El espíritu de las clásicas películas del Oeste, también proviene de las primeras novelas que a comienzos del siglo XX, con la publicación de El Virginiano de Owen Wister, dibujaron a los vaqueros en sus odiseas dramáticas contra o en favor de la ley legítima o del talión. Por ejemplo, en el cartel de High Noon (debut de un rostro mítico como Lee Van Cleef) dirigida por Fred Zinnemann, los ilustradores de la época estamparon junto a las facciones de Gary Cooper, un lema como el hombre demasiado orgulloso para correr. Mientras que, en El Hombre que mató a Liberty Valance se decantaban de exhibir las caras de James Stewart y John Wayne juntos por primera vez o en Río Bravo de Howard Hawks hacían lo mismo con el trío protagonista de vengadores.
En la actualidad, las ilustraciones de pósters adaptan la épica a una realidad más explícita, a veces, con expresiones convincentes como ésta: Bad Men will bleed (El hombre malvado sangrará). Así, con violencia y armas recorriendo cualquier esquina de la ciudad, podríamos considerar que una mayoría de aficionados al western se conformarían con historias planas de vaqueros, ecos de detonaciones y cuchillos manchados de sangre inocente. Pero, no corresponde con directores de la talla del gran John Ford, que tenían un concepto muy marcado de la personalidad de asesinos a sangre fría y aquellas leyendas del oeste.
Hoy, pensar que esos filmes tienen un público determinado, dentro de coordenadas exclusivas de un contexto cerrado y limitado en la concepción, es decir, por cineastas norteamericanos, parece un error generalizado.
Simplemente, el western se ha convertido en un escenario teatral y universal clásico, que cuenta la historia con personajes y familias reconocibles por el público, entre odios personales y venganza, con repercusión en otros profesionales del medio fuera de sus fronteras, como ocurrió con el spaguetti.
En The Salvation, dos directores de nacionalidad danesa se fijan en muchas estampas míticas del género y la épica de los pistoleros, para escribir un guion que produce la explosión de sensaciones y alguna mirada recelosa. Aquellos tiempos encumbraron a héroes de la nación o malvados espoleados a enriquecerse, recortando con la fuerza, el derecho de ciudadanos. Así, Anders Thomas Jensen y el director del filme Kristian Levring, abandonan las reglas inflexibles del dogma, para exhibir la mítica llegada de un tren, como tantas ocasiones en la memoria del western.
Este largo camino de renovación, que llevó anteriormente a dos hermanos y expertos soldados a buscar un futuro para su familia.
La cinematografía danesa es lejana a este salvaje territorio llamado Negro Creek, tanto que puede producir desconfianza en el espectador. Pero, los autores han desarrollando una historia que no está desnaturalizada por la ideosincrasia americana, han conseguido abrir las puertas del infierno a nuevas perspectivas foráneas, en homenaje a los pistoleros, leyendas del XIX y estrellas del XX que los interpretasen medio siglo después. The Salvation tiene varios datos curiosos, como una coproducción de Inglaterra, Suecia o Bélgica junto al país de la mítica Zentropa Entertainments fundada por Peter Aalbaek Jensen y Lars von Trier en Dinamarca. Además de una apuesta arriesgada al retratar panorámicas desérticas y agrestes (como en Almería) las paronámicas, por el territorio sudafricano de Johannesburgo y vistas de la provincia de Gauteng, también llamada tierra del oro.
Aquí, los colonos a la búsqueda de fortuna en tierra extraña, fundamentan los principios de una nueva era que reduce los tiempos y distancias, con los motores de vapor (quizá sólo otro fantasma ya) que permitirán a nuevos métodos de transporte cambiar la forma de vida del hombre. El director Levring configura un paisaje tormentoso (como el cuadro impresionista), una obra pictórica turbulenta que recuerda el aroma del cuero y la pólvora, así como el sabor salado del sudor y la sangre. Con la llegada del ferrocarril aparecen los rostros del lejano oeste, con acento europeo, para comenzar el viaje onírico a un lugar desconocido. Lo siniestro y oscuro, se ofrecerá como hizo a bordo de una fantasmal diligencia, la raíz irlandesa u otro director que aprendió en Italia, el reverso salvaje visitando el averno a través de los tiempos.
Los rasgos duros de Mads Mikkelsen, en regreso de su Copenhagen natal, le conforman como uno de los actores más luminosos (o siniestros según el caso) del panorama actual. Por él en The Salvation, van a pasar los rostros de aquellas figuras que plasmaron el ascenso de aquellas películas, aunque sin olvidar a otras futuras dentro del universo Marvel en el filme Dr. Extraño o Rogue One: A Stars Wars Story. Simplemente, imprescindible.
Aquí, el rostro de cabeza de familia al estilo Jimmy Stewart y hermano comprometido de Mikael Persbrandt (El Hobbit), parecen seguros de sí mismos como tiradores retirados a colonos. Jon deberá ponerse en situación extravagante e inesperada, en aquel receptáculo malsano que cambiará su vida o firmará su defunción. En secuencia inolvidable, la mitad Terminator se aparece en su carrera por la oscuridad, como el nacimiento del justiciero o instinto de vengador, buscando la justicia que otros denominan del diente por diente.
La historia cambia bruscamente hacia una pesadilla, cuando el día trae rostros escondidos de alimañas y la muerte injustificada, donde viejos amantes al western podrán contemplar la mirada perdida de Gary Cooper en Solo ante el Peligro, Alan Ladd en Raíces Profundas, Gregory Peck en Horizontes de Grandeza o Kirk Douglas en El Último Tren de Gun Hill… incluso, hasta alcanzar a Charles Bronson en la obra maestra de Leone, Hasta que llegó su Hora.
Tantos hombres que defendieron el honor de sus familias, que Mikkelsen borda el personaje producto de un estallido de furor sin medida, que de pacífico convierte en vengador sin cuartel. Hasta cruzarse con la hermosa cara nada de unan mujer de pocas palabras, envuelta en la violenta actividad de su esposo y el machismo que rodea aquel mundo sin ley.
El entramado de miradas, permitirá descubrir un panorama negro como el petróleo, entre asesinos y adiptos a la corrupción económica. Entonces, ya no hay vuelta atrás, pues la única forma de sobrevivir es volver a cambiar, intentar acrecentar la inquietud rival, con el gélido contacto de un cañón en tus manos y unos ojos de emoción glacial como tu origen escandinavo, dureza en la mueca eterna de John Wayne cabreado, sibilino y viperino Kirk Douglas o brava clarividencia de Burt Lancaster. Hasta enfrentarte con la misma muerte en las botas de Mr. Clint Eastwood, otro jinete pálido de ensueño.
Venganza es su nombre, demostrando que no existe capacidad para el diálogo mínimo con una representación del diablo en la tierra. Aquí, al otro lado de la frontera oscura, el impávido poderío lo demuestra un Jeffrey Dean Morgan inmenso, su conciencia envuelta en azufre como el hábito rojizo viste su piel venenosa que todo impregna a su paso. El horror, con una sola palabra lanzada al aire o recogida por su camada de criminales en bala certera, son Michael Raymond-James (Black Snake Moan, Jack Reacher), un Jonathan Pryce ejemplar como siempre en sus numerosos trabajos o Eric Cantona.
Mientras que Eva Green, no necesita hablar ni una palabra para conseguir centrar la atención del público en su mirada cada vez que aparece en escena, aunque el tiempo de su papel sea limitado.
La ética del soldado fuerza a la evolución de las pasiones, como tantas ocasiones Glen Ford aceptara (incluso en Los Sobornados, un negro imprescindible de Fritz Lang), pagando con misma moneda a esos rostros de piel curtida en mil escaramuzas militares, con aspecto facial poco recortado y falta de higiene garantizada en la frontera. Anthony Queen, Jack Palance, Lee Marvin, Eli Wallach, Gian María Volonté, incluso Henry Fonda, hasta llegar a este coronel DelaRue, son los amos en esto de ejercer la dictadura del poder, infringir dolor y terror en pacíficos ciudadanos, de Colt o Winchester ligeros, cuchillos que cortaban la cara a la prostituta o esposa mancillada, borraron sonrisas asustadizas de granjeros y la confianza en estructuras estatales que derivaron en negocios pringosos. Porque estos personajes esconden una psicopatía peligrosa y un machismo innato, dramático reflejo de la supervivencia que corresponde a buitres revoloteando sin enseñar sus cartas marcadas.
La música de Kasper Winding suena como los viejos tiempos, de un Morricone en el crepúsculo del western.
Al final, el guion se decanta por la clásica estampa… o no. Los que asistan a la proyección de sus emociones, deberán tener paciencia para comprobar si el pistolero, sube a su caballo y se pierde en el horizonte del atardecer rojizo. Puede que esta vez, la leyenda se escriba de otra forma en el futuro.
Con tantas caras posibles, The Salvation se presenta como un notable western. Veremos si la solera, le erige como un verdadero clásico, espero que sí.