Pablo Iglesias, Chernóbil, Chávez y “sin mascarilla”

"El señor Iglesias (y familia) son de una raza superior. El comunismo estalinista. El mismo que negó la gran catástrofe nuclear".

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Foto: © EFE/Mariscal

Un político tiene la obligación de ser ejemplar. Y en los tiempos que corren, más aún.

Ver a Iglesias en un Consejo de Ministros o en una rueda de prensa sin llevar la protección exigida por Sanidad, a pesar de encontrarse en cuarentena, es una imagen irresponsable a la par que incoherente con lo que se nos exige a todos los españoles.

Pero, claro. El ideario comunista bolivariano del Vicepresidente que representa al Gobierno de España, lo explica todo. Dar la sensación de que el líder está bien. Demostrar al pueblo que su superioridad “física y mental” está por encima de la plebe. A los que gustan de aplaudir regímenes totalitarios suelen actuar así.

Aún recuerdo la enfermedad de Hugo Chávez, aquél por el que lloró tanto el Vicepresidente de Pedro Sánchez. Existía la obligación de negar la enfermedad que le estaba matando. Un cáncer. Hasta tal punto mintieron al pueblo venezolano, que cuando falleció el dictador, sólo se le ocurrió a Nicolás Maduro una idea. Afirmar que el cáncer fue inducido por enemigos de la patria. Esa patria que usan los bolivarianos a su antojo y con ansias de manipulación y finalidades ajenas a garantizar derechos y libertades.

¿Os suena esto?                                           

Sin embargo el comunismo. Históricamente, nos ha dejado más ejemplos de gestión sobre catástrofes o grandes tragedias humanitarias, sociales y económicas.

El peor desastre nuclear de la historia. Con algo mucho peor que el desastre en sí. Un comunismo rancio ocultando la realidad, desinformando a su pueblo y respondiendo de forma vaga a la prensa internacional.

Si, querido lector.

Este es el perfil del comunismo que defiende, quien no usa mascarilla, ni adopta medidas de precaución porque él es la excepción a la regla. La excepción, comunista, superior, étnicamente, por encima del pueblo. A la regla general que somos todos los demás. Españoles, enfermos, sanos, presuntos o en cuarentena.

El señor Iglesias (y familia) son de una raza superior. El comunismo estalinista. El mismo que negó la gran catástrofe nuclear. El mismo que apeló a la solidaridad para obligar a “otros” liquidadores a limpiar los restos de aquél desastre Si, ese comunismo, que decidió ofrecer a los voluntarios dinero y coches por arriesgar sus vidas por el Estado. Sin información, con mentiras.

El ideario político de Pablo Iglesias y la complicidad de un socialismo radicalizado nos condujo a una manifestación que aún hoy, desconocemos las consecuencias.

Si en aquella Unión Soviética comunista del año 1986, se concentró a millones de rusos en la manifestación del Día Internacional de los Trabajadores tan sólo cinco días después de aquella tragedia, ¿cómo no iba a promover el gobierno de Pedro Sánchez una manifestación el 8 de marzo, a pesar de toda la información que poseía el gobierno del COVID19?

Ya lo dijo Cristina Almeida,  “celebrar esto (8M) es mucho más que enfrentarse al virus”  Claro que sí, señora, lleva toda la razón. Es mucho más que enfrentarse al virus, es propagarlo.

A pesar de todo el panorama sectario, ideólogo y comunista. Tenemos que mirar a nuestros sanitarios (públicos y privados), a nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a los farmacéuticos, a los agricultores, distribuidores y dependientes de supermercados que nos garantizan y abastecen de alimentos. A los servidores públicos, desde el operario de limpieza, hasta quien está tramitando las ayudas económicas para autónomos y PYMES, familias necesitadas y voluntarios en esta crisis.

Tenemos otra opción. Opción de libertad, de responsabilidad, de solidaridad y de ejemplaridad y la representamos todos los que no somos una excepción.

Isabel Díaz Ayuso dio positivo. Y se mantiene aislada, sin poner en peligro a nadie. Y trabajando por y para los madrileños. Eso es ejemplaridad en política. Y ellos, los que nos cuidan a todos, son el espejo en el que yo quiero mirarme y quiero que se mire mi hija.

Muchas gracias por todo, no lo olvidaré nunca.

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