Más de mil y una noches sin dormir son las que llevan los vecinos del Sector Literatos de Tres Cantos. La razón, la presencia de una plaga de urracas que desde hace cuatro años les quita literalmente el sueño y la salud.
Los vecinos afirman que hace cuatro años «eran unas cuantas, gritaban, pero íbamos soportándolo». Cuentan desesperados como con el paso del tiempo el problema ha ido creciendo de manera exponencial y actualmente es insoportable.
Estas aves llegan cuando anochece y se van cuando amanece completamente. En su permanencia emiten un sonido que obliga a los vecinos a ponerse tapones, cerrar las ventanas, las persianas e incluso dormir en el salón. Aún con estas barreras el ruido se escucha ya que muchas han anidado en tejados y se asientan en las jardineras de los balcones. Al sonido hay que sumarle la falta de higiene debido a la acumulación de plumas y excrementos, así como al peligro sanitario por las enfermedades que pueden transmitir.
«En los meses de calor empiezan a llegar sobre las nueve de la noche y están gritando desaforadamente hasta más o menos las diez, durante la noche gritan a ratos, luego ya comienzan otra vez sobre las cinco de la madrugada y hasta las siete es continuo», relata una vecina cuyo hijo no puede conciliar el sueño.
Los vecinos se han puesto en contacto con el Ayuntamiento en busca de una solución. La respuesta del Consistorio fue que ya había habido quejas en otro momento de los vecinos, que se estuvo estudiando pero que era bastante caro y que la solución es difícil.
El Ayuntamiento de Boadilla del Monte ha obtenido un permiso de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid para poner en marcha un programa de captura de cotorra argentina, especie declarada invasora, y capaz de duplicar su población cada cinco años.
Los problemas que genera esta especie, al igual que la urraca, es el desplazamiento de animales autóctonos, las molestias a los vecinos allí donde se instalan por el ruido que generan sus graznidos y los daños en los árboles, pues cortan las ramas para hacer sus nidos y consumen sus brotes, llegando a secarlos incluso en algunas ocasiones.
