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La cirugía de la obesidad y las enfermedades metabólicas

Hoy día la obesidad está considerada una enfermedad, cuya gravedad aumenta con el IMC.  Hoy día la obesidad está considerada una enfermedad, cuya gravedad aumenta con...

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La obesidad es el acúmulo de grasa en exceso en el organismo. La grasa es nuestro depósito de energía. Lo ideal es el equilibrio entre la energía que adquirimos a través de los alimentos y la que consumimos para desarrollar nuestras actividades. Cuando gastamos menos de lo que ingresamos, engordamos. En la actualidad, el fácil acceso en muchas sociedades a alimentos de baja calidad nutricional con alto poder calórico y bajo precio, unido a cambios en los hábitos sociales, como la comida rápida fuera de casa y la falta de ejercicio físico, ha dado lugar a una epidemia de obesidad de carácter progresivo, que afecta no sólo a los “ricos” sino también a los menos favorecidos, así como a individuos de todas edades.

Para valorar el grado de obesidad de una persona, empleamos lo que se denomina el Índice de Masa Corporal (IMC). El IMC se determina dividiendo el peso en kilogramos por la talla, en metros, al cuadrado; es decir, si uno pesa 100 kilogramos y mide 1,7 metros, su IMC será igual a 100 dividido por 2,89, o sea 34,6. La normalidad se encuentra entre 20 y 25, entre 25 y 30 hablamos de sobrepeso, entre 30 y 35 de obesidad moderada, entre 35 y 40 de obesidad grave y a partir de 40 de obesidad mórbida. 

Hoy día la obesidad está considerada una enfermedad, cuya gravedad aumenta con el IMC. Esta gravedad está condicionada por las enfermedades que la obesidad “provoca” y que llamamos comorbilidades. Las más importantes son la diabetes mellitus tipo 2, la hipertensión arterial, el aumento de las grasas de la sangre, la apnea del sueño, el deterioro de las articulaciones de carga, la infertilidad femenina, un aumento del riesgo de padecer ciertos tumores, como los de colon y mama, … y una lista que podríamos alargar casi indefinidamente. La asociación de algunas de ellas conlleva un notable aumento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, como infartos de miocardio e ictus. Gran capítulo aparte son las comorbilidades psicológicas y sociales.

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El tratamiento de la obesidad consiste, en esencia, en la disminución de la energía adquirida con los alimentos y el aumento del gasto de la misma con el ejercicio, es decir, en la adquisición, y mantenimiento indefinido, de hábitos de alimentación saludables, acompañada de una modificación, también definitiva, del “estilo de vida”, con una actividad física cotidiana adecuada. Pero lo cierto es que el mantenimiento a largo plazo del peso perdido es muy difícil para las personas con obesidad grave o mórbida, siendo casi la regla las recaídas y posteriores ganancias progresivas de peso, el llamado “efecto yo-yo”. Para ellas la única solución eficaz es la cirugía de la obesidad o bariátrica.

Por lo tanto, hacemos indicación de cirugía bariátrica en personas con obesidad mórbida, es decir, a partir de 40 de IMC, y a partir de 35 de IMC, en aquellas con comorbilidades. Aunque actualmente los límites de edad habituales son los 18 y 65 años, es cierto que cada vez más adolescentes requieren cirugía y, también, personas más mayores pueden beneficiarse de ella tras un estudio detallado de su situación. La tendencia actual es a una valoración más basada en la situación clínica del paciente que simplemente en el IMC. Aquí conviene comentar que, en determinadas condiciones, pacientes con diabetes mellitus tipo 2 pueden ser tratados con estas operaciones a partir de 30 de IMC, se trataría entonces de la denominada cirugía metabólica, de gran eficacia en el control de esta enfermedad.

La cirugía bariátrica es el único tratamiento que ofrece un control a largo plazo de la obesidad grave o mórbida; otros tratamientos, como el balón intragástrico, el método Apollo, el Endobarrier y otros, realizados por endoscopia oral, ofrecen resultados pobres en cuanto a pérdida de peso y transitorios, con retorno casi sistemático de la obesidad.

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Las intervenciones más utilizadas a nivel mundial son el bypass gástrico y la gastrectomía vertical o manga gástrica, también denominada gastroplastia tubular. Menos utilizados son los bypass biliopancreáticos, que crean más malabsorción, y está en progresivo desuso la banda gástrica ajustable por la frecuente recaída de la obesidad. Todas ellas se realizan hoy en día por laparoscopia, es decir, sin abrir el abdomen.

En el bypass gástrico se divide el estómago en dos partes, una pequeña que recibirá el alimento, produciendo saciedad con muy poca cantidad del mismo, y que se unirá al intestino delgado, produciéndose así un “cortocircuito” (bypass), por el que se disminuirá algo la absorción y se producirán unos potentes efectos hormonales beneficiosos para la pérdida de peso, así como para la resolución de las comorbilidades. La otra parte del estómago seguirá funcionando como siempre, aunque el alimento ya no pase por él. Es muy eficaz en cuanto a pérdida de peso y control de las enfermedades asociadas a la obesidad.

En la gastrectomía vertical se convierte el estómago en un tubo estrecho, extirpando el resto del mismo. También se producirá la saciedad con muy escaso alimento y mejorarán las comorbilidades. Su eficacia es algo menor que la del bypass. Tiene la posibilidad de ser posteriormente convertido a un bypass u otra técnica si su funcionamiento no es satisfactorio.

Realizadas por laparoscopia, lo que requiere cirujanos expertos y entrenados en esta cirugía, el postoperatorio de estas intervenciones es muy llevadero en cuento a molestias y suele requerir alrededor de tres días de hospitalización.  La actividad normal, si no requiere esfuerzo físico, podría reanudarse en 10-15 días.

Los riesgos están hoy día muy controlados por los grupos habituados a la cirugía bariátrica, con una mortalidad similar a la que puede tener operarse de cálculos en la vesícula biliar. Es muy importante mantenerse en contacto a largo plazo con el cirujano para realizar controles analíticos y de evolución del peso y de los hábitos alimenticios; los pacientes que hacen un correcto seguimiento tienen mejores resultados.
 

Dr. Felipe de la Cruz Vigo, Especialista en Cirugía de la Obesidad y Metabólica del Hospital Nuestra Señora del Rosario

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