No sale en ningún lugar destacado de los folletos ni portales turísticos que indican los lugares que se pueden visitar en Madrid, sin embargo, el museo del Real Conservatorio Superior de Música (RCSMM) de la capital, ubicado en el entorno de la estación de Atocha, es un lugar que debería ser de parada obligatoria. Este espacio, enclavado en el mismo edificio donde decenas de jóvenes se forjan un futuro profesional, guarda los tesoros de los músicos más importantes que ha tenido este país.
La colección, que no para de crecer y entre la que destaca un Stradivarius del virtuoso Pablo Sarasate (que solo se toca una vez al año) cuenta, desde hace unas semanas, con tres nuevas piezas que permiten acercarse a los orígenes de quien fue el precursor de la enseñanza del saxofón tal y como se conoce ahora mismo en España. Se trata de tres instrumentos que pertenecieron al catedrático Pedro Iturralde, y que tocó prácticamente hasta el mismo día de su fallecimiento, el 31 de octubre de 2020.
Las piezas, que tras la preparación de sus soportes ya se encuentran expuestas en las vitrinas del fondo museográfico de la institución, son un saxo alto Super Action, fabricado por Selmer en el año 1949, que fue el primero que adquirió Iturralde y está fabricado en París; otro saxo, en este caso tenor, modelo Mark VI, también de Selmer y fabricado en 1961, y un Clarinete “en Si bemol” que salió de la misma firma francesa en 1958.
A esto se suma la donación de toda la extensa obra que compuso Iturralde, quien además fue una leyenda nacional del jazz y falleció con 92 años estando aún en activo.
El encargado de gestionar ese legado ha sido el actual catedrático de saxofón de la institución y heredero de la cátedra de Iturralde en el RCSMM, Joaquín Franco, quien además mantenía una estrecha relación personal con el genial músico. De hecho, él fue la última persona con quien habló antes de su muerte.
Franco explica que fue el propio Iturralde quien, en una de las largas charlas que solían mantener por el entorno de su vivienda en Madrid, “me dijo que cuando él no estuviera quería que sus instrumentos pasaran a formar parte del fondo museográfico del conservatorio”. El profesor señala que “estaba muy agradecido a esta institución porque siempre había tenido detalles muy bonitos con él como nombrarle catedrático emérito o poner su nombre a una de las aulas más importantes del centro como es el aula 2, ubicada junto al auditorio Manuel de Falla”.
Nueve cajas con documentos
Fue el propio Joaquín Franco el encargado de catalogar toda su obra y archivar la ingente cantidad de documentos “en nueve cajas”. Lo hizo con la colaboración del catedrático de clarinete del mismo conservatorio, Justo Sanz, y de su hijo, Christian Franco, estudiante del grado superior de trompeta y gran admirador de Iturralde, explica. Entre estos archivos se encuentran “partituras, manuscritos y libros” que ahora forman parte del fondo bibliográfico del conservatorio. “Su deseo era que yo me quedara algunas obras pero consideré que el mejor lugar en el que podían estar aquí porque si alguien las necesitaba para investigación lo más sencillo es acudir a la institución y no a un particular”, señala.
La obra ha quedado depositada en el archivo histórico y bibliográfico del conservatorio, a disposición de futuros investigadores.
También fue él mismo el encargado de transportar los instrumentos desde la vivienda de Iturralde al conservatorio, donde ya están expuestos en sus vitrinas y se pueden visitar por parte de quienes deseen hacerlo.
La donación se ha realizado a través de la viuda de Pedro Iturralde, doña Francisca Gómez.
Creador de la cátedra de saxofón
Si la cátedra de saxofón existe es por el empeño personal de Iturralde. En el año 1977 él mismo fue quien solicitó su creación e implantación en el RCSMM. Al año siguiente empezaba a impartirla en esta misma institución y estuvo al frente de ella hasta su jubilación. Fue el germen de lo que hoy es el saxofon y su enseñanza en España. “Todo lo que ha venido después, el origen de todas las plazas de este instrumento en los conservatorios de España han salido de ese trabajo de Iturralde”, narra Joaquín Franco.
Hasta entonces la enseñanza de saxofón la impartían profesores de otras especialidades. “Aquí en Madrid, por ejemplo, era el de clarinete, don Vicente Peñarrocha y, en mi caso, en València, era el profesor de oboe, don Vicente Martí, el que me daba clases”, cuenta Franco. A partir de la iniciativa de Iturralde comenzó a impartirse por profesores especialistas de saxofón.
Todos los instrumentos del museo del Conservatorio son solo para exposición excepto uno, que se toca una vez al año. Se trata del Stradivarius Boissier que perteneció a Pablo Sarassate. El músico navarro fue un virtuoso de este instrumento. Cada año, el gobierno de Navarra, de donde era natural, organiza un concurso internacional de carácter bienal, cuyo ganador, como parte del premio, tiene el honor de tocar la valiosa pieza. Lo hace en el propio conservatorio, de donde nunca sale el instrumento.
©️ Imágenes: Noelia Fernández