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Las comparaciones son odiosas

Las comparaciones son odiosas. Todavía tengo la duda de por qué nos califican a los gobiernos del Partido Popular de vieja política.

Ha pasado ya más de un año desde que se celebraron las elecciones municipales y autonómicas en Madrid, ahora conocemos de primera mano, viviéndolo en el día a día, los diferentes modelos de gestión de la nueva política y lo que algunos grupos políticos se empeñan en llamar la “vieja política”, en referencia al Partido Popular. 

Todavía tengo la duda de por qué nos califican a los gobiernos del Partido Popular de “vieja política”, ¿Será por la gestión? ¿Será por las personas? ¿Será por la edad? …

Entremos en el tema, hablemos de gestión que es lo que verdaderamente les importa a los madrileños. 

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Uno de los principales temas que a todos nos preocupa es el empleo, unas pinceladas para comparar y ver la gestión en la que todas las administraciones debemos dejarnos la piel, porque la mejor política social es, sin ninguna duda, el empleo.

El Gobierno de Cristina Cifuentes trabaja día tras día para crear las condiciones económicas, fiscales y sociales necesarias para la creación de empleo, haciendo de Madrid la región de España que más empleo crea. Uno de cada tres empleos que se generan en España, se hacen en Madrid. 

Su apuesta por el diálogo social se ha traducido en la Estrategia Madrid por el Empleo, que cuenta con 70 medidas y 650 millones de euros de presupuesto. 

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Se ha volcado en la atracción de inversión extranjera con el proyecto ‘Think Madrid’, para posicionar a la Comunidad como referente, especialmente tras el Brexit en el Reino Unido, como el mejor destino para ubicar sus sedes. 

La política económica de la Comunidad de Madrid ha favorecido la creación de puestos de trabajo, que crezca la producción industrial y sigamos liderando la inversión extranjera, pero todo ello sin subir impuestos. 

El Gobierno de Manuela Carmena en el Ayuntamiento de Madrid ha bloqueado el crecimiento económico de nuestra ciudad, con una caída del sector industrial y de la construcción sin precedentes. Ha puesto todas las trabas del mundo a los inversores extranjeros, que finalmente se han acabado marchando, al paralizar proyectos tan importantes para los madrileños como el de Castellana Norte, impidiendo así la construcción de más de 800 viviendas públicas, menos zonas verdes, menos trasporte público (2 estaciones de Metro, 1 estación de Cercanías, 1 red de autobuses de alta capacidad) menos empleo (se pierden entre 60.000 y 120.000 empleos) y peor movilidad. Y todo ello subiendo los impuestos a la mayoría de los madrileños, salvo en los distritos en los que ganaron las elecciones. 

No es de extrañar que el paro en la ciudad de Madrid, por primera vez en la historia, supere el de la Comunidad. 

Podríamos continuar hablando de la batería de medidas puestas en marcha por la Comunidad de Madrid como el abono transporte joven hasta los 26 años por 20 euros al mes, con el que  una familia con dos hijos puede llegar a ahorrarse 1.600 euros al año. Así como de la reducción de las tasas universitarias un 10%, la tarifa plana de 50 euros para los autónomos, la Estrategia Regional contra la pobreza y la exclusión social, el Plan de Apoyo a la familia, la entrega de más de 400 viviendas sociales, la reducción de la administración pública, el plan de regeneración democrática, la atención social gratuita a discapacitados, la estrategia contra la trata de seres humanos, las mejoras en la sanidad, la bajada de tasas en escuelas infantiles, los nuevos centros bilingües, la estrategia contra la violencia de género o la Ley de Sacrificio 0 de animales de compañía.

O bien, podríamos escribir páginas y páginas, hasta casi completar un libro, de las ocurrencias y rectificaciones diarias del gobierno de Manuela Carmena. Comenzando por pedir a los jóvenes universitarios que limpien las calles de Madrid, las cuales están cada día más sucias y las ratas cada día más presentes por nuestros barrios. Los atascos diarios, las improvisaciones constantes a horas intempestivas para decidir si los madrileños podemos circular por la ciudad, la prohibición a los hosteleros de instalar sus terrazas, los gastos de más de 6 millones de euros en cambiar el nombre de las calles, los recortes en servicios sociales, los “carnavales navideños”, las actuaciones para niños ensalzando el terrorismo, la defensa de los okupas, etc..

En conclusión, las comparaciones son odiosas y lo peor de todo es que son los madrileños los que tienen que contemplarlas impotentes a diario. 

Nadia Álvarez es diputada del Partido Popular en la Asamblea de Madrid. 

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