Rana que te quiero verde (Aranjuez)

SABOREANDO MADRID

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Comienzo mi periplo gastronómico por uno de los municipios más emblemáticos de la Comunidad de Madrid tanto por su Historia como por su belleza y, naturalmente, por la riqueza de su entorno natural que lo ha premiado con una de las huertas más fértiles de la comarca, al albergar en su seno el paso de los ríos Jarama y Tajo. Y es que pasear por este Real Sitio declarado como tal por Felipe II en 1560, es un auténtico gozo para los sentidos, a pesar de que el calor hoy nos apremia con temperaturas que superan los 35º.

Resulta una delicia recorrer sus calles arboladas, sus jardines regados por el trazado manso de los ríos que acogen decenas de cisnes y patos, como los del Príncipe, de la Isla, de Isabel II o de Parterre y encontrarse con históricos edificios como el Palacio Real o la Casa del Labrador. Observo que las calles adoquinadas que antaño fueron testigos del trasiego de caballos y carruajes, necesitan esmerar su cuidado ya que su estado de conservación no es bueno y en numerosas aceras nobles, crece la maleza y los pedazos de piedra surgen libremente de una forma casi constante.

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Pero no nos vayamos por las ramas y centrémonos en las vegas. La localidad de Aranjuez forma parte de la denominada Comarca de las Vegas, una entidad que ocupa una superficie de 727,63 Km2, y que está también integrada por los municipios de Belmonete de Tajo, Brea de Tajo, Colmenar de Oreja, Estremera, Valdaracete, Villamanrique de Tajo y Villarejo de Salvanés. Es muy característico de esta zona el contraste paisajístico entre los páramos de secano donde se cultivan cereales, olivos y viñedos, y otras de regadío, donde se producen hortalizas (entre las que destacan los tomates, pimientos, habas, lechugas, alcachofas, acelgas y coles), frutas (melones, manzanas, ciruelas, peras y un largo etcétera), almendras y sotos. Concretamente en Aranjuez, tienen fama internacional tres productos de excepcional calidad: el espárrago, el fresón y la fresa.

Sobre estos tres manjares tan populares, desvelaré a los lectores que el típico espárrago ribereño fue traído desde Holanda en el siglo XVIII y los fresones, en su variedad mariguín, son originarios de América.

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Llega el momento de degustar algunas de estas maravillas y para ello, nada mejor que visitar el restaurante más famoso y típico de Aranjuez y uno de los más afamados de Madrid y de otros muchos puntos cardinales: El Rana Verde. Ubicado al comienzo de la calle La Reina, su estética arquitectónica en la que priman los pilares y las estructuras de hierro forjado en color verde carruaje, las cristaleras y sus amplios ventanales sobre el río Tajo, le hacen inconfundible. El tronco de un árbol centenario preside el comedor principal de este restaurante con más de un siglo de historia, dedicado en sus orígenes a “comidas y fiambres”.

Siempre tuve curiosidad por saber por qué a la palabra Rana le precede un artículo masculino en lugar de la palabra “la” (La Rana Verde) como hubiera sido lógico. Hoy, ya conozco la respuesta que quiero compartir con todos ustedes. Tal artículo masculino, se lo debe al patriarca de la familia “El tío Rana” que en 1903 decidió apostar por este negocio familiar de restauración.

Resulta difícil decidir qué plato elegir ante una carta que rebosa productos de la huerta y también de caza, algo muy típico en una zona que arrastra esta tradición desde los tiempos de los Reyes Católicos, quienes gustaban de venir por estos lares a disfrutar de las cacerías.  Entre los platos que más me llaman la atención, hallo: ancas de rana al ajillo, a la romana o con piquillos, morcilla de arroz, carpaccio de setas de cardo, pisto de verduritas de la huerta, migas manchegas con melón, alcachofas con jamón, embutidos ibéricos y platos de caza.  Me decido por unos espárragos verdes a la plancha, faisán estofado, todo maridado con vino de Madrid, y de postre fresas con nata.

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He de reconocer que El Rana Verde, después de unos cuantos años, ha vuelto a conquistarme. Los espárragos verdes estaban en su punto, tiernos pero crujientes; salpicados con sal gorda y acompañados de una salsa alioli casera muy sabrosa. Por su parte, el estofado de faisán, absolutamente delicioso, en su punto y con una salsa ligera que no restaba un ápice de protagonismo al sabor del ave. Y para finalizar, unas fresas que hacen honor a su prestigio… color intenso, en su punto justo de maduración y en perfecto equilibrio en boca entre la percepción dulce y la ácida.

Más de cien años avalan al emblemático El Rana Verde y estoy seguro de que seguirán deleitando nuestros paladares con sus verduras y sus platos de caza, tal como lo hicieran en su día nuestros antiguos monarcas, amantes de las vegas de Aranjuez.

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