El problema no es Zozulya, el problema son los intolerantes

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Zozulya
Foto: Twitter

Por primera vez en la historia del fútbol profesional español, se ha suspendido un encuentro oficial a causa de los cánticos de una parte de la grada de un estadio. Desde hace años se vienen aplicando medidas para evitar y, en caso de que se produzcan, condenar los mensajes hirientes o vejatorios que pudieran proceder de los aficionados, pero nunca se había llegado hasta el extremo de dar por finalizado un partido.

Sucedió este fin de semana en el Estadio de Vallecas, feudo del Rayo Vallecano. Los franjirrojos se medían al Albacete Balompié, club en el que milita el jugador ucraniano Roman Zozulya. El delantero llegó a España para jugar en el Real Betis Balompié, y de allí se fue cedido, precisamente, al club madrileño. Pero su paso fue más que fugaz, ya que un sector de la afición le acusaba de ser, directamente, “nazi”. Lo mismo que le cantaban este domingo cada vez que tocaba el balón.

El futbolista siempre ha negado tales acusaciones, que no sólo han llegado desde los fanáticos, sino que algunos políticos, véase, entre otros, Pablo Iglesias, las han vertido en sus cuentas de redes sociales. Todo viene por una serie de fotografías en las que puede verse a Zozulya, quien nunca ha escondido su apoyo al ejército de su país, junto a miembros del Batallón del Azov o Pravy Sektor, organizaciones vinculadas a la ultraderecha ucraniana y muy activas desde la invasión rusa del Donbass en 2014.

Sea como fuere, endeble y peligrosa base para tildar de “puto nazi” a un jugador de fútbol. Hay quien critica que haya sido ésta la primera vez que se suspende un partido por cánticos excluyentes, cuando en España hemos vivido episodios lamentables de racismo contra Alves, Pepe o Eto’o. No les falta razón, pero que no se hiciera entonces no significa que no deba hacerse una primera vez. Hemos evolucionado mucho en ese sentido en unos pocos años, y no me cabe duda que si en un estadio se coreara de manera sistemática cualquier tipo de mensaje excluyente, fuera del tipo que fuera, se daría por concluido de inmediato.

Hay mucha gente, también por supuesto en Vallecas, que cuando acude a un estadio lo que menos le importa es el fútbol. Va allí, envuelto en una bufanda, a utilizar ese escenario como plataforma para mandar mensajes de apoyo a asesinos, coaccionar a un estado para lograr la secesión de un territorio o soltar bilis por la boca contra alguien que no comparte tu color de piel o tu orientación sexual.

Ya está bien de blanquear a algunas aficiones por su sino político. Cualquier grada ultra, sea del color que sea, es tóxica y nociva para el deporte, y gritar “Zozulya puto nazi” es igual de grave que decir “Shakira tiene rabo”. Quien se ampara en el fútbol para lanzar estas proclamas es un intolerante, y sobra en los campos españoles. Así que si hay que suspender tres partidos cada fin de semana, que se suspendan. Y si tienen que quedarse vacías las gradas de algunos recintos que aún hoy dan apoyo a los ultras, que se queden. Pero que ni una vez más unos pocos nos avergüencen a todos los que amamos este deporte.

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