Un 20 de febrero, pero de hace quince años, tenía lugar el primer viaje del AVE uniendo Madrid y Barcelona, las dos ciudades españolas más pobladas. Ese trayecto inaugural comenzó a las seis en punto de la mañana, con dos trenes partiendo desde las estaciones de Sants y Atocha, respectivamente. El que salió de la capital catalana llegó con ocho minutos de adelanto y el segundo con cinco.
En aquel momento, el trayecto entre las metrópolis se cubría en un mínimo de 2 horas y 38 minutos, mientras que, ahora, se ha reducido en ocho minutos.
En ese AVE con dirección Madrid se montaron 250 pasajeros, casi la mitad de ellos periodistas que iban a cubrir tan importante evento. Ya en la época se preveía que esta nueva alternativa sería una dura competencia para el «puente aéreo». Y poco se tardó en confirmar, ya que en 2021, por primera vez, el tren de alta velocidad fue más usado que el avión para unir las dos urbes.
El doble de pasajeros
El balance de esta línea en 2022 fue 12,1 millones de pasajeros, un 112% más si lo comparamos con los datos de su año de estreno (5,7 millones). Asimismo, ha sumado un 51,7 % más de trayectos, alcanzando los 27.920 en el ejercicio anterior. De hecho, en 2008 arrancaron 17 trenes por destino al día, mientras que hoy son 27.
A lo largo de estos tres lustros, más de 140,6 millones de personas han usado el AVE con origen o destino Madrid, ya sea el directo o con conexiones Lleida, Tarragona, Zaragoza, Calatayud o Guadalajara.
Una oferta que ahora se ha diversificado con la entrada de otros operadores desde 2021, después de que se acordara la liberalización del servicio. De este modo, además del AVLO (el «low cost de RENFE»), ya cubren esta ruta Ouigo, filial la francesa SNCF, e Iryo, operador participado por la compañía valenciana Air Nostrum y la italiana Trenitalia.
La principal meta después de Sevilla
El primer servicio de AVE se remonta a 1992, cuando la capital española quedó enlazada por alta velocidad con Sevilla, que en ese año estaba celebrando su recordada Expo. Desde entonces, se abrió la porra para determinar cuándo quedarían unidas las dos principales ciudades de la geografía española.
Hubo que esperar, como vemos, 16 años… pero mereció la pena.