Para este siglo se prevé que la tecnología llegue a lugares, hasta ahora, inimaginables. No solo en nuestra vida diaria incrementará su presencia, sino también en otros ámbitos, como el militar. En este siglo se pretende que la tecnología esté integrada en un todo, fusionando tecnología militar con tecnología civil. Las grandes potencias mundiales como Estados Unidos, Rusia, y China comandan ya una “guerra tecnológica” por lograr un liderato mundial.
Estados Unidos ya había lanzado en 2014 un programa militar conocido como “La Tercera Estrategia de Compensación”, como una iniciativa de defensa ante el paso agigantado al que estaba creciendo China, no solo como potencia económica, sino también como potencia tecnológica, factor determinante en esta nueva era, y llamada ya como “la fuerza del futuro”. Las principales prioridades estadounidenses son las tecnologías civiles y de doble uso, como las tecnologías de impresión 3D, la inteligencia artificial, la robótica, las tecnologías supersónicas, y aparatos submarinos no tripulados.
En contra posición, China, ha creado la “Comisión Central para el Desarrollo Integrado Militar y Civil” liderado por Xi Jinping, secretario general del Partido Comunista, con el objetivo de impulsar la diversificación económica. El gigante asiático lleva trabajando en proyectos tecnológicos desde la década de los 80 cuando empezaron las reformas económicas. Esta política se traduce en la centralización del desarrollo tecnológico chino, departamento que estará a cargo de las más altas autoridades del país.
Rusia, no quiere perder su posición de potencia mundial y también se encuentra preocupada por este asunto, como medida de defensa ante el crecimiento de sus rivales, ha decidido aumentar el volumen de sus investigaciones en el área tecnológica. Inclusive se ha planteado la posibilidad de unir fuerzas conjuntas con China para reducir el esfuerzo y aumentar los resultados.
Muchos expertos se plantean la idea de que el mundo va camino a la Tercera Guerra Mundial, para otros ya la estamos viviendo. Lo que sin duda es una verdad ante los ojos del mundo es que la tecnología ha llegado a nuestras vidas para quedarse y que su desarrollo será determinante para el futuro de los países y del mundo, hecho que podría aumentar la desigualdad y la brecha entre países de primer mundo y países no desarrollados.