¿Dónde estabas el 8 de febrero de 2013? Vale, es muy probable que no te acuerdes. Pero si te decimos que, ese día, pudo haber cambiado por completo la historia de la Comunidad de Madrid, igual hacer memoria. Porque esa fue la fecha en la que, hace una década, se anunciaba que Alcorcón sería la sede de Eurovegas, el faraónico proyecto que pretendía reproducir la ciudad de Las Vegas de Europa.

El plan consistía en la construcción de 12 hoteles de más de 140 metros de altura, seis casinos, tres campos de golf y tenis, centros comerciales y de reuniones, outlets, restaurantes, centros deportivos y de ocio, spas y zonas verdes, y otras muchas instalaciones de dudoso gusto. Todo ello en un espacio de 6 millones de metros cuadrados.

Las opciones eran Cataluña (cerca de Barcelona) o Alcorcón. Al final fue ésta última la que se llevó el gato al agua tras interminables reuniones de los promotores con el Ejecutivo regional, incluidas las personales entre la entonces presidenta Esperanza Aguirre y el principal ideólogo del proyecto, el multimillonario estadounidense Sheldon Adelson.

El recientemente fallecido magnate, muy próximo a Donald Trump, era el dueño de las compañías Las Vegas Sands y Sands China Ltd. En 2011 comenzó a barruntar esta idea, con el sueño de crear un destino turístico y de entretenimiento capaz de rivalizar con la ciudad norteamericana. Adelson y su equipo planeaban atraer a millones de visitantes al año con la promesa de una amplia gama de opciones de juego, espectáculos y entretenimiento.

Sin embargo, el proyecto no tuvo un camino fácil. Desde el principio, se enfrentó a una serie de obstáculos, desde problemas de financiación hasta controversias políticas y oposición pública. En 2012, el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, anunció que la ciudad sería la sede de Eurovegas, pero el proyecto fue suspendido poco después debido a la oposición de algunos grupos locales y ambientales.

Ya con Alcorcón como sede elegida, llegaron los problemas reales. Shand había asegurado que el grupo cubriría el 35% de una inversión total estimada en 18.000 millones de euros. El 65% restante, dijeron, provendría de préstamos de bancos españoles e internacionales. Sin embargo, España estaba inmersa en un contexto de crisis, con las empresas con pocas ganas de jugársela. Una incertidumbre que provocó que los inversores se mostraran reacios a poner su dinero en un proyecto de tales dimensiones en medio de una situación tan volátil.

Eurovegas, la ciudad sin ley

También hay que subrayar que las modificaciones legislativas exigidas por los promotores no eran precisamente de fácil cumplimiento. Entre otras, se pedía poder superar la altura máxima de construcción permitida para sus rascacielos, obtener permiso para fumar en espacios públicos cerrados (¿alguien se imagina fumar en un bar ahora?), privilegios en la concesión de visados a trabajadores extranjeros, el cese de los pagos a la Seguridad Social durante los dos primeros años o la reducción de los impuestos sobre el juego.

Y aunque Esperanza Aguirre aseguró que, con tal de que saliera adelante, se cambiarían “las normas que haya que cambiar”, lo cierto es que el Gobierno central, entonces presidido por Mariano Rajoy, no pasó por el aro, especialmente en lo relativo a la ley antitabaco.

A pesar de estos obstáculos, Adelson y su equipo persistieron en su búsqueda de llevar a cabo Eurovegas. No ayudó en absoluto que Adelson se negara a aportar acciones de su multinacional para respaldar los créditos solicitados a los bancos, ofreciendo como única garantía ese proyecto del que ni siquiera se había puesto la primera piedra.

En diciembre de 2013, el proyecto se canceló definitivamente, esfumándose la promesa de 250.000 puestos de trabajo que había prometido el que era en esa época líder del Gobierno regional, Ignacio González.

Desde entonces, la idea de Eurovegas ha sido objeto de debate y controversia. Muchos creen que habría sido una oportunidad para impulsar la economía española y atraer a millones de turistas, mientras que otros argumentan que habría tenido un impacto negativo en el medio ambiente y la cultura local. Incluso ya se habla de un posible nuevo Eurovegas, el propuesto por Cordish en Torres de la Alameda.

Pero lo único tangible sobre esta idea es obra de Santiago Segura en su película Torrente 5.

Quién sabe, quizá si hubiera existido Eurovegas hoy no tendríamos Madrid Nuevo Norte, el mayor desarrollo urbano de Europa y uno de los espejos en los que se miran las grandes capitales mundiales cuando proyectan su futuro.