Aunque muchas veces tratemos de evitar las malas palabras por amabilidad o comodidad, un estudio del Departamento de Desarrollo Humano de la Universidad de Washington sugiere que la represión de emociones negativas por parte de los progenitores puede ser perjudicial en los niños. A continuación, te lo explicamos en mayor profundidad.
UNA SENCILLA PRUEBA
Este estudio se ha publicado en la revista ‘Emotion’, dependiente de la prestigiosa American Psychological Association. Ha sido dirigido por la investigadora Sara Waters, con coautores de la Universidad de Columbia.
Para ello, se separó a un grupo de padres y se les dijo que realizaran tareas agobiantes, como realizar comentarios comprometidos en público. A unos, de forma aleatoria, se les dijo que reprimieran las emociones que eso les provocaba, y a otros se les indicó que expresaran lo que sentían.
Más adelante, se les ordenó que construyeran un proyecto con Legos, para el que los pequeños tenían que dar instrucciones a sus progenitores. Los investigadores detectaron que la comunicación era mejor entre los padres que no habían reprimido sus emociones.
DIFERENCIA ENTRE PADRES Y MADRES
Al dividir la muestra en un número similar de padres y madres,se pudo comprobar que los niños eran más susceptibles a la represión de emociones en sus madres. Los investigadores han sugerido que esto podría deberse a que los padres reprimen sus sentimientos de forma más habitual, por lo que podría no ser una novedad.
Waters señala que los niños están acostumbrados a detectar cuándo ha sucedido algo malo a sus progenitores, y el hecho de no hablar de ello puede resultar confuso para ellos. Por ello, se concluye que observar el surgimiento y resolución de un conflicto puede ser positivo para el niño, para aprender de él en el futuro.