A la vista de los resultados que arrojan las encuestas de intención de voto para las próximas elecciones, el Gobierno de Pedro Sánchez ha presentado unos Presupuestos Generales diseñados expresamente para tratar de salvar los muebles.
Unas Cuentas electoralistas que engloban una sucesión de ayudas directas de corto recorrido y de bajo impacto real que, lejos de ayudar a los que peor lo están pasando y a las clases medidas, sólo buscan reforzar la estrategia de ingeniería social del Gobierno social-comunista, que pasa por invitarte al postre o al café y pasarte la factura completa del resto de la comida.
Los presupuestos para 2023 son –presumen desde el Gobierno más caro de la historia- los más expansivos de la democracia. Lo que no explican es que la fórmula que utilizan para conseguirlo vuelve a ser la de ahogar aún más a las clases medias y trabajadoras. La factura de la campaña de Sánchez la pagaremos todos los españoles, presentes y futuros, porque están financiando gasto estructural con subidas de impuestos y con un incremento de la recaudación que es, a todas luces, coyuntural y derivado, precisamente, del incremento de los precios y no de una mayor actividad.
Si ponemos atención a los números, queda claro que la factura la pagarán los de siempre: los trabajadores, los autónomos y los pequeños empresarios. El incremento de la recaudación tributaria en 18.710 millones de euros, el equivalente a casi todo el presupuesto de la Comunidad de Madrid, no es consecuencia de los nuevos impuestos a las empresas energéticas, a la banca y a los que llaman ricos, sino del sobreesfuerzo de tantos y tantos ciudadanos que todos los días madrugan para ir a trabajar o para levantar las persianas de sus negocios y que hoy pagan más por IVA, Renta, Sociedades o Impuestos Especiales.
El Gobierno no acierta con el diagnóstico de los problemas y tampoco con la solución. La respuesta a la crisis que estamos atravesado pasa por bajar impuestos y reducir la burocracia; por poner en marcha medidas eficaces que aborden el problema de la inflación; por crear entornos de estabilidad y seguridad jurídica, que atraigan la inversión y el talento; y por el apoyo a los emprendedores y a las empresas, para que puedan mantener su actividad y crear riqueza y empleo.
La solución se encuentra en aquellas políticas –quizá no tan vistosas- que hacen posible que los ciudadanos tengan oportunidades y puedan coger las riendas de su propia vida.
¿Y qué encontramos los madrileños en los Presupuestos Generales del Estado más expansivos de la historia? Nuevamente la nada a la que ya nos tenían acostumbrados otros gobiernos y presidentes socialistas como Rodríguez Zapatero. Y es que todos los Gobiernos socialistas tienen, al menos, un denominador común: el castigo a Madrid, una región que no entienden y que les resulta esquiva electoralmente.
En los tres Presupuestos de Pedro Sánchez, las inversiones en Madrid prácticamente permanecen congeladas, frente al 32,7% de incremento del total nacional. De esta manera, difícilmente se puede hacer frente a los desafíos y a las necesidades de la región en materia de infraestructuras del transporte y de movilidad.
Con todos estos mimbres, lo mejor que se puede hacer con los Presupuestos Generales del Estado para 2023 es una enmienda a la totalidad con devolución al Gobierno. Enmienda a la totalidad que, en cualquier caso, se producirá por parte de los ciudadanos en las próximas elecciones.
Miguel Ángel García Martín
Viceconsejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid y
Secretario de Programas del PP de Madrid