Nuestra idea de la Sierra de Guadarrama en la actualidad, y más ahora que llega el verano, está intrínsecamente ligada al ocio, la naturaleza y la desconexión en el buen sentido de la palabra. Son miles los madrileños que cada fin de semana cogen sus coches rumbo a las montañas del norte de la región para respirar un poco de aire puro después de cinco días entre atascos y prisas.
Sin embargo, hubo un tiempo, no demasiado lejano, en que muchos viajes a este paraíso verde a un paso de la capital se hacían por un motivo bien distinto. Debido a su enclave y condiciones climatológicas, “la Sierra” era el lugar idóneo para levantar sanatorios y hospitales específicos que trataban enfermedades respiratorias. Era una época en la que dolencias como la tuberculosis campaban a sus anchas en toda España y la medicina no estaba tan avanzada como hoy en día, por lo que uno de los tratamientos más comunes era esta “cura de aire limpio”.
Afortunadamente, hace años que ya no hacen falta ingresos prolongados en estos centros como antaño; en primer lugar, como decimos, por el desarrollo de los tratamientos y, sobre todo, por la erradicación de la mayoría de enfermedades que allí se trataban. Pero sus esqueletos aún permanecen allí, desmoronándose día a día, con sus paredes cargadas de historias, actos de vandalismo e incluso supuestos fenómenos paranormales aguantando el paso del tiempo. Este es nuestro paseo homenaje a los sanatorios abandonados de la Sierra de Guadarrama.
Sanatorio de Marina
Es quizá, el más famoso de todos, dada su ubicación muy próxima al núcleo urbano de la localidad de Los Molinos. Ésta mole blanca, obra del arquitecto Pedro Muguruza (responsable, entre otros proyectos, de los trabajos de reconstrucción de la Ciudad Universitaria de Madrid y el Valle de los Caídos), recibió a los primeros enfermos en la primavera de 1949 y cerró definitivamente sus puertas en el año 2002.
Su objetivo principal fue el de acoger a los enfermos de tuberculosis, mal que afectó con gran dureza al ejército en la posguerra. Desde entonces, por sus seis plantas pasaron cientos de pacientes, atesorando una merecida fama en la especialidad de neumología. Ahora, ya en completo desuso, es más conocido por los testigos que aseguran escuchar ruidos en su interior y por ser escenario en alguna que otra ocasión de rituales de toda índole.
En sus paredes desconchadas los grafitis han sustituido a los cuadros, pero sería injusto quedarse con eso. Para conocer un poco mejor su historia, mucho más bonita de lo que pueda haber quedado, os recomendamos leer este testimonio de un blog de lugares abandonados.
“La Barranca”
Su fantasmagórico aspecto, y su lejanía de cualquier lugar habitado, hacían del hospital del Santo Ángel de la Guarda, más conocido como “La Barranca” por el valle homónimo en el que se levantó, un protagonista asiduo a todos los programas que relacionan sanatorios y fenómenos extraños.
El sanatorio ha sido recientemente derruido, más de ochenta años después de su construcción en 1941, por encargo del Patronato Nacional Antituberculoso, institución encargada de construir edificios de estas características por toda España. Cuando la enfermedad dejó de ser un problema, se reconvirtió en un hospital psiquiátrico, hecho que fue decisivo para apuntalar su leyenda negra.
Desde su cierre en 1995 hasta su demolición fueron decenas los testigos que aseguraron haber visto luces y figuras extrañas. Incluso el programa Cuarto Milenio le dedicó un programa especial. Pero en sus más de 15.000 metros cuadrados de hormigón solo quedaba desolación y un peligroso estado de ruina.
En el año 2000, el Gobierno de la Comunidad de Madrid anunció un proyecto para convertirlo en un Parador Nacional, pero nunca llegó a realizarse. Ahora, el espacio que deja servirá para aumentar el espacio natural de la Sierra de Navacerrada.
Sanatorio Estatal de Tablada
Es muy probable que los más jóvenes no hayan cogido nunca la Nacional-VI, la alternativa al túnel de Guadarrama, que conecta la Comunidad de Madrid con Castilla y León si nos dirigimos al noroeste. Pero los que ya tenemos cierta edad y frecuentábamos esa carretera no podemos quitarnos de la cabeza la estructura justo al lado de la carretera, llena de ventanas sin cristales, vegetación salvaje y un aspecto postapocalíptico.
Igual que los dos anteriores, su construcción comenzó justo después de la guerra, por las necesidades de tratar las enfermedades respiratorias del momento. De hecho, fue levantado sobre las ruinas del Sanatorio Lago, inaugurado en 1924 y destruido (fue usado como cuartel por las tropas republicanas) durante la Guerra Civil.
Estaba prácticamente terminado cuando se decidió no seguir adelante, quedando solamente el esqueleto de 8 plantas y dos sótanos del mismo. Las tuberías arrancadas, los muros de ladrillo sin repellar o los peligrosísimos huecos que iban a albergar los ascensores son el paisaje interior de un inmueble que, en vez de recibir enfermos, ha sido escenario de algunos rodajes, como “School Killer”, del año 2000 y con Paul Naschy como protagonista.
Como curiosidad, pese a no haber sido nunca utilizado, es el que mejor aspecto exterior conserva, libre de actos vandálicos, al haber estado siempre bajo vigilancia privada y con la constante presencia de guardias forestales.
Sanatorio Hispano Americano
También en la Nacional-VI, concretamente en el kilómetro 50, se encontraba el Sanatorio Hispano Americano, un importante centro hospitalario del que actualmente quedan poco más que las fachadas.
Se construyó en los años veinte con capital privado y estaba considerado uno de los mejor equipados de la época. Incluso se publicitaba en diferentes periódicos como un lugar idílico, tal y como este que figuraba en el diario ABC en 1932: “Lo rodea un hermoso bosque de pinos, y tanto por su magnífica situación como por la higiene y confort que posee, está clasificado como uno de los primeros establecimientos entre los dedicados al tratamiento de las enfermedades del aparato respiratorio”.
Pero su destino inmediato sería mucho más funesto, convirtiéndose durante la Guerra Civil en un hospital general para tratar a los heridos de la contienda. Poco tiempo después cerró sus puertas y pasó a ser otro lugar abandonado, quedando totalmente destrozado, debido al vandalismo.
A principios del nuevo milenio se planteó un proyecto para transformar esta construcción en un centro geriátrico, pero lo cierto es que lo único que ha quedado de este otrora sanatorio de lujo es la leyenda que dice que es un punto neurálgico de experiencias paranormales (especialmente la capilla) debido al, según los vecinos de las localidades cercanas, elevado número de suicidios que se produjeron durante los años que permaneció abierto.
Real Sanatorio de Guadarrama
Inaugurado el 22 de febrero con la presencia de la familia real y toda la alta sociedad española de la época en la ceremonia, el Real Sanatorio de Guadarrama, obra del arquitecto Alfredo Echegaray y situado a 1650 metros de altura, se convertiría rápidamente en uno de los hospitales de referencia especializados en enfermedades respiratorias de toda Europa.
Y así fue durante cuatro décadas, hasta mediados de los años cincuenta, cuando la penicilina dio la puntilla definitiva a todos estos centros y, al igual que en los casos anteriores, tuvo que cerrar. Pero en sus años útiles recibió a todo tipo de pacientes, algunos de ellos tan ilustres como Rafael Alberti o Camilo José Cela. La influencia de la estancia en el sanatorio de este último fue enorme, hasta el punto que su segunda obra, “Pabellón de reposo”, estuvo inspirada dicha experiencia.
El Real Sanatorio de Guadarrama fue escenario en 1971 de parte del rodaje de la película de terror “La noche de Walpurgis”, y en la década de los noventa del siglo pasado fue derruido por completo. Por fortuna, como legado, conservamos un poema de Antonio Machado del que recuperamos un fragmento que nos da una idea de la vida en el mismo, y que podéis leer completo en este enlace.
Hospital de la sierra, en tus mañanas
Antonio Machado
de auroras sin campanas,
cuando la niebla va por los barrancos
o, desgarrada en el azul, enreda
sus guedejones blancos
en los picos de la áspera roqueda;
cuando el doctor-sienes de plata—advierte
los gráficos del muro y examina
los diminutos pasos de la muerte,
del áureo microscopio en la platina,
oirán en tus alcobas ordenadas,
orejas bien sutiles,
hundidas en las tibias almohadas,
el trajinar de estos ferrocarriles.
Imagen portada: Strakhov, CC BY-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0, via Wikimedia Commons