El grupo municipal Ciudadanos Paracuellos reclama la dimisión inmediata del concejal Jorge Gil, del partido Iniciativa Ciudadana por Paracuellos (ICxP), por llamar “gilipollas” al alcalde de Paracuellos de Jarama, Jorge Alberto Campos, y amenazarle con darle “en toda la cara”, durante un receso del pleno ordinario del pasado 18 de enero.
La actitud violenta de Gil, señalan, “no solo fue absolutamente deplorable en un representante público, sino que constituyó el peor ejemplo posible para los jóvenes de nuestra ciudad, que han podido ver sus invectivas en todos los periódicos y televisiones nacionales”.
“Resulta inexcusable que un concejal se comporte así en un municipio que fomenta el diálogo y la participación juvenil en política como la mejor forma de resolver los problemas, recibiendo por ello las felicitaciones de Unicef y de la Comunidad de Madrid”, añade el partido en un comunicado.
En esta situación, Ciudadanos Paracuellos exige la dimisión inmediata de Jorge Gil, o que su partido le releve inmediatamente del puesto de concejal por mostrar un comportamiento indigno de un representante público y “por arrastrar por los suelos el nombre de la ciudad de Paracuellos de Jarama.
No se ha disculpado
Cuando se ha cumplido una semana de los hechos, Jorge Gil, según explican, “no se ha dirigido al alcalde de Paracuellos o al equipo de Gobierno para presentar sus disculpas. Al contrario, él y sus seguidores han usado las redes sociales para justificar su actitud”.
Por último, indican que “hoy, Gil mantiene su cargo de concejal con el beneplácito de su partido y del portavoz del mismo, Javier Cuesta, quien tampoco se ha disculpado de ninguna forma ante el alcalde de Paracuellos, por lo que entendemos que respalda las descalificaciones y amenazas lanzadas por su compañero”.
Esta actitud resulta aún más decepcionante si cabe por cuanto, Cuesta ha ostentado el cargo de alcalde de Paracuellos. Él mejor que nadie debería reconocer y condenar el daño que el comportamiento de Gil ha hecho a la imagen del municipio, así como que las descalificaciones y las amenazas personales no tienen cabida en democracia.
