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Coronavirus, Filomena y clases online. Un día de «nueva realidad» en el Colegio Suizo de Madrid

La pandemia por coronavirus ha afectado todos los ámbitos de nuestra sociedad, y la educación es uno de ellos. Vemos cómo se han adaptado a esta nueva realidad en el Colegio Suizo de Madrid

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Ya hace casi un año que el coronavirus entró en nuestras vidas para cambiarlas para siempre. Doce meses en los que hemos tenido que volver a aprender muchas cosas y en los que, en mayor o menor medida, todos hemos sufrido las consecuencias de una pandemia que aún nos parece una pesadilla.

Los niños son, sin duda, uno de los colectivos más afectados. Un cambio brutal de rutinas que ha provocado que, de la noche a la mañana, pasan de ver todos los días a sus compañeros de clase, salir a jugar por las tardes y ver a sus abuelos los fines de semana a tener que estar encerrados en casa por culpa de un enemigo invisible.

La bajada de la incidencia antes del verano permitió el regreso a las clases presenciales después de la época estival, devolviendo a los más pequeños una parte clave de su propia “vieja normalidad”. Los colegios recuperaron, de nuevo, ese papel fundamental en la educación de nuestros hijos, quizá ahora más necesario que nunca.

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Sobre este tema, y muchos más, hemos tenido ocasión de hablar con alumnos y profesores del Colegio Suizo de Madrid, una de las instituciones académicas más prestigiosas de la Comunidad de Madrid y de toda España. Una ventana a la que nos asomamos para saber cómo se vive en este centro todo lo que nos ha obligado a asimilar la Covid-19.

Coronavirus, Filomena y clases online. Un día de "nueva realidad" en el Colegio Suizo de Madrid 1

Mascarillas, distancia y ventanas abiertas

Aunque desde fuera pueda parecer que los mecanismos son similares a los de hace un año, basta con entrar en una de las aulas para darse cuenta de que estamos ante un verdadero cambio de paradigma. La distancia entre los compañeros de pupitre es más que significativa, las caras están ocultas detrás de la perenne mascarilla y, sobre todo, las ventanas abiertas para ventilar, dejan entrar el frío invernal en las normalmente cálidas clases el frío del invierno.

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“Es lo que peor llevo, lo de la ventana abierta. Y más en invierno, que hace mucho frío, pero al final te acostumbras”, nos cuenta resignado Yago, de 11º curso (en el Colegio Suizo de Madrid se sigue el sistema suizo, por lo que este curso equivaldría a 1º de bachillerato). No es fácil habituarse desde luego a concentrarse en las lecciones con temperaturas gélidas, si bien es una de esas medidas necesarias que se han adoptado en el conjunto del país para garantizar que las clases son seguras. Ello no quita para que sea duro. “Nos hemos llevado mantas y sacos de dormir”, nos cuenta Alicia, también de 11º curso.

Tampoco les resulta fácil el tema de las distancias de seguridad. Clara, de 7º curso (equivalente a 1º de la ESO) reconoce que esto es lo que más le está costando, ya que “normalmente me abrazo mucho con mis amigas y ahora no puedo hacerlo). Un lamento compartido por Alvix, compañero de séptimo curso, quien confiesa con tristeza que “ya no podemos jugar a lo mismo que jugábamos antes, nos han dividido y no podemos juntarnos con otras clases como solíamos hacer”. Algo que nos confirma Beatriz Martínez, Gerente, que reconoce que “el tema de las distancias hay que repetirlo continuamente, somos una cultura a la que nos gusta abrazarnos”.

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Todo el Colegio está señalizado para alumnos, padres y profesores sepan dónde tienen que colocarse

Una serie de medidas sanitarias, en definitiva, a las que ha costado adaptarse, pero se cumplen. Eso sí, con cada vez más cansancio. En este sentido, Moisés, profesor de español en primaria, nos dice que los niños “empezaron muy bien. Asumieron muy rápido que tenían que llevar mascarillas, lavarse las manos, la distancia de seguridad… Pero cuando han ido pasando los días se les ha hecho muy largo y pesado. Lo siguen respetando porque lo tienen muy interiorizado, pero la situación es difícil”.

Una labor, la de concienciación a los escolares, en la que los profesores desempeñan un rol esencial. “Al final eres su visión, la persona a seguir, el ejemplo, y quien les enseña la importancia que tiene seguir esa serie de reglas y normas, siendo nosotros los primeros en cumplirlas”, confirma Moisés, quien añade que se trata de un trabajo continuo y adaptado con “muchas charlas, pero muy lúdicas, vídeos…”.

Ese es, probablemente una de las bases para que se interioricen las nuevas normas. Así lo entiende Christina Urech, Directora, revelando que a los alumnos “se les habla de estas cosas de manera que entiendan fácilmente qué tienen que hacer: contando historias, con ejemplos que puedan comprender, haciendo dibujos…

Beatriz nos recuerda también el papel que desempeñan los tutores: “A principio de curso hice una formación sobre la Covid-19 y el plan de contingencia a todos los profesores, para que luego los tutores se lo transmitieran a los alumnos. Eso fue hace tiempo; por eso, cada semana, se hacen tutorías en las que se habla de todo tipo de temas (bullying, drogas…) y, por supuesto la repetición de los protocolos. Es algo continuo”.

Junto a los tutores, el Colegio Suizo de Madrid cuenta con “unos ayudantes Covid cuyas funciones son que se cumplan los planes de contingencia”, según nos comenta Beatriz. También está, para el plano de apoyo emocional, un departamento de orientación que está siempre al lado de los estudiantes para resolver sus dudas e incluso, si lo requieren, con los padres.

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Clases online, la lección a través de una pantalla de ordenador

Otro de los cambios que todos hemos vivido ha sido el salto hacia lo online. Y, por supuesto, en el Colegio Suizo de Madrid no ha sido una excepción. Christina reconoce que, aunque evidentemente “hay más distancia y los métodos son diferentes con respecto a las clases presenciales, los alumnos se están adaptando muy bien”.

Una adaptación en la que ha tenido mucho que ver el buen trabajo del Colegio. Alicia señala que al principio de la cuarentena le costó, “pero lo cierto es que desde el primer momento nos dijeron que iba a haber una web habilitada para dar clase y que tendríamos el mismo horario que de manera presencial, así que no creo que hayamos perdido tanto nivel académico”.

Aun así, ha sido necesario un proceso de evolución. «Yo he visto una distancia de años luz en los hábitos con respecto a marzo. Entonces era una novedad sentarse frente al ordenador y ahora ya están tan instauradas las pautas de enseñanza que se organizan a la perfección. Ya les parece lo más normal”, señala Beatriz.

Ello no quita para que prefieran las clases presenciales. Y no solo por problemas “mundanos” como los temidos fallos en la red de WiFi.

Estudiar desde casa implica “estar muchas horas seguidas delante del ordenador hace que pierdas un poco la motivación”, tal y como comenta Alicia, aunque reconoce que “ver a los compañeros en videollamada ha ayudado”. Pensamiento compartido por Yago, a quien también le resultado complicado “porque pasas de estar en clase, con tus compañeros, a, de repente estar 10 horas delante de una pantalla todos los días”.

Un pensamiento compartido desde el profesorado. “Prefieren las clases presenciales”, apunta Moisés. “Al principio les hacía mucha gracia, estar con el ordenador, pero a la larga se les hace muy pesado y prefieren estar en contacto directo con su profesor y con sus compañeros, aunque sea con unas limitaciones. Porque ellos están más a gusto, más protegidos en el ambiente escolar, donde pueden hablar directamente con su compañero o con el profesor”. Una manera de impartir matemáticas, lengua o idiomas, que, según Moisés, “para el profe es igual”.

¿Y si hay un positivo?

Con la incidencia de coronavirus actualmente al alza en la región no es, por desgracia, poco habitual la detección de casos de coronavirus en los colegios de la Comunidad de Madrid. Un tema marcado en rojo en el Colegio Suizo de Madrid, donde, nos confirma Beatriz, hay “dos protocolos vigentes: la Estrategia de Detección y el Protocolo de Actuación”. En los dos documentos se recoge el plan de contingencia, “donde está todo explicado: entradas y salidas escalonadas, las salidas al recreo… Todo ello actualizado de manera constante según la evolución de la situación. Los hemos enviado a los padres, explicado a los empleados… Hacemos mucho hincapié en ellos”, subraya Beatriz.

Unas precauciones que no impiden que pueda producirse algún contagio fuera del ámbito escolar. En ese caso, “les decimos que, si hay casos positivos, o algún contacto, está prohibido venir al Colegio”. También puede darse el caso de que sean los propios padres quienes avisen al centro. SI se produce esa situación, “a ese niño lo ubicamos en una zona de aislamiento Covid que hemos habilitado, a la espera de que lleguen los padres. Si es un profesor el que da positivo, el procedimiento es parecido. Tenemos un protocolo estricto que seguimos a rajatabla”.

“Si se da el caso de que unos padres nos escriben de noche informando de un positivo y está en un grupo de convivencia, al momento se lo notificamos al resto de progenitores para que al día siguiente no vengan a clase, ya que deben cumplir aislamiento domiciliario”, nos cuenta Beatriz, que además cree que uno de los secretos a la hora de transmitir confianza es la transparencia, “notificando a las autoridades todas las incidencias en el momento en que se producen”.

Tras la Covid-19, Filomena

Después de toda la tormenta del Covid-19, llega la hora de volver a clase de Navidad y se presenta… Filomena y la mayor nevada en Madrid en los últimos cincuenta años. De nuevo, vuelta al confinamiento, esta vez por causas meteorológicas.

Un nuevo inconveniente que no pilló por sorpresa al Colegio Suizo de Madrid, ya que “antes de Navidad, la idea era impartir clases online durante una semana tras la vuelta, como una ‘cuarentena’. Aunque luego el Gobierno regional no lo permitió, nosotros estábamos igualmente preparados; todos los profesores habían preparado clases online porque era nuestro objetivo, y cuando se decidió el cierre de los colegios no nos pilló por sorpresa y estábamos listos”, comenta Cristina.

En todo caso, la tarea principal del CSM desde que cayó el primer copo fue garantizar el acceso seguro al centro, pasara lo que pasara. Un protocolo que se tiene que activar de manera veloz y que nos detalla Beatriz. “Cuando empezó a nevar, nos pusimos en contacto con el equipo de mantenimiento para que se pusieran manos a la obra y que todo estuviera todo listo el domingo. Una vez notificado el retraso en el inicio de las clases, seguimos trabajando en los días sucesivos y el martes ya estaba todo despejado. El nuevo aplazamiento nos sirvió para contar con la supervisión de un arquitecto en lo relativo a la seguridad de las estructuras y el día 18 de enero estábamos perfectamente preparados para empezar. Contábamos con todos los certificados para recibir a los chicos, y nos dio un poco de pena que no pudiéramos hacerlo”.

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Y aunque hubo que esperar un par de días más para la reapertura, el resultado fue bueno, también a juicio de los alumnos. “Han hecho un buen trabajo”, reconoce Alicia, quien, a su vez, nos confiesa que “estaba encantada de que hubiese nieve”. Porque la realidad es que, para ella, igual que para muchos madrileños, la borrasca sirvió para ser testigos privilegiados de una estampa nada habitual en el centro peninsular.

Una parte, la positiva, con la que se queda Moisés, que cree que para los niños “ha sido una maravilla, porque esto no lo han vivido nunca. Ellos no piensan en el caos, piensan en jugar. Y como yo creo que es algo que no sucede todos los años, es una experiencia que también les sirve para aprender”.

Porque la naturaleza es una fuente inagotable de recursos de cara a la formación de los estudiantes. Algo que tienen muy interiorizado en el Colegio Suizo de Madrid, que impulsa este tipo de aprendizaje con la ‘Bosquescuela’, un proyecto que se desarrolla durante todo el curso (aunque ahora está en ‘stand by’ por los estragos causados por la borrasca) y en el que los niños cambian las aulas por los espacios naturales para interiorizar lecciones con las herramientas que su entorno les ofrece. “Ellos al principio pensaban que era solo para jugar, pero han aprendido que se va allí a aprender con otros recursos. En vez de usar lápiz y papel, usamos piedras y palos para hacer matemáticas, escribir o cualquier otra cosa”, nos cuenta Moisés, encargado de la actividad.

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Bien por culpa de una borrasca histórica o de un ‘bicho’ microscópico, lo cierto es que nos ha tocado vivir una época de readaptación, en la que todos debemos poner de nuestra parte para que sea más llevadera. Eso sí, que a nadie le quepa duda de que, tal y como ha sucedido en el Colegio Suizo de Madrid, lo conseguiremos.

Roberto García
Roberto García
Periodista. Lector. Viajero. Madrileño. Tratando de dignificar mi profesión con cada palabra.
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