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Hernández Dopico: «Los casos más graves de bullying los producen los adultos»

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Pilu Hernández Dopico es maestra, formadora de formadores y CEO de El Pupitre de Pilu. Le gusta trabajar con personas que tengan ganas de aprender y superarse día a día. Es maestra porque cree que los niños tienen el derecho de ser dueños de sus propias vidas y para ello, hay que guiarles, enseñándoles a experimentar y a vivir, y, además, entiende la diversidad como una oportunidad.

Los últimos estudios publicados afirman que el acoso escolar ha descendido y ha crecido el cyberbullying. Pilu considera que el bullying es una asignatura pendiente que hay que trabajar desde edades tempranas. Cree que la sensibilización y la prevención entre iguales es esencial y, sobre todo desde edades tempranas. Señala también que es una cuestión de valores, ética y moral. Por todo esto, hablamos con ella para conocer de primera mano cuáles son sus propuestas para mejorar la convivencia y reducir esta lacra.

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¿Cuál es la situación actual del acoso escolar y el cyberbullying? Creo que el cyberbullying se ha impuesto sobre el tradicional acoso.

A ver, el cyberbullying se ha impuesto sobre el tradicional acoso, pero porque hay redes sociales, que antes no había, y también porque venimos de un confinamiento bastante acusado, pero tenemos que tener en cuenta que siempre que hay cyberbullying, antes, o a la vez, está habiendo bullying presencial.

¿Cómo ha cambiado internet y las redes sociales el acoso escolar?

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El cyberbullying y el bullying, en realidad, se dan mucho la mano. Se produce cuando una persona o varias denigran y vejan a otra, bien sea física o verbalmente, en este caso, a través de redes sociales.

¿Cuáles son los casos más graves que ha conocido, o a los que se ha enfrentado de cyberbullying?

Los casos más graves han sido por parte de adultos, no de alumnos. Los inspectores de educación, que están por encima de los maestros, eran conocedores de estos casos. Pero hay tanta burocracia cuando quieres denunciar un caso… Yo, como maestra, me he ido encontrando ladrillos, ladrillos y ladrillos de un muro según vas avanzando que me ha hecho chocar contra la pared muchas veces. Por desgracia, fue, en este caso por parte de la tutora de una alumna.La madre de la niña, al final, me dijo llorando: “Pilu, vamos a dejarlo porque no quiero que la tutora coja más manía a mi hija”.

¿Cómo acabó esa historia?

Tuvimos que sacar a la niña del centro. La profesora, en este caso, quedó totalmente impune, sin hacer ningún caso. El claustro, al completo, en la votación, se puso del lado de la profesora.

¿Qué es lo que falló en el caso de esta niña? Algo no funcionó bien desde la parte responsable, en este caso, los profesores…

En todo esto falla, que hay muchísima burocracia. Te pongo el ejemplo más cercano que he podido ver. Me imagino que has estado al corriente sobre el volcán que ha erupcionado en La Palma, sobre los perros… Lo más importante era salvarlos… drones y no sé cuántas más cosas. Había tanta burocracia por el medio, que al final iban pasando los días y no se solucionaba. Esto es igual.

En este caso en concreto se trata de una niña con discapacidad intelectual de cinco años. La madre acudió a mí, ya que estaba en ese centro como parte de un equipo de orientación de la Consejería de Educación y atendía, entre otros muchos, a ese centro como logopeda. La madre me pidió consulta y me dijo que a ella le gustaría saber lo que hacía su hija todos los días. Ella tenía lenguaje, pero con su discapacidad le costaba comunicarse más que a un niño sin discapacidad. Quería saber qué hacía su hija en el colegio.

Le dije que no había ningún problema. Hacemos una agenda de comunicación, yo te la elaboro, para que la tutora no tenga más trabajo, la plastifico y es sencillamente poner una X donde corresponda. Al final del día, cinco minutos antes de acabar el cole, que la tutora se siente con la niña y, a través de unos pictogramas le diga: “Qué hemos hecho hoy?”. O también, si el día es muy largo, antes del recreo y después, que dedique tres minutos para esa tarea.

A la niña, eso le servía de recordatorio, y al llegar con la agenda a casa, la madre veía en qué dibujo estaban las marcas y podía crear una conversación totalmente dirigida, pero podíamos estimular el lenguaje. Se lo propuse a la tutora, de entrada, me dijo que no, que era más trabajo para ella. Le dije que sí, pero que todo era en beneficio de la alumna.

Después me fui al equipo directivo y me dijo que, si la tutora decía que no, ellos no podían hacer nada. A las dos semanas tuve la suerte de que llegó el inspector al centro y le conté el caso. Su solución fue decirme que convocara un claustro al cuál yo no pertenecía, porque era externa al centro, pertenecía al equipo de orientación de la zona, y que se votara. La votación fue que no, que la tutora tenía razón. Con esto vemos fácilmente a qué nos estamos enfrentando. Evidentemente hay personal muy válido, pero hay otro que me lleva a pensar que deberíamos pasar unos psicotécnicos, porque los funcionarios, hay veces que nos asentamos, y seguro que, si con esta tutora se hubiera tratado de su hija o su sobrina, no hubiera tenido esta reacción.

Cuando había excursiones sí que controlaba esfínteres, pero había que recordarla que fuera al baño. Evidentemente con una supervisión, pero iba perfectamente sola. La tutora le ponía un pañal para ahorrarse ese trabajo y la niña se pasaba todo el día con el mismo pañal. De esta situación fueron conocedores todo el claustro del centro, el equipo directivo, por supuesto, y el inspector de educación. Le dije a la madre que fuera a la Consejería, ya que por desgracia eso funciona, que los padres vayan y se planten ahí. Porque esto a los políticos tampoco les pasa. Me da igual del partido que sean. La madre me decía entre sollozos “no quiero que la tutora coja más manía a mi hija”. A mí se me parte el alma, porque esto es en realidad un bullying, de otra manera. Totalmente un acoso.

Hernández Dopico: «Los casos más graves de bullying los producen los adultos» 1

Ha comentado la figura del inspector de educación, ¿quiénes son estos inspectores y cuáles son sus funciones?

En el funcionariado estamos los docentes en general, da igual de qué etapa educativa. Luego cada centro tiene un equipo directivo y después, dependiendo de las unidades de los colegios hay secretario, jefe de estudios y director, o si es un colegio pequeño, puede haber sólo un director. Y por encima de ese director está el inspector de zona que lleva varios centros. Puede llevar tres escuelas infantiles, cuatro colegios de educación infantil y primaria y seis institutos, por ejemplo. Esto no quiere decir que estén especializados en una etapa, que esa es otra.

¿Cree que deberían estarlo?

Deberían estarlo, sí. Lo que deberían hacer es entrar a las aulas y ver cómo se está atendiendo a los niños. Con el covid, han dejado de ir a los centros; los profesores sí han podido ir a los colegios, pero los inspectores, ¿cómo van a ir a los centros? Esto tampoco tiene ningún sentido.

Antes de ser inspector, has sido docente, sino no puedes ser inspector. Para serlo tienes que llevar seis años de funcionario de carrera en activo, puede variar en alguna comunidad autónoma, pero son seis años de funcionario de carrera, no de funcionario en prácticas ni funcionario con vistas a tener tu plaza definitiva. Han pasado por eso, pero pronto se olvida. Yo no sé qué tiene el despacho, pero una vez que lo tocan se olvidan, y los centros dejan de gustarles.

Han empezado a ir con la mejora del Covid-19 y tienen uno o dos días de visitas a centros. Con todos los que tienen que atender es imposible que les dé tiempo. A lo mejor van a un centro en concreto, más o menos una vez al año. No digo que no trabajen, pero es todo burocracia y rellenar informes.

¿Cómo debería funcionar el trabajo de los inspectores?

Lo que yo propongo, ya que los políticos realizan tantas comisiones absurdas, es que creen una comisión anti-bullying donde estén X personas y que se dedique no a hacer burocracia, sino a que haya varias personas por zona, similares a los inspectores, que vayan a ver si se producen casos de bullying, pero que entren en las aulas y lo vean ellos por sus propios medios.

También que hablen con el profesorado, porque hay muchos profesores que no se atreven a hablar porque los colegios y, si son más grandes peor, son como Grandes Hermanos. Entre los propios docentes también hay vetos. Al final, decimos los niños, pero claro, si somos los propios adultos los que fomentamos estas actitudes y además añadimos los grupos de WhatsApp de padres, no acabamos nunca.

Sí que es verdad que es un tema del que poco se habla, y en realidad se enmascara mucho en los propios centros. Cuando estalla y lo vemos en las noticias es que evidentemente, lleva pasando mucho tiempo. No es algo que estalle y ya está.

«La gente sale de las carreras cada vez con menos ganas y con menos valores»

El bullying es un tema complicado ¿qué pueden hacer los padres para detectar si su hijo lo sufre?

Los docentes saben en qué clases están los niños y eso más o menos lo ves venir. Ves venir al típico gracioso, pero que es gracioso con buen fondo; ves al típico que se hace el gracioso dañando a los demás. Si busca la risa haciendo daño a alguien, al más callado, si tú, delante de todos lo zanjas, no vuelve a ocurrir.

Digamos que los profesores tienen una gran responsabilidad en esta materia.

Claro que la tienen, el problema es si se quieren involucrar o no. Estamos viviendo en un momento en el que venimos de un confinamiento y yo veo que la gente cada vez está más cansada. Evidentemente no es lo mismo en los centros públicos, que al fin y al cabo son funcionarios, que los centros privados.

Hoy mismo me escribía una trabajadora de un centro privado y me decía, “nos tratan fatal” a los profesores. Nos pagan poquísimo, nos tratan fatal… Claro, esos profesores cómo van a tratar a sus alumnos… Pues mal. Venimos de una situación en la que la gente está enfadada, sale de casa enfadada, con mala leche, sin ganas, y con muchísimos problemas. Luego ya, si encima te están viniendo enfermedades, imagínate.

Cuando me viene una familia, yo lo que hago es ponerme en su lugar y trabajo como si el niño fuera familiar mío, es decir, hay que empatizar. Si no lo haces así, no vas a dar soluciones reales.

A grandes rasgos, ¿podríamos decir que esto es un problema de educación a nivel de sociedad?

Todo versa en la educación. Sí.

¿Hay alguna forma de mejorar esto?

Pues el pupitre, se dedica aparte de asesorar a familias y a trabajar con niños, también a preparar oposiciones a los colegios e institutos públicos y a inspección educativa. Cada vez salen peor de las carreras, con menos ganas, con menos valores…Creen que saben más que nadie, no admiten que se les corrija absolutamente nada. Así que esta situación, la verdad es que da miedo.

Da miedo porque muchos de ellos sacan la plaza, porque claro, esto es como el carné de conducir, no te enseñan a conducir, te enseñan a pasar un examen. Pues esto es igual. Da miedo porque quieren ser funcionarios, tener su plaza, pero luego no les veo yo con valores, como podían tener nuestros padres, o como éramos antes, que luchábamos todos juntos por algo. Ahora no hay esas creencias.

La pérdida de valores es un problema, especialmente si hablamos de educación.

Sí, y yo creo que el confinamiento no ha favorecido lo más mínimo. Sí, muchos aplausos, mucho tal, pero, al fin y al cabo, lo que le pase al vecino, mientras no me llegue a mí, me da exactamente igual. Es una verdad que asusta. ¿cómo hacerlo? Pues evidentemente, todo vendría desde la familia y por supuesto desde la escuela. Pero si la familia no tiene tiempo, si la familia con dos años a su hijo le está dando un teléfono para que no moleste… ¿qué valores van a transmitir?

Lo que se deberían plantear, a lo mejor, es si quieren tener hijos, o pueden… Pero claro, ¿quién se atreve a decir esto? Es algo tremendo, es algo muy preocupante y vamos a peor, a peor, a peor. Lo estamos viendo, temas por ejemplo LGTBI, que cada vez hay más intransigencia, y eso lo estamos viendo en los colegios cada vez más. No viene de cero, de repente un niño o un adolescente de 18 años es capaz de pegar una paliza a otro. Ese odio viene de muy atrás y se ha tenido que ver en algún momento.

¿Dónde nace ese odio?

En muchos casos viene de que se ha visto en los colegios e institutos y los responsables han pasado totalmente del tema. Si esto pasa en los colegios, no te quiero contar en los institutos. Y encima, desde hace años, los niños van al instituto con doce años, cosa que también es una aberración.

Ocurre, por ejemplo, con un economista que esté dando Física y Química y Matemáticas. Y ahora encima, por ámbitos, con el Covid, para que entren menos profesores en las aulas. ¿Qué vocación tiene ese profesor? Ninguna, y encima le han puesto a dar a niños de primero de la ESO, que equivale a séptimo de EGB, que son doce años…Claro, piensa: “yo no soy el cuidador de un recreo”. Todo ha ido a peor.

Hemos hablado del tema LGTBI. ¿En qué situación se encuentra a nivel de bullying?

El bullying puede producirse, o porque tengas kilos de más, o por que tengas kilos de menos… muchas veces viene porque destacas de alguna manera. Les pasa a las niñas muy guapas, sobre todo. Puede ocurrir porque eres gay, o eres afeminado o eres, no me gusta nada la palabra, marimacho.

Es decir, hay personalidades que dan más pie a que se metan contigo. Eso va minando la autoestima de la persona, que esa persona encima, le cuesta a lo mejor tener amistades, y si tiene tres o cuatro se acaban alejando de ella para que no les encuadren en eso. Sobre todo, viene a edades entre siete y diecisiete años.

Son las tres patas de un banco, el acosador, la víctima y los espectadores, que tanta culpa tienen como el acosador. Los espectadores que se callan porque no vayan a decir algo y tomen represalias contra ellos, vale. Pero es que hay espectadores, y esos son, yo creo que peor que el acosador, que disfrutan de la situación. Es decir, el típico que tira la piedra y esconde la mano, ese es peor que el propio acosador.

«Es fundamental crear comisiones de educación»

Solemos tener la perspectiva de los jóvenes que sufren acoso escolar. Pero, ¿cómo pueden detectar los padres si su hijo es el acosador?

Aquí el problema es lo que comentábamos antes, que el hijo es el acosador, pero también está siendo acosado. El problema es que esté siendo acosado en su casa, es decir, por los propios progenitores.

Yo tuve un alumno en el colegio de educación especial que provenía de Marruecos y no podías decirle nada porque te caneaba. Eso es un problema mayor, pero lo normal es que el acosador no tenga ese problema en casa, sino que esté siendo acosado en otro sitio, o él se sienta acosado. Lo que va a hacer, es hacer lo mismo a otra persona que considera más débil.

¿Es un mecanismo de defensa?

Exactamente, sí. Sobre esto, y a mí me gusta mucho, hay en YouTube un corto que se llama ‘El sándwich de Mariana’, que lo explica muy bien. Es un corto duro, porque se ve cómo la acosan, cómo le quitan el almuerzo… Pero ella, aun así, siendo la acosada va detrás de la que la acosa y descubre que ella es acosada en su casa.

‘El Sándwich de Mariana’, de Carlos Cuarón

¿De qué forma deben trabajar los padres para evitar que sus hijos lleven a cabo el bullying?

Tanto si eres acosador como si eres víctima lo primero es hablar con el centro. Muchas veces los padres se quejan de que llegan las notas con cuatro suspensos y no se lo habían ni olido. Van al centro y dicen: “Pero ¿cómo no me habéis llamado antes de traerme los suspensos?”. Esto es lo mismo. “¿Cómo no me habéis llamado antes?, porque vosotros en el centro veis muchas más cosas”.

Los padres tienen que ir al centro, tienen que ir a hablar, no solo con el tutor, sino con toda persona que esté implicada en el proceso enseñanza-aprendizaje e incluso, si se quedan al comedor, con los monitores de comedor, que también ven muchas cosas. Y ya, si no hablan los profesores, no te quiero ni contar los monitores de comedor, con lo que les pagan. Esa es otra, la precariedad laboral es lo que es. ¿Me voy a meter yo en un lío de este tipo para que luego encima, me echen?

Es fundamental crear comisiones de educación. Porque luego, no tenemos una ley de educación, tenemos diecisiete. Dentro de esas diecisiete, en cada comunidad, luego, tenemos una letra pequeña, que dependiendo del centro y del alumnado que haya, el centro puede “ver y hacer lo que quiera”. Al final es tirar balones fuera.

¿Sería más útil una ley estatal?

Una ley estatal y, además, igual que se creó que el profesor fuera figura de autoridad, que está bien, tenemos que hacer que, si el tutor ve algo, pueda llamar directamente a esta comisión para que se persone, que tampoco hace falta que se entere todo el centro, y al niño se le cambia, ya sea a la víctima o al acosador.

Que vaya a otro colegio, pero que no se tiene ni porqué enterar nadie de que este niño es acosador o acosado, porque si no, vamos a llevar el problema a otro lugar. Que lo sepa la comisión y que cada poco, vaya haciendo sus entrevistas con quien tenga que hacerlas y vaya viendo cómo va funcionando, pero personándose en los centros, no desde los despachos.

«Si una persona tiene una discapacidad intelectual, no puede ser profesor»

En su web habla de una renovación pedagógica, ¿Cómo deben ser los profesores del siglo XXI?

Pues lo primero que tienen que hacer es tirar los libros a la basura y empezar por cambiar la metodología. Dejar esas clases magistrales y, tanto que habla la ley de la inclusión, primero, ser realistas. La inclusión está bien, pero lo que no podemos pretender es que los niños que están en centros de educación especial, con discapacidades de moderada para arriba, estén en centros ordinarios. Tenemos que llamar a las cosas por su nombre.

Te pongo un ejemplo: en las oposiciones de educación, me da igual primaria que secundaria, hay una reserva, me imagino que como en todas las oposiciones, que es para minusválidos, pero no minusválidos por una minusvalía sensorial o física sino también por una minusvalía de capacidad intelectual. Sinceramente, si tú tienes una discapacidad intelectual no puedes dar clase. Es poner el cascabel al gato, pero no puedes dar clase.

Lo que yo no sé es cómo esa persona tiene el grado o el título de magisterio, o de cualquier otra carrera. Otra cosa es que tengas un FP, que te enseñen a hacer un oficio, que tengas una vida autónoma, pero nos estamos pasando. Esto revela otro problema que hay en las universidades, porque en el fondo estamos en un mundo en el que obtienes un título pagando. Tardarás más o menos, pero si te vas a una universidad privada, o incluso en las universidades públicas, prácticamente, con esto de los créditos, con que pagues vas a tener el título.

Es como si yo mañana quiero ser modelo; no puedo, ni por estatura ni por peso. Hay unos cánones y yo creo que la educación debería trabajar igual. Pero volvemos a lo mismo, cascabel al gato. No es políticamente correcto decir esto, porque creemos que lo podemos lograr todo, pero no es así. Todos no podemos lograr todo, le pese a quien le pese. Lo que sí tenemos es que dar salidas a todas esas familias para que esos niños a los 21 años no se los tengan que comer sus padres. Enseñarles un oficio.

He visto invidentes en institutos trabajando de orientadores. Sinceramente, no sé qué vas a ver en las aulas, con perdón.

«Los Centros de Educación Especial hacen una labor brutal, con la que los niños son felices»

Hernández Dopico: «Los casos más graves de bullying los producen los adultos» 2

¿Estamos hablando de tabúes?

No. Estamos en un mundo en el que todo es posible, todo es válido… un mundo Mr. Wondeful… Nos encanta escuchar esto, pero, por otro lado, nos estamos convirtiendo en personas más individualistas, más yoístas, más “me da igual lo que le pase al prójimo mientras a mí no me pase”. Claro, todo esto es pura política. Creo que hay determinados trabajos, y ojo, yo soy de las primeras que apoyo la inclusión cien por cien, pero una inclusión realista, una inclusión que se pueda hacer.

Los partidos políticos utilizan la inclusión para obtener votos. Ahora quieren que desaparezcan los Centros de Educación Especial. Yo que he estado trabajando en ellos, hacen una labor brutal, y los niños son felices. Son felices porque están con personas, tienen dinero en ayudas, la ratio es mucho más baja y además están aprendiendo otras cosas. Aprenden autonomía y funciones ejecutivas. ¿De qué vale una educación generalista a un niño que no va a obtener el habla? Vamos a enseñar a ese niño a que se comunique. ¿Qué hace ese niño en un centro ordinario? Ser un infeliz.

¿Hacen falta más centros de educación especial?

Los hay, porque tampoco hay tanto alumno de estas características. No hacen falta más centros, sino más especialistas que sepan trabajar con estos niños. Y también, en los centros ordinarios, hacen falta más especialistas para niños con discapacidades intelectuales moderadas. La idea es que un niño de este tipo, de doce años, logre tener un nivel de un niño de primaria, de siete.  Ese niño sí que se puede beneficiar de un centro ordinario. Sí que puede socializar, pero con unas personas que estén capacitadas para ello. El personal que hay está mal gestionado.

Me mandaron a un centro dónde, en un principio, tenía 20 alumnos, y de esos 20, 18 con discapacidad intelectual. Después de estar todo el año, porque evidentemente cuando llegas nueva, más que leer los informes, que también, me gusta ver a los alumnos. Esos niños no tenían incapacidad intelectual, lo que tenían era etnia gitana.

A esos niños, ¿qué les pasaba? Si les pasas un test de inteligencia a nivel de contenido, te van a salir con discapacidad intelectual, pero esos niños te hacían fuego con piedras. Y les dejabas por la noche y sobrevivían, y a mí me dejas por la noche en un monte y no sobrevivo. Eso no es discapacidad intelectual. Es falta de saber valorar y falta de formación, en una palabra. En las facultades hoy en día no forman para eso. Los test se basan en unos ítems que no son válidos.

Falla el método, entonces…

Todo esto es una cuestión de sentido común por parte del profesional. Porque igual que esto lo veo yo, lo ven otros profesionales. Simplemente es involucrarse en el proceso y tener ganas. Si yo cojo la ley y me la tomo como papel de fumar… Siempre pongo el mismo ejemplo, si fueran sus hijos, que tuvieran un informe que hubiera puesto un compañero, seguro que lo cambiaban por activa, por pasiva y por perifrástica. Todo es así, siempre hay una doble lectura.

¿Faltan recursos?

No es una cuestión de falta de recursos, los hay, y muchos. Lo que ocurre es que se están gestionando mal. En nuestro equipo de orientación nos tirábamos dos meses para dar recursos de logopedia. ¿Qué pasaba? Que muchísimos orientadores, para que el logopeda perteneciera al centro y no al equipo de orientación, engordaban las listas. Se inventaban casos, es decir, a un niño le ponían lo que no tenía. Eso existe, y está a la orden del día y los inspectores claro que lo saben. Es la pescadilla que se muerde la cola, pero todo esto es dinero público.

De esos 20 niños de los que 18 tenían incapacidad intelectual, al año siguiente, de todo ese centro, quedaron 4 alumnos con atención logopédica. El resto no la necesitaban. Me mandaron también a un niño hipoacúsico (sordo), que no lo era. Me tiré tres meses para poder justificar que no necesitaba el recurso de logopedia. Tres meses atendiendo al niño tres horas a la semana, cuando esas horas las podía haber recibido perfectamente un niño con autismo. Tener una minusvalía en hacienda desgrava mucho. Este niño tuvo el servicio de ayuda logopédica desde infantil, y esto fue en secundaria, imagina los recursos desperdiciados. Con todo esto que te cuento, cómo no va a haber bullying.

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