Han pasado suficientes días (5) desde la Gala de los Premios Goya para poder reflexionar.
Todo el mundo ha visto y compartido el emotivo discurso de Jesús Vidal. Quizás, el momento más sincero que jamás se ha visto en una gala de este tipo. Y, sin duda, la reivindicación más justa y unánime de cuantas se han hecho a lo largo de la historia. Y no son pocas.
La primera vez que vi la película ‘Campeones‘ debo reconocer que me sentí culpable. Culpable por reírme, continuamente, con los personajes. Un sentimiento de miserable me invadía, pero no podía parar de reir.
Durante el segundo visionado -ayer-, comprendí que el motivo de estas risas no era otro que el producto de un gran guión interpretado a la perfección por unos magníficos actores. Eso, señores, es inclusión. Eso, señores, es dar visibilidad a la diversidad.
Por eso quise volver a ver la película. Para entender aún mejor las palabras de Jesús Vidal, que mucho más allá de arrancarnos una lagrimilla durante la ceremonia, lo que consiguió fue darnos una lección de vida.
Y ahora, que estas palabras no se queden en un recurrente tema de conversación durante los cafés de esta semana. No seamos hipócritas. Tratemos a las personas con diversidad funcional como lo que son, personas. No nos compadezcamos de ellos, integrémosles en la sociedad.
Y Madrid… ¿Es Madrid una ciudad hostil para la discapacidad? Ya sabemos en qué dirección debemos remar. Gracias por tanto, Jesús Vidal.