José Luis Álvarez Álvarez, que fuera alcalde de Madrid durante la Transición y ministro de la UCD, fallecía este miércoles a los 93 años en su casa de Cabo de Palos, en Cartagena (Murcia), donde pasaba el verano con su mujer, Mercedes Royo-Villanova y sus hijos. Llevaba ya varios años padeciendo una grave enfermedad.
Notario y político de profesión, nació el 4 de abril de 1930 y se educó en los Maristas de Fuencarral. Su etapa universitaria la pasó estudiando Derecho en el Caserón de San Bernardo, sede de la Universidad de Madrid, obteniendo el Premio Nacional Fin de Carrera. Obtuvo además el Doctorado en Derecho y su tesis ‘El estatuto de la mujer soltera o viuda en el derecho privado español’ fue Premio Extraordinario.
Era hijo y nieto de notarios y quizá por ello, obtuvo la oposición en el Cuerpo de Notarios a la edad de 23 años, 11 meses y 25 días, siendo, hasta la actualidad, el cuarto más joven de toda la historia. Ingresó en el Colegio Notarial de Madrid en 1954, profesión que ejerció durante los años posteriores.
Actividad Política de José Luis Álvarez
Su interés por la política se inició en 1973 dentro del grupo de opinión Tácito, de línea democristiana, y que tuvo un papel notable en la transición hacia la democracia en España. Ese año estuvo marcado por la crisis energética mundial que se produjo como reacción de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) a Occidente. Además, en el centro de Madrid, el 20 de diciembre de ese mismo año, la banda terrorista ETA asesinaba a Carrero Blanco, con las consabidas consecuencias. A nivel cultural, Luis Buñuel obtenía el Oscar al mejor filme extranjero por El discreto encanto de la burguesía.
Dos años después, en 1975, Álvarez tomaba parte en la creación de FEDISA, que pretendía liberalizar la política española. En 1976 participó en la creación del Partido Popular (diferente del Partido Popular derivado de Alianza Popular) junto a José María de Areilza y Pío Cabanillas. El partido, en unión de otros de parecida tendencia demócrata-cristiana y liberal, se integró en enero de 1977 en el Centro Democrático, que fue refundado unos meses después con el nombre de Unión de Centro Democrático (UCD) donde tuvo un papel muy relevante y se convirtió en presidente en junio de ese mismo año.
Su breve paso por la Alcaldía de Madrid
Fue en 1978, cuando el ministro del Interior, Rodolfo Martín Villa, le nombró alcalde de Madrid, el último designado antes de las primeras elecciones democráticas. Ocupó este cargo hasta enero de 1979, cuando dimitió para presentarse a los comicios convocados para entonces y, aunque no fue elegido concejal, sí diputado en representación de Madrid. Anteriormente, en 1976, formó parte de la Comisión Iglesia-Estado que se encargó de la redacción de los Acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede, suscritos en 1978. Como alcalde, destacó por redactar un plan para la protección y conservación de edificios de interés histórico-artístico de la capital. Durante su mandato abrió dos parques en Madrid: Parque Norte y El Capricho.
Durante la Legislatura de 1979-10982 fue presidente de la Comisión de Educación, miembro de la Comisión de Cultura, ministro de Transportes y Comunicaciones, con Adolfo Suárez, y ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación con Leopoldo Calvo-Sotelo.
Años ochenta y noventa
Una vez desplazada la UCD del gobierno pasó al Partido Demócrata Popular, del que fue vicepresidente, y en el seno del cual obtuvo un nuevo puesto de diputado por Madrid en la legislatura 1982-1986. También fue presidente de la Comisión de Incompatibilidades, y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su discurso de ingreso, de 1993, fue ‘España, sociedad y estado de cultura’.
Entre sus obras destacan ‘La transmisión de obras de arte’ (1975), ‘España desde el Centro, Estudios sobre el patrimonio histórico español y la ley de 25 de junio de 1985’ (1989); ‘Los comportamientos sociológicos de los españoles’ (1999) y otros libros y artículos como ‘La Ley de 1993 y la trasmisión de obras de arte’ (1983). Algunas de ellas desvelan su preocupación por la conservación del patrimonio arquitectónico español.
La figura de Álvarez en la Transición
La prensa de la época catalogaba a Álvarez como una persona que “nunca aceptó cargo alguno en el régimen anterior ni en la nueva etapa ha mostrado el mínimo deseo personal de figurar. Es el ejemplo, casi insólito, de un hombre que renuncia a la lucha por el poder para luchar por hacer realidad una ilusión de años”. Algo que refleja su actitud ante el cambio social en España.
En declaraciones recordaba que “empezamos a pensar en la necesidad de un gran partido moderno que diera respuesta a las demandas de la sociedad española. Llevamos una línea constante, desde la fundación del grupo Tácito. Pensamos en un gran partido moderno, con dos límites muy claros: el socialismo marxista y el continuismo. Entre los democristianos, liberales y socialdemócratas hay, lo hemos demostrado, muchas menos divergencias que afinidades”.