Caluana es un restaurante inigualable, ya que se encuentra en el interior de una iglesia. En él podrás disfrutar de los mejores productos de temporada y está situado en el centro de Madrid. Además, se caracteriza por una cocina italo-castiza, por lo que podrás disfrutar de la cocina italiana y española.
El restaurante de 3 plantas era antes una logia masona, para después convertirse en una iglesia, y a día de hoy en un restaurante, en el que el sótano sigue conectando con algunos túneles de la Guerra Civil.
Caluana, tiene una división dentro del propio restaurante, en la zona de abajo está la zona de coctelería, llamada El Olivar, arriba está El Invernadero y en centro, la zona más impresionante la capilla.
En la carta podréis encontrar platos como, croquetas de tortilla de patata con cebolla y velo de papada ibérica, Callos marinos a la madrileña, Milanesa de Luana, Ragú manchego, Spaghetti carbonara, Burrata Km O, Vitello Tonnato, Lasagna de rabo de toro, entro otros muchos platos.
Y por último, tendrás que dejar espacio para un postre con el que chuparse los dedos, como Tarta de chocolate, Tarta de queso Savel o Tiramisú, además de una gran cantidad más.
Comida, música y baile
Caluana los fines de semana ofrece a sus clientes servicio de dj’s, música en vivo y performances de baile, y más sorpresas que descubrirás si visitas el restaurante. La comida, la música y el baile van de la mano en este local.
Lugar: Calle de la Bolsa, 12.
Mucho ruido, pocas nueces.
Para empezar el sitio es una maravilla, los camareros atentos, el ambiente bueno, todo hacía indicar que la noche prometía… hasta que llegaron los platos, por cierto, muy escasos en el menú.
De primero pedimos unas alcachofas para compartir. Estaban más secas que “la alpargata de un beduino”, a pesar de la salsa, se te hacía bola en la boca.
De segundo yo pedí “patas de pulpo a la brasa”, de momento había dos patas de pulpo pequeñas y, para mi asombro, una cabeza (cuando en el menú solo hablaba de patas). Pruebo la cabeza, y noto que empiezo a masticar tierra. Abro la cabeza entera y, efectivamente, era tierra lo que había dentro. Llamo al camarero, y para justificarlo me saca una taza con salsa y especias y me dice que es eso lo que estaba masticando. Llamo al encargado y me dice lo mismo, a lo que yo le recrimino que sé lo que estoy comiendo, que lo pruebe él y que no me trate como idiota. A continuación, me retira el plato con mala cara y se va.
En ese momento empezó mi indignación, ya que, en vez de reconocerlo (porque era evidente lo que le estaba diciendo), disculparse y preguntar si quería sustituir el pulpo por otra cosa (que es lo que hacen los sitios con categoría).
Le pido la cuenta, y veo con sorpresa que me habían cobrado la mitad del plato de pulpo. Llamo al encargado (por cierto, con muy poca clase y categoría) y cuando le pido que me explique lo del pulpo me dice que “es que se ha comido la mitad” cuando a penas lo había probado.
Total, que les hice una reclamación oficial, me estropearon la cena y lo que es peor mi cumpleaños.
Recomendación: Si pueden evitar ir, háganlo. La relación calidad-precio es malísima.