El interés de Eva Manjón (Burgos, 1982) por la interpretación viene desde muy joven, cuando aun siendo niña ya mostraba una cuidada afición por la música, las rimas y la actuación, recibiendo una incipiente formación en danza clásica y teatro antes de trasladarse a Madrid e ingresar en la RESAD. Desde entonces no solamente no ha dejado de trabajar como intérprete, en musicales como La Bella y la Bestia, Grease, el musical, Shrek, Annie o Peter Pan; y más recientemente con un papel protagonista en la nueva temporada de la serie de TVE Seis hermanas, haciendo reconocible al gran público un rostro que ya habíamos encontrado antes en El secreto de Puente Viejo o Amar es para siempre.
Pero si algo debe destacarse de la actriz manchega es el amor que pone en cada gesto y en cada nota de su trabajo. Amor a la profesión y respeto al acto sagrado del teatro en cada detalle al fin y al cabo, como lo es el hecho de haber elegido el Teatro Rialto para estrenar en Madrid Mi última noche con Sara, un espectáculo que interpreta y produce Eva Manjón en torno a la figura de Sara todos los martes a las 20:30. El mismo Rialto en el que en 1957 nuestra artista más internacional estrenó El último cuplé, la película le que dio la fama definitiva a Sara Montiel.
Eva Manjón nos recibe tras finalizar el estreno en la madrileña Gran Vía. Los espectadores quieren selfies con ella, necesitan inmortalizar una caracterización que debemos al gran trabajo de Alba Jiménez. Un estreno que el público ha recibido emocionado y en pie, especialmente entre los admiradores más nostálgicos, en justo reconocimiento al compromiso de la actriz con un buen espectáculo que no solamente sorprende positivamente por la voz privilegiada e impecable técnica vocal de Eva Manjón, sino también por la introducción de elementos acerca de la figura de una mujer independiente, lo que no deja de ser la tesis de fondo de la obra. En síntesis, nos encontramos en un estudio de grabación una noche de 1962, en el que Sara Montiel grabará un disco con sus mejores temas que la hará libre de la discográfica y de un amor que es y ha sido pero que no puede ser más. Una ficción construida a base de muchas verdades porque, aunque Mi última noche con Sara no es una historia real, todo lo que se cuenta es verdad. Con una estructura y puesta en escena sincera y directa, sencilla y sin aspavientos, demostrando que, también sobre el escenario, cuando nos presentan una propuesta equilibrada y sincera, menos es más.
Enhorabuena por la función, haces parecer fácil algo que no lo es. No debe resultar fácil haber simultaneado este proyecto con la grabación de la serie de TVE Seis hermanas.
No, nada fácil. Ha sido duro. Una serie diaria es de lo más duro que hay en televisión. Grabas muchas horas y madrugas muchísimo… ya le he perdido el respeto a madrugar a las 5:45 cada día y cuando acabas, debes seguir estudiando guiones, tener buena cara, buena piel, buena voz, y estar descansada. Una serie diaria es un pulso. Pero es maravilloso, es una familia. Es un regalo. Si esto lo combinas con sacar adelante tu propio proyecto, donde no hay horarios, sólo la certeza de que debes hacerlo. De que te juegas tu dinero, tu prestigio, y todo… puff… imagina, ha sido muy muy duro. Dormir muy poco. Muy poco. Comer mucho, para compensar y mantener la calma y, sobre todo, el apoyo de los míos es lo que me ha mantenido. Y mucho, mucho amor e ilusión por esto.
La obra recrea una época muy especial, parece que hoy ya no hay lugar para las grandes estrellas…
Parece. Pero sí lo hay…. aunque ahora valoramos de manera diferente, ni mejor ni peor, diferente. Ahora lo llaman celebrities, ¿no? [risas]. Si que hay grandes estrellas, como antes, pero ahora hay más estímulo y más medios para llegar, por eso Sara hizo una proeza: sin cultura, sin formación, sin televisión, sin estudios, si saber leer, sin padrino… Es una proeza. No sólo era belleza, era una tía muy muy inteligente, y muy valiente.
Escucharte hablar de Sara Montiel con tanto cariño y respeto emociona y le hace a uno pararse a pensar: parece que solamente nos hemos quedado con sus discos y el recuerdo de ser la primera actriz española en pisar Hollywood, donde se codeó con artistas de la talla de Marlon Brando, Marilyn Monroe, James Dean o Greta Garbo. Así que la pregunta es obligada, ¿quién era realmente Antonia?
Lo dicho, una mujerona. No era sólo una cara perfecta, era una chica que lo tuvo claro, que luchó, y que se tuvo que ir, porque aquí no la veían, no la valoraban. Y lo hizo y volvió cual ave fénix. Una mujer fuerte y apasionada y ardiente; pero ardiente de la vida, de todo lo bonito, y de “lo guapo” como decía ella, una amante de la estética y del placer.
¿Somos un país ingrato con nuestros artistas?
Un pelín. A ver si va cambiando, pero sí. Adoramos a quienes los medios de comunicación nos dicen que hay que adorar. Al que mejor se vende, no al que más trabaja para lograrlo. O al que tiene más talento. En este país vale todo, por eso programas, realities sensacionalistas y televisión sin cerebro es lo que más se consume, porque la gente ha aprendido que da igual que no te formes, que con que te vean y te vendas es suficiente. Si no fuera ingrato, rechazaríamos esto. Buscaríamos y exigiríamos más a los artistas y no valdría cualquier chisme para ser publicado. A mí me pasa con el proyecto: me llaman de programas donde me dicen que si no vendo carnaza de Sara o de su familia no promocionan mi show, y yo les respondo ¡pues que no me lleven! Qué quieres que te diga…
La reacción del público después de la función desprende verdadero agradecimiento, incluso cuando después de la función compartes con ellos unas palabras y muchos cuentan que revives a Sara Montiel, ¿cómo recibes esos gestos de cariño de la gente?
Pues con mucho agradecimiento, amor y con fascinación. Yo lo sabía, sabía que había mucha gente esperando esto y no me equivoqué. Hay mucho admirador de Sara y muchos y muchas chavales jóvenes, pero se la ha enterrado. Y por eso era bonito hacer esto, para sacarla y homenajearla. Esas personas que al acabar se me acercan y me dan las gracias, me llenan, me dicen que estoy donde tengo que estar. Las gracias ellos a mí, es tremendo, debería ser al revés: yo les doy las gracias a ellos, por comprar su entrada, y por confiar en mí. Muchos vienen un poco desconfiados con el pensamiento de «a ver qué van a hacer con mi Sara» y se van emocionados. Eso es bonito, como decía Forest Gun.
La obra contiene también una visión de la época en la que triunfó Sara Montiel, nos ayuda a conocer un poco más a una mujer de gran talento que tomó las riendas de su vida. ¿Cómo ha sido el trabajo de preparación del personaje?
Arduo, muchas pelis, reportajes, entrevistas, fotos, audios, canciones. No podía hacerlo mal o sin trabajarlo al máximo. Ella era única y muy muy reconocible. Pero lo más difícil, la delgada línea roja entre interpretarla e imitar o incluso parodiar. Yo soy actriz, no imitadora y esto es Sara en la intimidad… No sabe nadie cómo era en realidad, así que con todo lo que he estudiado de ella más mi intuición y la aportación como Eva Manjon, sale “mi Sara”.
¿Eva Manjón elige libertad o felicidad?
Para mí lo uno sin lo otro no existe. Si estás en una situación de infelicidad, seguro, seguro que es porque no eres libre, en cualquiera de los planos o ámbitos. Libertad, no es amar o ser amado o tener salud, o dinero. Libertad es ser consciente de la felicidad. Algunos son felices y no lo saben. Y algunos no son libres pero tampoco lo saben.
Aunque llevas el peso de la función, hemos disfrutado de momentos realmente memorables y buenas risas gracias a tus compañeros. Por no mencionar lo cuidado de la luz y los arreglos musicales.
Mis compañeros son los cimientos de esto. Lo que lo sostiene, Los que hacen que esto sea. Lo son todo para el proyecto. Yo sólo empecé y gestiono las energías. Aunque yo de la cara, ellos hacen mucho más de lo que parece.
¿Sigue siendo una época difícil para las mujeres en general y para las artistas en particular?
Sí. Lo es. Cada vez menos, pero aún queda. Yo misma he sentido como empresaria ahora que por ser mujer se ríen un poquito en tu cara. Hay muchos menos papeles para mujer y los que hay están todavía cargados de clichés. Queda mucho por hacer. Pero bueno, si pensamos que hace muchos años, había gladiadores que morían por el placer de los ricos, creo que vamos bien… Lento pero vamos… Y, aunque hay excepciones, la belleza física sigue siendo una constante, se valora demasiado. Y mejor no hablamos de maternidad porque ufff… supongo que queda mucho por hacer.
Interpretas en directo de modo magistral una decena de las mejores y más conocidas canciones de Sara Montiel, “La violetera”, “Es mi hombre”, “Bésame mucho”, “Tatuaje”, “Fumando espero”, “Nena”, “El relicario”, “Sus Pícaros ojos”, “Tatuaje”, “Tú no eres eso”… ¿Cómo ha sido el trabajo vocal y arreglos para interpretar las canciones de Sara Montiel con ese registro grave tan particular?
A base de oírla mucho. Ver su boca ha sido esencial. Bajar unos cuantos tonos respecto a mi voz y subir otros cuantos respecto a Sara han sido la clave, ni pá tí ni pá mí [risas]. El trabajo con Juanjo Molina, el director musical, ha sido muy cómodo y muy bonito y ensayábamos siempre que podíamos. Él me mete mucha caña para que no se desvirtúe y no exagere de más y yo se lo agradezco.
¿Hasta qué punto son los artistas dueños de su propia vida?
Creo que hasta un punto o dos más por encima del resto de los mortales…[risas] No, en serio, la inestabilidad, es jodida, pero es parte del acuerdo, es de alguna forma una manera de ser libre, aunque a veces estés muy al límite. Tener que fichar cada día de tu vida, tener horarios estrictos, las vacaciones programadas, no tener la posibilidad de improvisar casi nunca, la rutina etc. es una forma de no ser del todo libre. Lo contrario, es lo que hacemos nosotros, vivimos más al día, tenemos que disfrutar más del aquí y el ahora e improvisamos mucho. Y sobre todo nos dejamos sorprender, hasta el punto de que tu vida suele depender de una llamada, una fiesta… Un día cualquiera se puede convertir en un gran día, no hay rutina, todo es cambiante, cada cierto tiempo cambias de compañeros, de sueldo (cuando lo hay), de horarios, y eso hace como dicen mis amigas que no se dedican a esto que la vida sea muy interesante. Así que haciendo balance de todo, creo que yo me siento tremendamente libre.
Este proyecto significa mucho para ti, también en lo personal. Es evidente la implicación, hasta el punto de que hablamos de Eva Manjón como productora…
Sí, es una locura, pero creo que siempre quise serlo, poder crear donde no había es lo más. Es una manera, además, de tener plan B para cuando no quiera o no pueda trabajar como actriz. Es muy bonito. Y también muy duro, pero estoy feliz. Es adrenalina pura.
Agradecemos que nos haya atendido la noche del estreno y nos despedimos mientras los espectadores se arremolinan magnetizados por el atractivo de Sara Montiel encarnada en Eva Manjón.