Todos los que hayáis pasado estas Navidades por el Puerto de Navacerrada, ya sea para esquiar o simplemente porque el GPS convino que debías llevar vuestro coche hasta allí para llegar al otro lado de la Sierra, habréis notado que falta algo en el paraje de la zona.
No os equivocáis, ya que este ha sido el primer invierno desde hace décadas que el edificio del Club Alpino Español de Guadarrama, erigido en la ladera de Guarramillas, no observa desde su elevada posición el tránsito por la M-601. El pasado 11 de agosto se derribó el último muro de un inmueble que llevaba languideciendo desde su abandono en el año 2002.
Este albergue se había convertido, desgraciadamente, en símbolo de un lugar que tuvo su época de esplendor en los años setenta y ochenta del año pasado pero que actualmente, con las mejores comunicaciones con otras estaciones de esquí más grandes, está quedando en el olvido.
Poco queda de las diez pistas de esquí que había antes en este puerto, y que atraían cada temporada a miles de personas. Quienes acuden ahora sólo lo hace para pasar el día, y una vez vista la nieve se dan la vuelta. Este ha sido uno de los muchos motivos por los que la mayoría de construcciones, incluido el ya extinto Club Alpino, se ven abocados a la desaparición.
Los restaurantes, las viviendas, el mítico torreón… todo se está viendo consumido por la falta de uso, y no parece haber una solución a la vista. De hecho, muchos de los planes de futuro se vieron truncados cuando se decidió no continuar con la recuperación de las ruinas del Club para convertirlo en un hotel de lujo. Era el año 2010, y las esperanzas entonces estaban empezando a desvanecerse.
A día de hoy, quedan muchas estructuras en estado de abandono y una forma de vida que se va apagando poco a poco. La demolición del Club Alpino está dando paso a la recuperación ambiental del terreno para que pueda volver a su estado originario, pero lo que no sabemos es qué podrá recuperarse de la zona cuando la última persiana se baje para siempre.