La opinión publicada ha dictado sentencia, y la opinión pública la ha acatado: ¡qué pedazo de Gobierno! Sin duda, la confección de este nuevo gabinete ha sorprendido a todos, mas incluso a los propios que a los extraños.
Nos encontramos ante un clásico gobierno socialdemócrata. Hay comienza y termina su virtud. No es que sea bueno por las personas que lo componen, el tiempo dirá, es bueno por sí mismo.
La izquierda es buena, la derecha es mala. La izquierda es luz, la derecha es oscuridad. La izquierda es el pueblo, la derecha son los mercados… A la izquierda se le perdona casi todo, a la derecha no se le perdona casi nada.
En estos pilares se asienta la aureola que ha cubierto al nuevo ejecutivo. Se dice que lo componen técnicos y personas de la sociedad civil, es decir, como casi siempre. No hay más que mirar el currículo de los ministros y secretarios de estado de Rajoy, la mayoría altos funcionarios, técnicos, y personas de la sociedad civil. Como pasa ahora, con y sin el carnet del partido.
Y esto por no hablar de las excentricidades. ¿Qué hubiera pasado si la derecha nombra a un ministro como Máxim Huerta?
Veremos los aciertos y errores de este estrenado gobierno, pero ya anticipo un resultado: sus aciertos serán por su méritos, sus errores en cambio, serán por culpa de otros. Como dije antes, ellos son buenos en sí mismos, independientemente de lo que hagan. Ya se sabe, la izquierda es buena, la derecha es mala.
