Querido pedigüeño: Te admiro y te ENVIDIO de verdad.
Propongo que intercambiemos los papeles.
A partir de ahora, te levantarías todos los días a las 7, con el ruidito del despertador, para acudir a un trabajo un poquito estresante y mal pagado.
Y cada sábado, cuando estés tomando una caña con aperitivo, a mediodía en cualquier barecillo, para descansar y olvidar tus penas…
Yo llego y te pido “una propinita” por la voluntad.
Te ruego y te suplico, por favor y por caridad.
Como si fueras el Duque de Alba, pues tomas una caña en un barecillo.
Supongo que te parecerá bien el cambio de papeles.