA NOSTALGIA
El cine es sólo uno de los muchos negocios que están viviendo de la nostalgia.
Un ejemplo autóctono que ya es un clásico es el blog Yo fui a EGB, que desde Internet ha ido creando un imperio de libros, merchandising o juegos de mesa. Desde luego, su nicho de mercado es muy grande. Es toda esa Generación X la que no sólo crea contenidos sino que también está en posición de pagar para consumirlos.
La nostalgia no deja de generar negocios. El ocio y cultura popular tienen una historia lo suficientemente larga como para que podamos pasarnos años rescatando momentos del pasado. Algunos, como con el paleotraining, se han remontado incluso a la Prehistoria, así que hay nostalgia para rato.
Lo más interesante será ver, dentro de unos años: ¿qué recordarán aquellos que tienen hoy entre 15 y 25 años?, ¿qué es lo que sobrevivirá?