Hoy es 8 de marzo y, como cada año, miles de mujeres salen a la calle para reivindicar lo que es justo: la igualdad de derechos y oportunidades. Pero este año hay una diferencia, mientras muchas mujeres luchamos por un feminismo real, otras han traicionado su discurso con el silencio, la complicidad y la hipocresía.
En poco tiempo, las noticias sobre varios líderes de la izquierda han puesto de manifiesto que aquellos que siempre han presumido de ser los abanderados y grandes defensores del feminismo en realidad defendían un feminismo selectivo, ese que señala y condena a unos, pero guarda silencio y protege a los suyos por interés político. Un silencio cómplice que demuestra cómo la izquierda instrumentaliza el feminismo según le conviene y lo promueven sólo cuando pueden utilizarlo como arma política.
Esto es una traición a todas las mujeres que sufren o han sufrido violencia, discriminación y abusos. Esto NO es feminismo, es sectarismo.
Estos mismos son los defensores de la ley del ‘solo sí es sí’, que se vendió a bombo y platillo como un gran avance en su “lucha feminista”, como a ellos les gusta decir, pero que en la práctica sólo ha supuesto la reducción de condenas y la excarcelación de más de 1.200 agresores sexuales. Y, con ello, que miles de mujeres vuelvan a pasar por el calvario de recordar ese abuso, violación o maltrato, viendo cómo sus agresores se beneficiaban de una ley que, se suponía, tenía que protegerlas.
El Gobierno de Sánchez y sus socios de Podemos fueron advertidos por varias de que esto podía pasar, pero, una vez más, hicieron oídos sordos y miraron hacia otro lado prefiriendo una ley mal redactada antes que admitir que se habían equivocado. ¿Cuál fue el resultado? Mujeres revictimizadas, familias destrozadas y agresores en la calle.
El feminismo no es un eslogan ni una pancarta que se saca el 8 de marzo para la foto, el feminismo es legislar bien, proteger a las víctimas y garantizar igualdad real de oportunidades.
Se puede hacer feminismo sin demagogia poniendo en marcha políticas que ayudan de verdad a las mujeres, demostrando un compromiso firme con la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, como hace la Comunidad de Madrid, sin cuotas, sino con trabajo y esfuerzo.
Este es el feminismo que necesitamos, el que no excluye, el que no utiliza a las mujeres como arma política, el que actúa con hechos y no con palabras vacías, porque la igualdad real se construye con compromiso, responsabilidad y políticas que de verdad cambian y mejoran la vida de mujeres y hombres, no con discursos vacíos, ni con partidos que protegen a los suyos mientras abandonan a las víctimas.
La igualdad real no se grita, se construye con hechos. La defensa de la mujer no se negocia, se garantiza con justicia.