El test de Rorschach o prueba de Rorschach es una técnica y método proyectivo de psicodiagnóstico formulado por el psiquiatra suizo Hermann Rorschach (1884-1922). Este método se publicó por primera vez en el año 1921 y alcanzó una amplia difusión no solo entre la comunidad psicoanalítica, sino también en el ámbito de los psicoterapeutas y psicólogos.
La técnica (que no es un simple test), se utiliza para evaluar la personalidad y la conducta. Consiste en una serie de láminas que presentan distintas manchas de tinta que se caracterizan por su ambigüedad, falta de estructuración y abstracción. Las imágenes tienen una simetría bilateral que proviene de la forma en que originalmente se construyeron: doblando una hoja de papel por la mitad, con una mancha de tinta en medio.
Al volver a desplegarlas, H. Rorschach fue encontrando imágenes muy sugerentes que daban lugar, por su carácter no figurativo, a múltiples respuestas. Con estas diez láminas, el psicólogo solicita a su paciente que exponga qué ideas se percibe en aquellas imágenes. Desde las respuestas que aporta el sujeto, el especialista puede establecer o contrastar diversas hipótesis sobre el funcionamiento psíquico de su paciente.
Hace ya muchos años, conversé con un inspector jefe de la Policía Nacional que era especialista en aquella época en perfiles y conducta criminal. En aquella interesante conversación me explico y detalló con cierto cómo fue el comportamiento de un “famoso criminal” de aquellos tiempos durante las pruebas realizadas ante las láminas del Doctor Rorschach.
Dicho sujeto era un acusado, posteriormente condenado, de un gran número de delitos contra la libertad sexual. Pues bien, en aquel caso en las diez láminas, según el testimonio de aquel perito, el delincuente siempre percibía y relacionaba aquellas imágenes del Doctor Rorschach con mujeres, algo que procedía de su enfermiza obsesión y su conducta criminal.
Saliendo claramente del ámbito y la conducta criminal, y por supuesto remontándonos a nuestros tiempos, también empiezo a pensar que la obsesión de los partidos en la oposición -principalmente de la izquierda madrileña- podría catalogarse de una gran “fijación política”.
Ya es un “mantra” que, si el verano es más cálido de lo normal, “la culpa es de Ayuso”. Si nieva en invierno o no, “la culpa es de Ayuso”. Si un día llueve mucho, “la culpa es de Ayuso”. Si por desgracia hay un homicidio en La Coruña o en Pamplona, “la culpa es de Ayuso”.
Si el registro de la Asamblea cierra a las doce como el Reglamento marca y no se llegan a presentar enmiendas, “está claro que es también culpa también de Ayuso”.
Si hay falta de médicos en toda España por diferentes causas y pesar de que tener la mejor sanidad pública del país, “la culpa es de Ayuso”.
Si llega desde China un virus respiratorio y entra por Barajas, aunque nada tenga que ver su Gobierno o con el control de fronteras, y a pesar de advertir días antes del riesgo para los madrileños, “la culpa es de Ayuso”.
Pero si la economía madrileña y su mercado laboral es líder nacional, si la educación madrileña es pionera y tiene grandes resultados en el informe PISA, si la Comunidad de Madrid es un a región líder y el espejo de dinamismo y libertad no “es culpa de Pedro, Mónica, Irene o de Pablo”.
Podrán decir, y decir, lo que quieran, pero menos mal y no cabe duda alguna que con test de Rorschach o no, los madrileños saben y conocen quién tiene “los méritos y las culpas” en Madrid y en toda España.
Por Ignacio Pezuela, diputado del GPP en la Asamblea de Madrid