La presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, pedirá la abstención o el apoyo de Vox para gobernar en la región, donde prevé impulsar «pronto» medidas como la bajada de impuestos, la aprobación de unos nuevos presupuestos y legislación para eliminar trabas burocráticas.
Tras su contundente victoria en las elecciones autonómicas del 4 de mayo (a pocos escaños de la mayoría absoluta y sin posibilidad de que la izquierda vete su investidura), Ayuso ha empezado a plantear en varias entrevistas algunas características y líneas de acción de su futuro Gobierno, adelantadas ya durante la campaña electoral.
Reducirá el tamaño del Gobierno de 13 a 10 consejerías y hará «algunos cambios aunque no grandes» porque es «amiga de cuando las cosas funcionan, no cambiarlas».
Entre su equipo de coalición con Ciudadanos hubo «gente muy buena» como consejeros y viceconsejeros -como Marta Rivera de la Cruz a la que se ha referido en otras ocasiones- con los que podría volver a contar, pero son decisiones que tomará con «tranquilidad».
Su Ejecutivo quizás «no sea monocolor» y «buscará a los mejores», por lo que no descarta tampoco incorporar a miembros de Vox, a quienes pedirá «la abstención o el apoyo», y con quien ha asegurado que no ha hablado todavía.
Tras los resultados obtenidos, será «más libre» para poder poner en marcha las medidas que ha marcado como prioritarias y que impulsará «pronto»: bajar los impuestos, aprobar unos nuevos presupuestos y legislar para eliminar trabas burocráticas.
Por su parte, el presidente de Vox, Santiago Abascal, ha dicho que están abiertos a escuchar los «planteamientos» de Ayuso, a quien le corresponde decir si quiere contar con Vox «no solo en esta legislatura sino en el Gobierno regional».
La candidata de Vox, Rocío Monasterio, ha reiterado que facilitará la investidura de Ayuso, que será como tarde el 8 de julio, aunque estará «firme» en la defensa de las convicciones de su programa, que incluye acabar con el despilfarro político, bajar los impuestos, proteger a la familia, incentivar la natalidad y luchar contra las leyes de «ideología de género».
Abascal considera un «profundo error interpretar estas elecciones en clave nacional», aunque la propia Ayuso ha dicho que la «misión nacional» del PP será transmitir la «ilusión» de Madrid a toda España y el líder del PP, Pablo Casado, interpreta la victoria madrileña como «un paso de gigante» para vencer al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
En el PSOE han asumido la derrota sin paliativos en las elecciones autonómicas, pero se resisten a extrapolar sus resultados a toda España.
Por ejemplo, la vicepresidenta primera del Ejecutivo, Carmen Calvo, ha reconocido la necesidad de autocrítica tras una derrota «sin ambages» pero la ha desvinculado de la salud del Gobierno de Pedro Sánchez («es el triunfo de la señora Ayuso, no de Casado», ha dicho) y ha garantizado la estabilidad del Ejecutivo de coalición pese a que el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, haya anunciado que abandona la política.
La candidata de Más Madrid, Mónica García, que al sobrepasar al PSOE en número de votos es la segunda fuerza en la región, ha lamentado que, pese a la histórica movilización del electorado en los comicios, la izquierda no ha logrado «convencer» a los ciudadanos «de que lo que necesita la Comunidad de Madrid es otra cosa».
Entre los partidos que han reunido a sus direcciones para analizar los resultados ha estado Ciudadanos, cuya líder, Inés Arrimadas, ha leído el hundimiento de su fuerza política como una oportunidad de relanzar el centro y renovar sus propuestas en una convención en julio.
No ha habido dimisiones y Arrimadas ha nombrado a su candidato en Madrid, Edmundo Bal, vicesecretario del partido.
Podemos ha reunido también a su Ejecutiva tras el anuncio de Pablo Iglesias de que dejará de liderar el partido y abandonará la política, una decisión aplaudida por formaciones como PP y Vox.
