Madrid es noticia todos los días por multitud de circunstancias. Por su dinamismo, por el esfuerzo y el talento de sus trabajadores y profesionales, por el número de empresas y de inversores que eligen nuestra región para iniciar una actividad empresarial o emprendedora, creando riqueza y oportunidades, y por ser uno de los destinos culturales y turísticos más importantes del mundo.
Y en este contexto, lo mínimo que se puede pedir a los que tenemos el honor de ser los legítimos representantes de los ciudadanos en las Instituciones públicas, es trabajar por ennoblecerlas y procurar ser útiles a nuestra región y, por extensión, a nuestro país. Sin embargo, hace mucho tiempo que la actitud de los grupos de la Oposición en la Asamblea de Madrid dista mucho de ser ejemplar y acorde con el más mínimo decoro parlamentario. Sin argumentos para hacer legítima oposición al Gobierno, y cada vez más alejados de los auténticos problemas y necesidades de los madrileños, han transformado el parlamento autonómico en un espacio de confrontación donde el insulto al que no piensa como ellos y la falta a la verdad se han convertido en la práctica parlamentaria más habitual.
Su fracaso en las urnas y su falta de ideas y de pericia parlamentaria les ha llevado a la descalificación, al insulto, al postureo constante y al odio al adversario como única forma de hacer política desde la Oposición.
La última polémica artificial ha sido a cuenta de unas declaraciones del portavoz y vicepresidente del Gobierno de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio. Unas declaraciones que no es que hayan sido sacadas de contexto por la izquierda radial en la Asamblea de Madrid, incluido el Grupo Parlamentario Socialista, sino que directamente se han inventado, utilizando torticeramente el dolor de las familias madrileñas que perdieron a seres queridos durante la pandemia para tratar de erosionar a un legítimo representante de los madrileños y servidor público desde hace décadas.
Pero este tipo de prácticas no son nuevas en la política madrileña. Desde que Isabel Díaz Ayuso es presidenta de la Comunidad de Madrid, incluso desde antes, ha sido sometida a una infame campaña de desprestigio de todos los partidos políticos situados a la izquierda del Partido Popular. Una campaña tan injusta como ineficaz porque los ciudadanos han sabido apreciar, y reconocer en las urnas, los aciertos y las políticas públicas desarrolladas por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso.
Sin lugar a duda, la Izquierda tiene un problema en Madrid porque los datos y la evidencia diaria demuestran que la gestión de los Gobiernos del PP ha sido útil y eficaz a la hora de transformar Madrid. Y esa sana ambición de hacer de Madrid un lugar mejor para vivir debería ser lo que ocupara los debates y las iniciativas de los grupos parlamentarios, al tiempo que ejercen su necesario control al Gobierno.
Pero, por desgracia, en esta defensa de la política útil, que defiende y ejerce el Ejecutivo regional y el grupo parlamentario popular, nos hemos quedado solos. Una política útil y noble que contrasta con el infantilismo y el postureo de los grupos de la izquierda que, salvo que cambien de estrategia, presumo que volverán sentir en sus propias carnes el hartazgo de los madrileños el próximo 28 de mayo.