Andrés Coll, nacido en Ibiza en el año 2000, es un vibrafonista polifacético que amalgama un agudo y amplio sentido musical, un virtuosismo incuestionable como intérprete y un estoico compromiso con el arte en su máxima expresión. Desde su infancia ha tomado parte como devoto miembro de un grupo folclórico local, que le ha llevado a tomar conciencia de las profundas y amplias raíces de la música de su tierra natal.
La música de Coll ha ido madurando de forma discreta desde la interpretación, la composición y la investigación, hasta que se ha consagrado tanto a las músicas primigenias, como Bach o Bartók, como a la música contemporánea, el jazz moderno y la improvisación libre. El próximo 14 de marzo presentará de forma inédita, en la Sala Tempo Audiophile Club de Madrid, un proyecto musical que reúne varias culturas a nivel internacional, con raíces en Marruecos, Senegal, Cuba, Pakistán y otros lugares de la Cuenca del Mediterráneo. Estará acompañado de reputados músicos cubanos de la escena madrileña.
¿Cómo se definiría como músico? Sus instrumentos son muy originales, marimba eléctrica y las castañuelas más grandes del mundo…
Sí… los instrumentos que toco los llevo tocando desde que era un niño. En la escuela de música empecé con percusión, batería, timbales, marimba… Más tarde, cuando tuve 18 años, me enfoqué en un instrumento para montar un grupo y poder dar conciertos, y me decidí por la marimba y las castañuelas.
Cuando tenía 9 años vi un baile folclórico de la isla de Ibiza y pensé: “yo quiero hacer esto”. Me acogieron como si fuera de la familia desde el primer día y sigo haciéndolo hasta el día de hoy. Ahora doy clases a los niños tanto de castañuelas como de baile. De hecho, las castañuelas que toco las hice yo con mi padre hace un montón de tiempo y sí, son las más grandes del mundo… (risas).
¿Cómo es su labor como profesor?
Doy clases de baile y de música tradicional de la isla. Los alumnos que tenemos en la escuela son chavales 4 a 10 años, es todo muy bonito. Tenemos un grupo de baile y una escuela de baile y de música. El grupo de llama Colla de vila, en ibicenco sería el grupo de la villa, de la ciudad.
«Nuestro concierto en Madrid será un encuentro entre las culturas musicales ibicencas y cubanas»
Andrés Coll Odissey es un cuarteto que reúne músicos de Ibiza, Marruecos y el este de Europa. Jazz de vanguardia, improvisación, raíces ibicencas… ¿Cómo podríamos definir este proyecto?
Odissey comenzó por mi relación musical con Joachim Kühn, que es pianista, y una leyenda aquí en la isla. Yo tenía conciertos con mi grupo hace unos años y después de que se cancelara esa formación, que tenía aquí en Ibiza, pensé en buscar músicos para reactivarlo.
A través de Joachim pude contactar con Majid Bekkas y Ramón López, que son dos instituciones musicales allá de donde vienen. Les llamé y estuvieron encantados de venir a tocar conmigo en varios conciertos. Majid Bekkas es de Marruecos, es embajador musical de su país y Ramón López es un baterista alicantino. Además, Mateusz Smoczynski es una gran violinista de Polonia. Es un enorme placer poder tocar con ellos y compartir música. Hemos hecho este grupo que es una fusión de músicas muy especial, como decías, Jazz de vanguardia e improvisación libre, que estamos moviendo por muy buenos festivales en Suiza, Polonia y otros países. Odissey está ya en la carretera.
¿Qué podrá ver el público en el concierto que ofreceréis en la Sala Tempo Audiophile Club de Madrid el próximo 14 de marzo?
El concierto de Madrid lo haremos con otros músicos diferentes a los del Odissey. Son músicos cubanos, que son referencia en la capital. Ya tenía muchas ganas de tocar con ellos. Están Yarel Hernández al bajo, que está tocando ahora por todo el mundo con un trío muy famoso; Alain Ladron de Guervara a la batería, Arnaldo Lescay a las congas y Raúl Venegas a la guitarra eléctrica.
Son músicos de la escena cubana con mucho reconocimiento en Madrid y la música que tocaremos se centrará en composiciones originales inspiradas en los paisajes de la isla de Ibiza, en la gente y en mis propias vivencias allí. Está muy inspirado también en el folklore de la isla, a estas alturas, a la hora de componer siempre me inspira poner un toque de folklore, es algo inherente en mi música. También habrá ritmos y melodías cubanas e ibicencas, descargas de percusión, con las congas, castañuelas, o el Batá cubano, que es un tambor de música Voodoo. Habrá mucha energía y será un encuentro entre islas, entre Ibiza y Cuba.
Buscas las raíces de la música actual, la trascendencia y la sintonía con el corazón y la experiencia humana. ¿Dónde nace tu estilo y cuáles son las metas a nivel cultural de esa fusión y multiculturalidad?
Esta fusión entre distintas músicas ya la hacía sin saberlo, con los viajes que hacíamos con el grupo de baile de Ibiza. Siempre viajábamos a Galicia y otros sitios a bailar, a lugares con mucha tradición. Al final de la actuación hacíamos una mezcla de bailes nuestros, de Ibiza, y suyos, del lugar en el que estuviéramos de una forma muy natural. Es algo muy bonito y que me ha marcado a lo largo de tantos años y, ahora mismo, para mí es una forma de mostrar diferentes culturas al mismo tiempo, en un mismo concierto. Y, sobre todo, celebrar las similitudes que hay, en los ritmos… Buscar las semejanzas entre un ritmo de Ibiza y uno de Senegal o de Cuba es apasionante. Tienen la misma clave, el mismo swing, el mismo Groove…
Eso te lleva a pensar que todos tienen que venir de una misma raíz. Nos podemos remontar a 10.000 años atrás, pero al final, si la música de cualquier lugar tiene la misma raíz, sólo puede significar que todos venimos del mismo sitio, y esto es algo que olvidamos con mucha facilidad. Somos la misma sociedad que nació en un punto muy concreto de África. Es algo que es bueno recordar en estos momentos, ahora que estamos tan esparcidos por el mundo y tan separados. La música es una forma de mostrar esa realidad.
«El público merece recibir algo más que música comercial»
Hablando de música con raíces ibicencas y, dando un giro hacia el mainstream, ¿qué opinión te merece la música electrónica, reclamo turístico de la isla?
Es la primera vez que me preguntan algo así… (risas). Sinceramente, habiendo pasado toda mi vida aquí, nunca he formado parte de esta escena musical. He bailado toda mi vida baile tradicional, payés, y he tocado música clásica y jazz nunca he entrado en ninguna de estas discotecas grandes tipo Ushuaïa, Pachá o Amnesia.
Si tuviese que darte una opinión, pienso que puede haber música electrónica que sea buena, con sonidos contemporáneos y vanguardistas, que sea provocadora y, a la vez, más comercial, que es lo que se vende en Ibiza, en las pistas de piscina y todo esto… Pienso que la parte comercial de la música electrónica es lo mismo que la música comercial pop o acústica. Al mismo tiempo pienso que este estilo es algo muy fácil de hacer y que la música debe aportar algo más. El público merece recibir un toque más, algo en cierto modo “mejor”.
Tu último proyecto es Andrés Coll Ibiza Sun Band, que fusiona la música moderna de Ibiza con la de Senegal y cuba, el jazz, rock y el blues psicodélico… Cuéntanos un poco más sobre esta propuesta tan innovadora…
El Sun Band, en comparación al Odissey, tiene influencias más rockeras, más de blues psicodélico, con grooves más modernos. El Odissey es más libre, más jazzero y contemporáneo, incluso. Los ritmos se van por allí y por allá para luego volver… El Sun Band es más estable, con influencias más africanas, e incluye siempre un percusionista con congas. Es, digamos, un poco más comercial que el Odissey.
«Actuar en un festival es una gozada porque te permite mostrar tu repertorio a un público muy amplio»
Has actuado en festivales de gran renombre a nivel mundial como el Festival de Jazz de Vitoria Gasteiz, otros como el Enter Enea Festival en Polonia, el Festival de Jazz de Ibiza… ¿Cómo han sido estas experiencias?
Todas han sido experiencias muy buenas. Actuar un festival grande es una gozada por la buena organización que hay, pero lo más importante es poder ofrecer a un público muy amplio tu repertorio y tu música. Es más probable que haya más gente que le guste. Tocar en un sitio así, siempre supone que aprendas algo nuevo, una lección que no puedes aprender en otros conciertos.
¿Qué ha supuesto para ti la figura de la leyenda del piano Joachim Kühn?
Básicamente ha sido con quién he aprendido casi todo lo que sé de música moderna, de improvisación y de un montón de conceptos musicales. Empecé con música clásica desde muy pequeño y hasta los 18 años no me enfoqué en el jazz y la improvisación. No fue hasta que lo conocí que no me vino esa iluminación de lo que significa improvisar y tocar música en vivo. Para mí fue una revelación después de tantos años tocando en bandas, en orquestas, con mucha experiencia y mucho bagaje, que vas adquiriendo.
Pero cuando lo conocí fue una explosión, se me abrió todo un mundo de ideas para tocar, componer, sacar mi música adelante y de expresar musicalmente ideas sin necesidad de ningún preconcepto o de ningún estudio de frases. Simplemente, traducir tus ideas, por muy insensatas que sean, en música.
También has grabado dos álbumes, uno de ellos en directo. ¿Tienes planeado grabar pronto un nuevo disco?
Sí. Es algo que ya tengo que hacer. Estoy hablando con el estudio y es el próximo proyecto que llevaré a cabo. Preparar algo en estudio con muy buena calidad, para que pueda salir en Spotify y en plataformas, además de en formato físico.
«Café Dakar será un proyecto adaptado a salas y teatros con el que esperamos rodar pronto por España»
Puedes contarnos un poco más sobre ese álbum Natural Research, basado en versiones de Ornette Coleman y el propio Joachim Kühn?
Esto fue una grabación que hicimos en casa de Joachim, sin ninguna visión ni pretensión de hacer un álbum. Normalmente solemos hacer sesiones caseras, quedamos para grabar, preparamos un par de canciones y grabamos para nosotros, para escucharlo y probar temas sin más pretensiones.
Natural Research nació así, un día preparamos un par de temas, quedamos para grabarlos y la sesión salió del tirón, como una grabación en directo, en una sola toma. Después la escuchamos, como te digo, sin pensar que pudiera ser un álbum, y estuvimos de acuerdo en que era un material muy bueno. Nos gustó mucho y nunca habíamos hecho algo así, así que decidimos editarlo y mezclarlo bien, masterizarlo, crear una carátula guay y lo convertimos en lo que es ahora. Aunque no teníamos previsto que fuera tal, salió algo muy bueno.
¿Cuáles son tus próximos proyectos aparte de ese disco que hemos comentado?
A raíz del concierto del mes de marzo en Madrid, tengo pensado iniciar un nuevo proyecto aquí en España, con músicos cubanos también, pero cambiaremos la guitarra por el piano. Aún es un proyecto en ciernes, así que cada día cambia un poco la idea. Lo seguro es que habrá piano. Me gustaría colaborar con Rolando Luna, un tremendo fenómeno del piano, o con Pepe Rivero, y un trompetista cubano que vive en Formentera, muy cerca de mí, Carlos Sarduy.
El grupo tendrá un elemento africano de percusión y voz, para apoyar la base africana que tiene la música cubana y sus raíces, y el nombre provisional será Café Dakar. Este espectáculo estará adaptado a salas de conciertos y teatros con un repertorio bien estructurado y con la esperanza de poder rodar mucho por España.
Te volveremos a ver por Madrid…
Eso espero. En el Festival de Jazz de Madrid, esa es mi meta.
Fotografía de portada / Carlos B.
