Despensa e Historia se maridan en Nuevo Baztán

SABOREANDO MADRID /

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Dice el escritor italiano Fabrizio Caramagna que “algunos lugares son un enigma, otros una explicación”. Yo creo que la región de Madrid fusiona ser enigma y explicación, al mismo tiempo. Es tal la belleza de su diversidad que podríamos sumergirnos en un tiempo infinito para acariciar sus campos, sierras y parajes; para envolvernos en la cultura y arte que la rebosa por los cuatro costados; o respirar ese aire cosmopolita bohemio, ejecutivo o de alta cuna que circula con plena libertad y cotidiana convivencia, desde las callejuelas más castizas a las amplias avenidas coronadas con torres de hierro y cristal que rascan el cielo.

Hace pocos días visité el municipio de Nuevo Baztán para reencontrarme con un viejo conocido: el mercado itinerante La Despensa de Madrid que impulsa la Comunidad de Madrid y que celebra ya su séptima edición, recorriendo veintiún municipios, los fines de semana durante los meses de mayo a octubre. Quiero confesar que la belleza serena de este pequeño pueblo del sureste madrileño me ha cautivado. No es de extrañar que este Conjunto Histórico haya sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC) ya que desde su nacimiento a principios del siglo XVIII ha permanecido prácticamente intacto largo tiempo, conservando su enorme belleza hasta nuestros días.

Se trata de una pequeña ciudad que el ilustre periodista, escritor y político Juan de Goyeneche encargó al célebre arquitecto José Benito de Churriguera, concibiéndola como una unidad urbanística, desarrollando diversas fábricas y varias hileras de casas en torno al Palacio principal y la Iglesia que puso bajo la advocación de San Francisco Javier.

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Nuevo Baztán derrocha sobriedad a través de su patrimonio arquitectónico en el que compiten en belleza sus plazas, antiguas fábricas y fuentes. En la Plaza del Mercado o del Secreto hoy no quedan más que las basas de piedra sobre las que se apoyaban las columnas de madera que sujetaban las cubiertas de los soportales donde se resguardaban comerciantes y visitantes, en su época de máximo esplendor.

Goyeneche halló en estas tierras, junto a la vecina villa de Olmeda de las Fuentes, el lugar perfecto para ubicar una primera fábrica de paños que tuvo un papel de gran relevancia en el abastecimiento de ropa para el ejército de Felipe V y, posteriormente, otras fábricas de sombreros, aguardiente y de Agua de la Reina de Hungría (esta agua elaborada a partir de aromas y esencias de romero, de cedro, de aceites y alcoholes, se hizo muy popular a mediados del siglo XVIII por sus propiedades rejuvenecedoras y aún hoy en día se sigue comercializando). Y, naturalmente, las fuentes jugaron un papel imprescindible para el abastecimiento de agua tanto a la población como a las fábricas. Merece la pena visitar la fuente del Tritón y la fuente del Rey.

El tañido de las campanas de la Iglesia interrumpe mi paseo entre artesanos dieciochescos que afanados fabrican sombreros, paños y aguas de bondadosas esencias. Dicen que Madrid tiene una magia especial y, así es… porque a cada paso en que la recorremos, encontramos algún rincón cargado de historia, de leyenda o de belleza…

Llega el momento de disfrutar de otra vertiente que aporta valor añadido a nuestra región: la gastronomía basada en el producto de proximidad. La Comunidad de Madrid decidió hace unos años apostar de forma férrea por impulsar nuestro sector agroalimentario y las distintas iniciativas destinadas a poner en valor el producto madrileño, como este mercado itinerante, siguen creciendo y consolidándose de manera sustancial.

El objetivo principal de La Despensa de Madrid es que tanto madrileños como visitantes puedan conocer directamente de manos de los productores nuestra mejor oferta agroalimentaria. Hoy, verduras, hortalizas, carnes y embutidos, cerveza, pan y dulces, lácteos, miel, aceites o vinos de la Denominación de Origen Vinos de Madrid, están presentes en este mercado en el que se puede catar, además de comprar a los propios productores. Los pasillos formados por los distintos puestos rebosan gente que se interesa por nuestros productos, que pregunta y curiosea, que hoy compra y que mañana recomendará.

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Y es que comprando productos locales se contribuye a dinamizar la economía de las zonas rurales, a generar empleos sostenibles y a impulsar el desarrollo rural. Sin duda, un gran acierto del gobierno regional es la itinerancia de este mercado, que en su séptima edición está recorriendo veintiún municipios de Madrid, lo que permite asociar el impulso del sector agroalimentario al sector del turismo. Muchos de los visitantes que vienen a disfrutar del mercado itinerante, aprovechan para conocer el entorno y, naturalmente, llegado el mediodía, completan la jornada degustando la cocina que se elabora en los fogones de alguno de los restaurantes típicos que nos aguardan en las céntricas calles empedradas. Un plan irresistible por el que yo también me dejo seducir mientras contemplo las impresionantes fachadas de piedra esperando encontrar, de nuevo, algún cortesano del Palacio o algún artesano fabricando esencias.

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