La Comunidad de Madrid decretó el pasado 20 de septiembre el fin de los límites horarios para el ocio nocturno, dando un paso más hacia la recuperación de nuestras vidas tal y como las conocíamos antes de la irrupción del coronavirus.

Sin embargo, no se trata de una apertura total, ya que las pistas de baile de las salas siguen estando clausuradas, y tampoco se permite el consume de pie en barra. De modo que, aunque la posibilidad de abrir hasta las seis de la mañana y la reciente eliminación de los límites de aforo son un balón de oxígeno para los empresarios de este tipo de ocio, el no poder hacerlo con todas sus consecuencias está trayendo un aumento de, entre otras derivadas, los ‘macrobotellones’.

Porque sí, los jóvenes (y algunos no tanto), tienen ganas de salir a celebrar la vida después de un año y medio de restricciones. Igual que hubiéramos hecho la mayoría de nosotros en la época universitaria. Por tanto, era una quimera pensar en que no se fueran a producir aglomeraciones en la vía pública, teniendo en cuenta que era algo que ya sucedía fin de semana sí y fin de semana también antes de la pandemia.

Quizá por ello habría que repensar la decisión de no autorizar la actividad en las discotecas tal y como la conocíamos. Seguramente, muchos de los asistentes a los botellones prefieran estar dentro de uno de los cientos de salas de fiesta de la región, máxime ahora que empieza el otoño y, con él, la lluvia y el tiempo desapacible.

Conductas injustificables

Este alegato a favor del regreso de “salir de fiesta”, no está reñido con el rechazo a las imágenes que cada fin de semana vemos en algunos puntos de la capital y del resto de la Comunidad.

No hay justificación posible, por ejemplo, al apuñalamiento que se produjo el pasado fin de semana en el parque de Berlín, del distrito de Chamartín. Ni tampoco, en realidad, para el consumo de alcohol en la vía pública, que siempre ha estado prohibido. Pero los criterios para multar deben estar en el problema cívico, y ya no, nunca más, sanitario.

Una postilla que aún siguen esgrimiendo todos los partidos políticos, todavía demasiado pendientes del “cuidado con lo que hacemos” derivado de la reciente crisis sanitaria. Así, la portavoz del PSOE en el Parlamento regional, Hana Jalloul, mientras pide “no estigmatizar a la juventud”, afirma a su vez e «las imágenes que se están repitiendo durante estos fines de semana en todo el territorio son censurables y ponen en riesgo la recuperación sanitaria que se está produciendo». Algo que, en principio, no es muy compatible.

Una dinámica con difícil solución

No será fácil, al menos a corto plazo, conjugar dos posturas tan antagónicas. La de asumir que la crisis sanitaria ha quedado definitivamente atrás, con todas sus consecuencias, y la de seguir limitando, por miedo, determinadas actividades… que pueden tener consecuencias aún peores.

Para este fin de semana, el parque Berlín de la capital y las fiestas locales de Las Rozas serán los dos puntos principales que vigilarán este fin de semana las fuerzas y cuerpos de seguridad para evitar que se produzcan estos macrobotellones. Es, al menos, lo que se está moviendo con distintas convocatorias por redes sociales.

Y aunque los cuerpos ya han comunicado que reforzarán la presencia, tanto en estos puntos como en otros que pueden ser conflictivos, lo cierto es que algunas fuentes policiales han reconocido a EFE que “la reapertura del ocio nocturno es uno de los factores que pueden reducir este tipo de aglomeraciones”.

Mientras tanto, pinta de que cada fin se semana será una prueba de fuego más para la sociedad post-pandémica que queremos construir, que debe estar basada, cómo no, en el civismo y la responsabilidad, pero también en la confianza de haber dejado atrás uno de los periodos más oscuros de nuestra historia reciente.

Y un ocio nocturno tal y como lo conocíamos puede ser el empujón que necesitamos. El próximo lunes lo vemos.

Imagen portada: Twitter @Raul_gr1