La capital tiene nuevos vecinos… Y no cualesquiera. El Hospital Universitario 12 de Octubre acoge desde 2022 a una pareja de halcones peregrinos en su azotea, concretamente en la planta 18 del edificio de hospitalización de adultos, a una altura de 72 metros.
Pues bien, estos majestuosos depredadores, que eligieron este entorno urbano para controlar la población de aves en la zona, acaban de ser «papás» y han tenido tres crías en ese mismo emplazamiento.
Los progenitores, identificados como nacidos en 2020 y correctamente anillados, provienen de la zona del Hospital General de la Defensa Gómez Ulla y de un área urbana en Leganés. El proceso de apareamiento y reproducción de los halcones peregrinos se inició en febrero, con la puesta de huevos en marzo, el nacimiento de las crías en abril, y su primera incursión en el vuelo en mayo.
Las tres crías, marcadas con anillas para su identificación, han sido supervisadas desde su nacimiento por la Asociación Halcones Urbanos, biólogos especializados en el seguimiento de la población urbana de halcones peregrinos en la Comunidad de Madrid. En colaboración con Brinzal, una ONG dedicada a la supervisión veterinaria, y los agentes forestales de la Comunidad de Madrid, se ha garantizado un proceso sin incidencias, asegurando que las crías sean capaces de volar de manera independiente.
Control de las aves
Estos halcones peregrinos, especializados en la caza de aves en vuelo, han contribuido significativamente al control de la población avícola en el área del hospital, especialmente reduciendo la presencia de palomas urbanas. La gestión de su presencia y reproducción ha sido una colaboración entre diversas entidades, incluyendo la experiencia anterior en 2014, donde se intentó fomentar el anidamiento con una caja-nido, aunque sin éxito documentado.
Los halcones peregrinos, conocidos por su capacidad para volar a altas velocidades y cazar en picado a más de 350 kilómetros por hora, encuentran en edificios como el Hospital 12 de Octubre un entorno ideal para establecer sus territorios, simulando los acantilados que ocupan en su hábitat natural. Este proyecto no solo destaca por su impacto en el control de la fauna avícola, sino también por la interesante convivencia entre la vida urbana y la preservación de la biodiversidad.